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POLLO AL AJILLO CON VINO MONTILLA

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¿Tuvieron en casa de sus padres o en la de quienes leen éstas líneas, aquel para entonces, moderno, casi revolucionador mueble de cocina de los años 60? ¿Lo recuerdan? 
Yo lo guardo en mi memoria.  Mi madre se apuntó a la moda de aquellos años, era blanco y sus puertas de un tono verde muy suave…ya el verde predominaba quizás en la cocina donde hice mis primeros pinitos… ¿quién no tuvo en casa, en los años 60, ésta modernidad?

De las puertas y cajones de aquellas alacenas, salieron los alimentos que a mi generación nos hicieron crecer; era en él, donde se guardaba los paquetes de papel estraza donde “despachaban” legumbres, azúcar, arroz, café y fideos, los suficientes para prácticamente un mes completo.   Pero la puerta central, justo la de al lado de los cajones, ésa era de mi padre e incluso por qué no decirlo también para el uso de mi madre, en cubículo era donde estaban las botellas de vino Montilla.   

Cada cierto tiempo mi padre, con su Seat 600 se desplazaba hasta la cercana provincia de Córdoba, programaba su excursión a Montilla, con sus dos viejas garrafas de verde cristal forradas de mimbre a proveer la despensa con una arroba de aquel vino de color oro viejo encendido, de cálido sabor y penetrante aroma fiel compañero de sus aperitivos e ingrediente insustituible en las recetas de mi madre, ya fuesen sopas o salsas. 

Una arroba vendría a ser un poco más de 16 litros….. De una de las garrafas se rellenaba unas ocho botellas que quedaban celosamente guardadas en la verde fresquera, en la verde y moderna alacena de aquellos años. 

Estoy totalmente convencida de que la gastronomía está muy vinculada al lugar donde se desarrolla, de hecho mi forma de cocinar, la tradicional, la que quizás nombre indebidamente en mi blog “cocina típica malagueña”, la aprendí de mis mayores, de la cultura gastronómica que se fue gestando poco a poco, como resultado de cientos de años de conocimiento y con los productos de la tierra en la que nacimos: Andalucia.    De ahí la tradición en Mi cocina.

Aunque debo contar que no sigo todas las tradiciones de mis mayores.   Una de ellas, el uso del vino Montilla por parte de mi madre: preparar con una cucharada de azúcar, una yema de huevo y dos deditos de vino Montilla un ponche y dárselo en ayunas a mi hermano cuando en aquel entonces contaba diez o doce años.

Pero no, no se asombren y se lleven las manos a la cabeza, sorprendidos y convencidos de que era algo incorrecto, nuestras madres lo hacían con la buena fé de abrir el apetito y alimentar las necesidades propias del crecimiento (mi hermano era muy alto para su edad y quizás lo veía más delgado de lo que ella pensaba que era el peso idóneo para su estatura; de hecho actualmente mide más de dos metros).  

Esta costumbre relacionada con las creencias populares ancestrales, hasta no hace muchas décadas, tanto a los niños como a los ancianos se les proporcionaba para fortalecer el crecimiento e incluso abrir el apetito de los primeros y como tónico vital para los segundos.

Remedios caseros transmitidos de generación en generación, tradición popular que igual en muchos casos sería necesario preservar del olvido; parte de nuestra cultura popular, costumbres, saberes y remedios medicinales de antaño que vivieron nuestros ancestros.

Aunque la receta de hoy no lleva yema de huevo ni azúcar, sí la preparo con vino de Montilla, un vino que al igual que siempre no puede faltar en Mi cocina.

Hace unas semanas Estibaliz Redondo, cordobesa, periodista, creadora y autora de la web gastronómica  Web Gastronómica "Al Salmorejo", escribía y nos deleitaba acerca de la Vendimia Cordobesa Montilla-Moriles… una de las zonas vinícolas andaluzas más destacadas a nivel mundial por la importancia de sus vinos generosos

Un vino dorado, con ése olor y sabor que me trasladan a mi niñez, con él, preparé ésta delicioso receta: pollo al vino Montilla, que haciendo “chup-chup” inundó con su aroma Mi cocina.

¿Lo huelen?

¿Cómo lo hice?

Ingredientes:
Un pollo troceado (con su piel), una cabeza de ajo, dos hojas de laurel, diez granos de pimienta negra, un vaso de caldo de pollo (he usado caldo de puchero), 


dos vasos (de los de agua) de vino Montilla, medio vaso de aceite de oliva virgen extra y sal.
Los pasos a seguir:

En una cacerola plana echar el aceite, cuando esté caliente echar los trozos de pollo, friéndolo unos cinco minutos de forma que se dore uniformemente (cuidando de que no se quemen).

Añadir las hojas de laurel, la pimienta negra y los dientes de ajo (sueltos, enteros y con su piel), dejando freir otros cinco minutos junto con el pollo.

Agregar el vino, llevar a ebullición y dejarlo un minuto a fin de que se evapore el alcohol.

Echar el caldo procurando que se cubre la carne, salar al gusto, dejándolo cocer a fuego lento, dejando un poco destapada la olla, durante unos veinte minutos aproximadamente.



Fácil, rápido….y sabroso.

Acompañar con una buena “sartená” de patatas fritas….


¡¡ Buen provecho !!

ALBONDIGAS DE TERNERA Y FRUTOS SECOS EN SALSA DE MANGO

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En India existe la creencia en la reencarnación, un ciclo sin fin llamado la “Rueda de Samsara”, una especie de “vagabundeo” por una vida sin propósito ni sentido, un nacer y renacer marcado por las buenas o malas acciones, el karma de cada alma que todavía no se ha liberado de su peso. El hinduismo entiende la reencarnación como un  proceso de aprendizaje, lecciones que proporciona la madre Tierra.

Quizás nos vemos algunos humanos predestinados, una y otra vez a estar unidos, a conocernos una y otra vez, aunque pienso que con un propósito y hasta cierto punto con un motivo, el poder estar con aquellas almas a las que debemos ayudar, qué queremos o que nos necesitan. 

O quién sabe, igual tienen razón los japoneses, quienes tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hijo rojo atado al dedo meñique. 
Esta leyenda surge cuando se descubre que la arteria ulnarconecta el corazón con el dedo meñique 

Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.

La historia en sí cuenta que entre dos o más personas que están destinadas a tener un lazo afectivo existe un «hilo rojo», que viene con ellas desde su nacimiento.

Ese hilo imaginario existe independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse y no puede romperse en ningún caso, aunque a veces pueda estar más o menos tenso, pero es, siempre, una muestra del vínculo que existe entre ellas.

Sea como dicen los hindúes, por ése “vagabundear” de nuestras almas, que estemos unidos por el karma o por la creencia japonesa, del “hilo rojo”, no hay que dejar de reconocer que muchas personas al conocernos nos damos cuenta de que estábamos predestinadas….quizás para siempre.

Año 1971, hace ya tantos, tantisimos años…. toda una vida, pero he de reconocer que a mí me parece que fue ayer cuando entré a formar parte de una gran empresa, de la que me he enorgullecido siempre; en ella crecí profesional e incluso por qué no decirlo, a nivel personal y en la que me sentí parte de ella hasta el extremo de sentirme parte de la familia de sus propietarios originarios de India.

Oriundos de India los dueños y los productos que comercializaba “mi” empresa eran japoneses.

Este hecho me ayudó a descubrir y conocer otras culturas completamente diferentes a las nuestras, tan lejanas, extrañas y exóticas que en cierta medida me sentía privilegiada; se me abrieron puertas a otros mundos, a otras costumbres, a otra idiosincrasia, diferente forma de ver y vivir la vida.  Así, casi sin darme cuenta me fui introduciendo en el conocimiento de esos países ya no tan lejanos, los países de Oriente que sólo podía conocer a través de la lectura o de las películas.  

India y Japón ya no solo los tenía situado en el mapa, también marcaron mi vida, mi forma de pensar e incluso mis creencias y gusto, sintiendo pasión y admiración por su cultura e idiosincrasia….también marcada por el tiempo: las horas, los minutos, los segundos y el tic tac de los relojes japoneses.

Hoy con el mismo orgullo de entonces y sin ocultarme en los medios sociales puedo decir: Soy Toñy Sánchez de Orient, así me conocían los profesionales del gremio de relojería, ya fuesen clientes, distribuidores o proveedores…. Durante más de treinta años, mi segundo apellido fue “de Orient”.

Éramos distribuidores en exclusiva de los relojes japoneses Orient, Citizen, Rythmn….(Ésta foto fue tomada en Tokyo a  principio de los años 80, haciendo el pedido anual de relojes en la Sede Central de Orient Watch Co.Ltd.)



Así que Japón e India se fusionaron con mi mentalidad andaluza.  Estaba escrito, era mi destino y así lo siento.

Gracias a ello y refiriéndome a la gastronomía, que es en definitiva el motivo por el que publico el blog, yo tuve la suerte de descubrir productos, sabores, recetas desconocidas en una época donde la globalización aún no nos permitía prácticamente degustar e incluso conocer productos de países lejanos.

Entre ésos productos: el mango.

Un árbol originario de la India, de hecho los primeros textos que existen, donde se menciona éste árbol y de su fruta  está escrito en sanscrito y se encontró en La India, hace 6000 años.  En India es un árbol sagrado al que se le atribuyen propiedades mágicas; de hecho es con su madera con la que se prepara las pilas para quemar a los muertos, los enamorados expresan sus deseos bajo las copas de sus ramas, símbolo de fertilidad y amor e incluso dice la leyenda que Buda encontró paz e inspiración en un huerto de mangos.

Muy propagado por el resto del mundo, sobre todo en los países intertropicales.  Y es en la Axarquia malagueña y en la vecina Costa Tropical granadina los dos únicos lugares de Europa donde es posible cultivar frutos exóticos; en ningún otro sitio se cultivan mangos, una de las frutas más deliciosas y nutritivas de cuantas llegan a nuestros mercados.

Tengo entendido que hay cientos de variedades de mangos, pero las condiciones climatólogicas de nuestras costas del Mar de Alborán, sólo permiten la producción de ocho o diez.

¿Saben que los mangos más caros del mundo son cultivados en Japón? Concretamente la variedad llamada “Taiyo no tamago”,  que viene a traducirse como “Huevos de Sol”, cultivados en la región de Miyazaki, al suroeste del país (dos mangos con denominación de origen se han llegado a vender últimamente por más de 2000 euros)…..

Con cientos de variedades, unas no tienen nada que ver con las otras…. Se diferencian en el color, el olor, el sabor, la textura o el tamaño, entre otras cosas….así que.cuando ví éste mango que pesaba más de un cuarto de kilo, madurado al Sol de la Axarquia malagueña, no me pude resistir…llegó a Mi cocina.


¿Qué hice con él…..? Una deliciosa, sorprendente y exquisita salsa para acompañar unas albondigas de carne con frutos secos ¿original verdad?. 


¿Como lo preparé? 

Ingredientes:

Para la salsa:

Medio mango (si es pequeño uno entero) maduro, una cebolla blanca fresca, dos dientes de ajo, un chorreón de aceite de oliva virgen extra, dos cucharadas soperas de vino blanco, media cucharada pequeña de azúcar moreno, seis granos de pimienta negra, medio vaso de agua, sal y cilantro fresco.

Para las albóndigas:

Cuarto y mitad de carne de ternera picada, dos rebanadas de pan, medio vaso de leche, diez o doce uvas pasas moscatel (sin semillas), una docena de almendras, quince o veinte piñones, dos o tres nueces, sal y pimienta.   Harina de trigo y aceite (para freir las albóndigas).  

Los pasos a seguir:

En un cazo echar un chorreón de aceite y pochar a fuego lento la cebolla junto con el ajo picados previamente en trozos pequeños, con  cuidado de que no se lleguen a quemar (aproximadamente unos diez minutos) removiendo de vez en cuando.
Agregar el vino y dejar evaporar.

Cortar el mango, una parte reservar para decorar el plato cortado en la forma que prefieran y el resto en trozos pequeños incorporarlo a la cacerolita junto con los granos de pimienta negra, el azúcar y sofreir durante dos o tres minutos, mezclando bien todo el conjunto. Salar al gusto.

Incorporar el agua y cuando vuelva a hervir, retirar del fuego y pasarlo al vaso de la batidora.

Triturarlo de forma que quede lo más fino posible y reservar caliente.

Preparar las albóndigas:

Remojar el pan con la leche.

Picar lo más finamente posible los frutos secos (pasas, almendras, piñones y nueces).

En un cuenco echar la carne picada, los huevos, el pan remojado, los frutos secos, salpimentar y mezclar bien.



Hacer bolas del tamaño deseado, pasar por harina y freir en abundante aceite caliente (aconsejo en éste caso usar freidora) y que queden doraditas.



Una vez listas las albóndigas incorporarlas a la cacerola donde se ha mantenido caliente la salsa de mango, remover bien y dejar cocer unos dos minutos.

Servir espolvoreando con cilantro fresco (romper las hojas con los dedos….no picar con cuchillo).


Acompañar con una buena hogaza de pan…para mojar y una buena “sartená” de patatas fritas.



Dedicado a aquellas personas a las que me une ése “hilo rojo” del destino.  No hace falta que indique los nombre: ésas personas saben quienes son.    

SABAYON CON VINO DULCE MOSCATEL MALAGUEÑO, NATA MONTADA Y UVAS PASAS DE MALAGA

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Llegó ya el estío;
ya el campo se llena
de luz y perfumes
y dulces cadencias
y fúlgidos tonos;
ya, verdes y espléndidas,
de pámpanos cubren
los montes las cepas; 
ya Baco, sediente,
levanta en la diestra 
la copa en que ardiente
desdórdase el néctar....... 

Y con ése néctar de Dioses, fruto de las vides malagueñas, preparé éste dulcísimo postre.


Pueblos malagueños, amarrados a las laderas de los montes, tendidos en los valles o asentados en las cumbres, apacibles, luminosos, cubiertos por un manto de resplandeciente blancura que miran al Sol, pueblos de la Axarquía, paraíso de la Moscatel de Alejandría.  

En sus verdes valles crecen frutos tropicales, aguacates, chirimoyos, mangos…y en sus alrededores, en sus alrededores se alternan olivos, encinas, almendros y viñas.  

Desde la misma orilla de la mar, desde la costa, las carreteras trepan hacia los montes, muchos de ellos llenos de vides y entre ellas los aislados cortijos que a su vera se aprecian, como si de una alfombra mágica del pasado Andalusí se tratase, los inclinados secaderos de uva, marrones y brillantes racimos mirando siempre al Sur.      Las mismas alfombras que ya  engalanaban la Axarquia, las tierras de Oriente malagueñas hace cientos de años, cuando Idris II (sexto rey de la Taifa de Málaga al ocupar el trono entre 1042 y 1047), se deleitaba con el “Xarab almalaqui” el dulcísimo jarabe malagueño, el vino dulce moscatel de Málaga.

Esos vinos, cuya producción, es una de las más antiguas en Europa; el viñedo fue introducido en Málaga por los griegos  sobre el año 600 a. C y desde entonces, son mundialmente famosos.

Viñedos espectaculares situados en pronunciadas pendientes de pizarra, donde por estrechos y curvados caminos, a lomos de los mulos a final de Agosto los lugareños recogen la uva, tiempo de vendimia de la dulcísima uva moscatel de Málaga.  

Uvas recogidas a mano por los agricultores y secadas al cálido y generoso sol del otoño  malagueño, extendidas las uvas en los paseros,  hasta conseguir su punto exacto de humedad y sabor, aprovechando la tradición ancestral de las paseras, mujeres que dejaban las uvas solearse nada más ser recogidas.

A mediados del siglo XIX,  las proximidades del Puerto de Málaga, albergaba la mayoría de los almacenes, donde se preparaban para la exportación las pasas moscateles, los higos secos, los vinos moscateles, las almendras, la naranja amarga para las confituras inglesas y tantas otras delicias tan apreciadas en todo el mundo como los mejores postres de Navidad.

Esta actividad era febril en el mes de Octubre, tanto más cuanto más próxima era la llegada de los navíos que habían de transportar la mercancía que tanto estimaban los paladares extranjeros, llevando el nombre de Málaga, como en la época de la antigua Roma, a todos los rincones del mundo.

Vino moscatel y uvas pasas malagueñas para un riquísimo postre que encierra todo el Sabor a Málaga: Sabayón con vino moscatel malagueño, nata montada y uvas pasas.



El sabayón  o sambayón, en mi afán de aprender el origen no sólo de la receta en sí, sino del nombre de la misma he podido leer que proviene del italiano “zabaglione” y ésta a su vez del italiano arcaico zabajone.

Su origen es incierto, puede deberse a la muy antigua costumbre de consumir bebidas reconstituyentes a base de vino y de yema de huevo (tal y como expliqué en la entrada anterior de Mi cocina); costumbre extendida no sólo en los países mediterráneos, sino prácticamente en toda Europa.

La receta aparece por primera vez en el Libro De Arte Coquinaria del Maestro Martino da Como, publicado alrededor de 1465, sin que especificase ningún origen geográfico del zabaglione,    

¿Cómo lo hice?

Para dos copas:

Ingredientes:

Para preparar el sabayón:
Dos yemas de huevo, medio vaso de vino dulce moscatel malagueño, una cucharada sopera de azúcar blanca.

Para la nata:
Un bote de nata para montar que tenga entre el 35 y el 40 % de materia grasa(200 ml.) y 70 grm de azúcar glacé.

Para decorar:
doce uvas pasas (a ser posible malagueñas, suelo tenerlas macerando en vino moscatel durante dos o tres dias para que se empapen de vino y estén más jugosas.

Los pasos a seguir:

Montar la nata siguiendo estos pasos:
Meter el bote de nata quince minutos antes en el congelador, así como el cuenco e incluso las varillas que se vaya a utilizar.

La nata tarda muy poco tiempo en montar, normalmente no más de 4 minutos, y te darás cuenta de cuándo está lista cuando la veas firme y se empiece a ver un ligero brillo en su superficie. Es el momento de parar, ya que si seguimos batiendo obtendremos mantequilla.

Echar la nata en el bol y empieza a batir a máxima potencia.
Cuando empiece a tomar consistencia cremosa, añadir el azúcar poco a poco y continuar batiendo sin dejar de vigilar. En cuanto se compruebe que está consistente y empieza a brillar, ya está lista.



A continuación:

En un cuenco echar las yemas y el azúcar restante, removiendo hasta que se mezclen de manera homogénea y las yemas aumenten de volumen. 



Añadir poco a poco el vino con ayuda de una cuchara de madera, hasta que quede una crema homogénea.


Echar la mezcla en un cazo y éste a su vez dentro de una cacerola con agua, al baño maria e ir cociéndolo a fuego lento, sin dejar de remover con la cuchara de palo hasta que espese.

Repartir en la copa

decorar con la nata montada y las uvas pasas bien empapadas del dulce vino moscatel malagueño.



  


¿Y no lo van a probar?



ANCHOAS EN ACEITE (Cómo limpiar y preparar las anchoas)

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No lo cuento personalmente a nadie, sólo a veces cuando me siento frente a la pantalla del ordenador y tecleo fluyen esos recuerdos guardados en el diván de la memoria que me convierte en pasajera infinita, en un constante ir y venir del pasado al presente, en un caminar que me transporta a aquellos días vividos.

Iba de su mano, aquella mano suave, cálida y protectora,  manos unas manos ágiles y firmes a la vez, para regalar caricias, para saludar, para decir adiós como la recuerdo el último día que la vi, siempre con su eterna sonrisa en sus labios.

Manos expertas en la costura y en el bordado ayudando a su madre, costurera, al mismo tiempo que acudía a la escuela cercana, manos de niña hecha mayor a fuerza del duro trabajo de una difícil época en la que le tocó vivir.

No cuento que cuando había “faena” trabajaba en el “fridó”, sus manos, sus dulces manos también estaban curtidas por la sal.

Aquella última vez que paseé con ella por el Palo, cerrábamos los ojos y también viajaba nuestra imaginación, escuchábamos el suave tintineo de las hojas de los eucaliptos unidos al piar de los gorriones que anidaban en sus ramas, el paso de la “cochinita” sobre los viejos railes y de fondo, el rumor de las olas.

Cruzamos a la playa y allí varadas las barcas, sobre los chinorros del rebalaje, en ellas descansan  remos y aparejos; los marengos sentados en la misma orilla remiendan sus redes.

Huele a salitre, a mar y miro al sol que poniendose lentamente en el horizonte dibuja en  el azul del mar pinceladas doradas y en el cielo esos tonos violetas, rosas y azules cobaltos constrastando el paisaje con el resplandor de las encaladas y blancas casitas de los pescadores.

Mira, en ésta vivían mi tio “el Tobalo”, en ellas mis primas sentadas en el porche, al lado del pozo cosían, reían, cantaban….Paqui, Mercedes “Maria Rosa”, Maruja “La Pelúa”……y fijaté, ahí está “La Lonja”, el bar de mi primo, justo al lado de los “Aranda” , anda que no he limpiado anchoas en mi juventud y friendo pescado en el "fridó" . Escucho a mi madre decir.

Ahí, suspiré hondo….aprecié el olor a vino moscatel de La Lonja, el olor a alquitran de calafatear las barcas y el olor del Saladero, aquel fuerte e intenso olor a pescado seco, a montañas de cabezas de gambas secándose al sol,  junto a los viejos barriles, pegados a la pared que les separa del Colegio del Padre Ciganda…Era el “fridó” (Freidor) de Ramón Aranda. 


En la explanada de la misma entrada del "fridó"  jugaban sus niñas, allí estaba Blanca Aranda, de rubios cabellos y ojos de un azul intenso, color del cielo malagueño; a unos pasos, junto al Colegio, a lado de mi casa,  “El Paso a Nivel” del Palo,  estaba Casa Pedro…..allí mi padre charlaba con los dueños, con sus amigos Lorenzo y Pedro, justo al lado de la moraga, viendo asar las sardinas, en el suelo; mientras mi tio Rafael “El Poli” me sonreía a lo lejos,  mientras aparcaba los coches que acudían a tan entrañable y desaparecido restaurante, viéndonos llegar a mi madre y a mí, cogidas de la mano.

Aquella mano que limpiaba aquellos boquerones de la Bahía, los que pescaban mis mayores en las jábegas del Palo, lugar en la que había “freidores” de pescado para conservas y saladeros de sardinas y boquerones.   

Y es que la historia de la pesca en la barriada marenga del Palo es tan antigua y tan remota como las civilizaciones que se asomaron a sus playas; expertos pescadores y expertos en la conserva de pescado, sobre todo arencas (sardinas) y anchoas (boquerón).

Las anchoas, tan populares, se elaboran con boquerones capturados durante los meses de marzo, abril, mayo y junio, que es cuando tienen un mayor contenido graso.

Los hombres y mujeres del Palo, de la mar, también en gran medida eran expertos trabajadores de la anchoa, el popular y característico boquerón en salazón, una técnica ancestral y a la vez actual, secar y conservar el pescado con sal, donde el “anchovero” trabaja el pescado para embarrilarlo, después de que manos expertas las “escalen” (escalar es descabezarlos y quitarles las tripas), después de tenerlas dos o tres días en agua con sal hasta que se desangran.

Posteriormente en depósitos, hoy en día de plástico, se van colocando por capas, formando coronas, alternando una capa de sal y otra de anchoas; esto se realiza el mismo día que llega el pescado ( a cuanto más sal, peor será su conservación).    Así estarán un mínimo de tres o cuatro meses, hasta un ocho meses o incluso un año.

En este tiempo, van perdiendo agua y grasa, incorporando sal y adquiriendo las características de color, olor y sabor propias de la anchoa, en un lugar fresco para que no se deterioren; esperan “aletargadas” a unas manos expertas que las limpien y las sirvan en las mesas.

Manos expertas como aquella mano que me agarraba fuerte, protectora, dulce, cálida y suave, con olor a mar: las manos de mi madre.

Y como ella solía hacer, yo he limpiado éstas increíbles anchoas, boquerones en salazón que el olerlas me hacen viajar en mi memoria, recordar las playas del Palo, oler el salitre, un beso de la mar…..


¿Cómo las hago?   Recordando las manos de mi madre, siguiendo sus pasos

Ingredientes: 
Anchoas (las compro en un puesto del Mercado de Huelin



aceite de oliva virgen extra, dos o tres dientes de ajo y perejil.

Los pasos a seguir:

Coger cada anchoa y limpiarlas bien de sal bajo el grifo o incluso manteniendolas en agua durante dos o tres minutos; dándole con los dedos de forma suave desde la cabeza a la cola, así se limpiará de posibles escamas.

Cortar con unas tijeras los extremos, tanto la cola como el borde donde estaba la cabeza.

Abrirla y limpiarla de su espina central (ayudándose con un pequeño cuchillo si fuese necesario); para ello introducir un dedo presionando la espina desde la cabeza hasta la cola.   

Quitar con cuidado, las espinas que queden adheridas en los lomos (sobre todo en la parte de la barriga del animal).

Volver a enjuagar y colocarlas en papel de cocina.



Colocarlas en el plato donde se vaya a presentar y echar aceite de oliva virgen extra  a ser posible malagueño).


Costumbre en mi familia añadirle ajos picados y perejil fresco….. 



Así que preparen unos buenos trozos de pan…un vinito bien fresquito.....Sabor y tradición malagueña en Mi cocina.  

Entrada de hoy que le dedico a mi querido suegro, ése gran artista malagueño, un gran pintor (si pasean por el blog podrán ver una gran parte de su obra, de sus cuadros....), quien disfrutó de éste plato en su 83 cumpleaños.  Según él, lo mejor que le pude preparar en mi cocina...

Felicidades "abuelo".... 
 

HOJALDRE RELLENO Y CUBIERTO DE MERENGUE CON UN TOQUE DE CANELA

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Aún caía la noche, tenues luces bordeaban el sendero cruzando entre el espesor de los grandes de ése jardín natural que se extendía hacia la orilla misma de la lejana línea de arena; el olor a tierra mojada, los extraños sonidos de los pájaros que comenzaban a desperezarse en aquella jungla, el chirriar de los grillos, el calor húmedo, el aroma salvaje de los manglares por los que atravesaba el camino, me envolvieron por completo.  

La suave brisa me acarició mi piel, me impregna y escucho el eco de las olas, el olor del mar inundó mis pulmones; me acerqué a la orilla, la blanca arena estaba fría y miré al horizonte, el amanecer comenzaba a clarear, el primer rayo  de un dorado sol se reflejaba sobre el mar, brillando en las tranquilas y cálidas aguas en un estallido de luz y color.

De pie, en la orilla, extasiada por la visión del resplandor de ése primer rayo de luz de la mañana que me rodea, aspiro el olor de los mangles, del mar y soy consciente de que ése mar tranquilo y amable, es el Caribe. 

Fue nuestro primer viaje a Republica Dominicana a mediados de 1998 (volvimos en tres ocasiones más), descubrimos ésa maravilloso lugar, ésa isla Caribeña, La Española conocida por sus pobladores originales como Quisqueya…..y el mar, ése mar que guarda tan maravillosos tesoros naturales en sus coralinos fondos.

En sus playas escuché por primera vez al rey de la música tropical, el llamado “merenguero boricúa”, a Elvis Crespo….su canción “Suavemente” marcó aquel primer viaje, luego al siguiente año “Pintame”…sus canciones fue el fondo musical, su ritmo, el “merengue” me suena a Punta Cana, Playa Bávaro, Santo Domingo, Puerto Plata, Samaná, La Romana…. “Merengue, merengueeeeeee”.

¿Sabían que en  algunos momentos de la historia las autoridades prohibieron el merengue, o el perico ripiao como también se conocía, en los grandes salones de baile de la Republica Dominicana?   Fue en 1930 cuando ése baile empezó a expandirse hasta que Rafael Trujillo (ejerció como Presidente durante más de 30 años), lo selecciona como música y baile oficinal de la República Dominicana.

Al igual que otros bailes tropicales, como la salsa, el baile del merengue nace de la fusión entre el ritmo africano y lo europeo, aunque es posible que el merengue tenga su origen de un baile africano: la meringha.

Aunque éste otro merengue…no es caribeño, es el merengue de origen francés..un merengue que no se baile, que no se escucha, se degusta, se disfruta también pero comiéndose…


Con merengue “francés”, preparé éste pastel a petición de mi suegro:  mucho, mucho merengue, poco hojaldre y un pelín de canela.



¿Cómo lo hice?

Ingredientes para el merengue:
240 grmos. de claras de huevo (usé las que venden ya embotelladas) a temperatura ambiente, 240 grmos. de azúcar blanca y 240 gramos de azúcar glass (especial repostería, muy fina), media cucharadita pequeña de crémor tártaro
Una placa de hojaldre (de las que venden refrigerada en cualquier supermercado).

Para adornar:
Canela molida (al gusto), un trozo de canela en rama y guindas en conservas.
Los pasos a seguir:

Precalentar el horno a 200º C y una vez caliente hornear hasta que esté dorado, con cuidado de que no se llegue a quemar.
 (la que compre era cuadrada, una vez horneadas la partí por la mitad, recorté los bordes con cuidado de que no se rompiera y dejé dos rectángulos del mismo tamaño).

Mientras preparar el merengue:

En un cuenco echar las claras, batir hasta que estén espumosas.

Agregar el crémor tártaro al batido.

Sin dejar de batir incorporar el azúcar a cucharadas o en forma de lluvia, para darle tiempo a que se disuelvan los cristales.

Continuar batiendo hasta lograr un punto firme. 

Con una espumadera cernir sobre el merengue el azúcar glas batiendo a velocidad máxima. El merengue ya tendrá el volumen necesario (el tiempo batiendo aproximadamente unos diez minutos desde el comienzo).
Se puede comprobar que está en su punto cuando al levantar las varillas se forma un pico consistente o bien (y esto último tiene su peligro) al volcarlo no se cae el merengue.  (en éste momento me salió mi lado infantil, he de contar que lo hice….y menos mal: no se cayó absolutamente nada).


Rellenar con el merengue las placas de hojaldre de forma que no quede aire en el interior.

Colocar la primera capa de hojaldre relleno en el plato donde se va a presentar y untar con cuidado de merengue, colocando encima lo otra capa (también rellena).

Con una espátula comenzar a cubrir todo el hojaldre rellenando huecos y que quede uniforme.

Espolvorear con canela molida, adornar con las guindas y la canela en rama.



Dulce fin de semana…..

PAD THAI (SALTEADO DE FIDEOS DE ARROZ CON CARNE Y VERDURAS EN WOK) - (Videos de la preparación)

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El olor y el aroma también nos hace viajar en la memoria; cada ciudad, cada lugar tiene un olor característico que nos hace recordar un momento vivido, sobre todo en cuanto a gastronomía se refiere.
Si alguien me preguntara ¿a qué huele Bangkok?, automáticamente diría a frutas, a especias, a hierbas, a lima, a comida asada o frita, a un dulzor picante único, especial y exótico.  

Y es que Bangkok es una ciudad que entra por el olfato y activa todos los sentidos dejándonos llevar por el calor húmedo, la lluvia torrencial, el fluir de su gran rio “Chao Phraya”, arrastrados por el vertiginoso ritmo de la Ciudad de los Angeles, ésa gran urbe que es Bangkok y el ir y venir de gente, motocicletas, puestos ambulantes y cocineros en la calle.

En Bangkok, la calles es en sí misma un gran restaurante; sencillos puestos de comida callejera inundan cada esquina de la capital de Thailandia, rebosantes de clientes a cualquier hora del día y de la noche, distribuyendo raciones incluso en bolsitas de plástico o desplegando mesas y taburetes de plástico, improvisados “restaurantes” en las aceras e incluso en las tradicionales y típicas barcazas de sus canales donde se mezclan con vendedoras de todo tipo de mercancías en sus famosos mercados flotantes.



Uno de los platos míticos es el reconocido “Pad Thai” (en tailandés ผัดไทย), siendo el plato más popular de Thailandia, una de las especialidades más fáciles y sabrosas de encontrar en la comida callejera donde lo cocinan al momento y ante el comensal tan delicioso como en los mejores restaurantes.

Se trata de un plato completo y variado y con el que es fácil no equivocarse, ya que lleva pasta, verduras, carne, marisco o tofu, frutos secos y, eso sí, suele ser más o menos picante, en función del sitio y de lo que nos guste o estemos acostumbrados.

En mis dos viajes a Thailandia (el primero en Noviembre de 1994), la única palabra que aprendí a decir y que no he olvidado, la expresión «mai phet» (pronunciado mai pet), que quiere decir «no muy picante».  

Y el Pad Thai o Phat Thai…picaba y mucho en thailandia. 

Pad Thai (Pad significa revoltijo frito) y como su nombre indica,  en su versión original (según tengo entendido) y completa, es un delicioso “revoltijo”, hecho en wok, a base de fideos de arroz, con carne, incluso gambas y verduras, lógicamente aderezadas con salsas orientales…y el chile picante.

Para entender la cocina tailandesa, hay que conocer uno de sus utensilios más básicos con la que se cocina, el famoso “Wok” o sartén oriental ovalada tan común en todas las culturas asiáticas.

El origen del wok se atribuye a la China del siglo X cuando se desarrollo su uso de metal , aunque es cierto que se han encontrado elementos muy parecidos de barro o cerámica en yacimientos prehistóricos del continente asiático

Gracias a la forma del wok, muy ovalada , se consigue una tipo de cocción rápida y uniforme , permitiendo poder mantener el sabor y olor de los alimentos, remover bien la comida y mantener su punto de cocción; algo básico dentro de la manera oriental de concebir la cocina,  el poder combinar todos los elementos y así poder jugar mejor con sus resultados.

Y con mi apreciado y antiguo “wok” que me acompaña desde hace muchos años en Mi cocina, he preparado éste delicioso “pad thai” que tango gusta a mi familia….



¿Cómo lo hice?

Ingredientes para tres personas:

Seis filetes de ternera (finos), seis filetes de cinta de lomo de cerdo, un diente de ajo, una cucharadita pequeña de tabasco o en su lugar un chile fresco rojo picado (o si prefieren sin picante se puede omitir…., personalmente prefiero usar tabasco y así “controlo” el grado de picante de la receta), dos cucharadas de salsa de pescado (se encuentran en supermercados orientales), cuatro cucharadas soperas de salsa de soja, dos cucharadas de zumo de lima, una cucharada de azúcar moreno, 10 grms. de cacahuetes (sin piel), unas hojitas de cilantro fresco, aceite de girasol (en su defecto se puede usar de oliva),  150 grmos de fideos de arroz tipo vermicelli (ésta variedad de fideos se caracteriza por ser blanco en lugar de transparente), medio pimiento rojo, un pimiento verde (tipo italiano), medio puerro (la parte más verde), medio calabacín, una zanahoria, una cebolla blanca dulce mediana, seis champiñones.

Los pasos a seguir:

Cortar los filetes de ternera y cerdo en tiras alargadas.
Lavar bien la verdura, pelar la zanahoria y cortar los pimientos, la cebolla y el calabacín (dejándole la piel) en juliana (tiras alargadas).

Cortar los puerros en rodajas, dándoles forma redondeada pero alargada.

En un mortero majar los cacahuetes, el ajo y el cilantro, echándolo posteriormente en un cuenco e incorporando la salsa de pescado, la salsa de soja, el zumo de lima, el azúcar moreno y el “picante” que deseen (suelo echar una cucharadita pequeña de las de café).  Remover todo el conjunto y reservar.

Hervir los fideos de arroz, según las instrucciones del fabricante (unos cuatro minutos aproximadamente, preferible un poco menos que no se cuezan en demasía…hay que tener en cuenta que luego se harán un poco más en el wok) y escurrir bien, enfriar rápidamente bajo el grifo y reservarlos.

Untar de aceite el wok, dejando en el fondo un poco de aceite (unas dos cucharadas) de forma que cubra el fondo.

Cuando esté caliente echar la cebolla, remover unos minutos y añadir la carne salteando todo el conjunto sin dejar de remover durante unos minutos.



Añadir los líquidos que se mezcló con el “majaillo” reservados en el cuenco y dejar hervir dos o tres minutos a fuego fuerte.   Retirar del wok y reservar.



Volver a “engrasar” el wok con aceite, dejando igualmente un poco de aceite en el fondo.

Una vez que comience a humear ir salteando la verdura: en primer lugar la zanahoria, a continuación los pimientos, a continuación el puerro y por último el calabacín y los champiñones.  



Pasado dos minutos (me gusta que la verdura quede “al dente”), incorporar la carne junto con la salsa, remover bien



por último y añadir los fideos de arroz removiendo todo el conjunto.



Remover todo los ingredientes



Servir muy caliente…. 

Nota.- 
Debo de aclarar que toda aquella receta de Mi cocina, no puedo, ni debo decir que sean “originales”, aunque debo catalogarlas como tradicionales o tipicas de una zona en concreto.
De hecho éste Pad Thai es una adaptación muy personal y “sui generis”, preparada al gusto y productos concretos en la que me limito a seguir mis recuerdos y realizándola a mi manera, a mi forma de cocinar, siempre intentando ser lo más fiel posible.   
El Pad Thai suele llevar pasta de tamarindo, tortilla de huevo y gambas....pero ése será otro "revueltillo" o "revoltijo" en Mi cocina....espero que no sea en un futuro muy lejano.  

REVUELTO DE ESPINACAS CON GULAS, LANGOSTINOS Y JAMÓN SERRANO

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Fue a partir de los años 70 cuando por motivos profesionales tuve que empezar a viajar con frecuencia no sólo por todo el territorio nacional, sino también por el extranjero; por ello fue habitual y normal el hecho de tener que comer fuera de casa y que los restaurantes fuera durante días e incluso semanas, una extensión de mi propia casa a la hora de alimentarme.

Aunque Málaga en la década de los 70 era una provincia que despuntaba en restauración debido al “boom” turístico, no dejaba de ser una capital de provincia y por ello aunque había muy buenos restaurantes hay que reconocer que en aquella época a pesar de que los grandes chefs empezaron a llamar la atención y consagrar la cocina como un estilo de vida, aún Málaga no brillaba por tener muchos y exitosos restaurantes como ocurre hoy en día.

Una década donde ya los malagueños comenzábamos a requerir en los restaurantes una presentación y unas recetas diferentes a la que preparábamos en nuestras casas, unas cartas que fuesen más allá del “pescaito” frito, los espetos de sardinas o los platos clásicos del interior de la provincia malagueña.   

Y lógicamente voy “tomando nota”, voy aprendiendo y trasladando mis experiencias, a mi cocina….  

Llegan los años 80 y no sólo comienza mi andadura gastronómica por otros países, sino que voy aprendiendo y observo en los restaurantes nacionales que suelo visitar, que llegan nuevos estilos a los platos, en las recetas; nuevas formas de presentar la comida, nuevas “modas” que marcaban tendencia y  llegaban con fuerza para enamorar con la comida a los clientes.    

Ya a partir de los años 90, compruebo que más que evolucionar, la cocina de los restaurantes malagueños también revolucionan, resurge sin dejar atrás la tradición, con novísimas presentaciones y decoraciones sorprendentes que se comen: flores, brotes, salsas…..

Aunque es en éste siglo XXI cuando me doy cuenta de que la cocina es vanguardista, nuevos estilos, más tendencias, más moda, técnicas que nos suenan aún futuristas: al vacío, esferificación, atmósfera controlada, cocinar con nitrógeno líquido, espumas y un larguísimo etcétera que me hacen pensar que los fogones están en manos de alquimistas más que de cocineros.     

Formas y estilos que personalmente me siento incapaz de realizar…pero que admiro y en cierta medida la disfruto.

Con el pasar de los años, comprobamos que la cocina ha ido evolucionando, cambiando para impresionarnos, para asombrarnos y deleitarnos cada vez más; pero no hay que dejar atrás aquellos platos que en su día fueron todo un clásico en los grandes restaurantes, que pasaron de moda incluso con el paso de los años,  aún perduran,  quizás no falten en mesones o restaurantes más tradicionales, en nuestros hogares y en nuestras mesas.

Uno de ellos, son los clásicos “revueltos”, tan de moda en los años 70, 80 e incluso si mal no recuerdo, en los años 90……pero siempre en Mi cocina.   

Un plato muy socorrido, rápido de hacer, que admite cantidad de ingredientes, fácil de preparar y lo que es mejor: delicioso.   Todo un clásico en Mi cocina.

En ésta ocasión lo he hecho con espinacas, gulas, langostinos, jamón serrano….y por supuesto, algo que no puede faltar en un revuelto: los huevos.



Siempre suelo tener gulas en el congelador, paquetes pequeños (uso, al igual que los langostinos congelados, la marca Pescanova).

Por cierto ¿sabían que las gulas son un sucedáneo elaborado con surimi (o “palitos de cangrejo” que tampoco falta en el congelador de casa por cierto, es un producto que hace más de 900 años ya se fabricaba en Japón), a base de un pescado llamado Abadejo (muy similar al bacalao) que se suele pescar en Alaska? Mezclada la carne de pescado picada  con aceites vegetales, clara de huevo, harina de trigo o fécula de arroz, soja y marcando el “lomo” con extractos de anguila o almeja y los ojos con tinta de sepia….imitan casi a la perfección la apreciada “angula”.    

¿Cómo preparé ésta receta?



Ingredientes:

Un paquete de espinacas frescas (se puede encontrar en refrigerados de cualquier supermercado o bien en los mercados tradicionales), langostinos (la cantidad al gusto), un paquete de gulas, tres huevos pequeños, dos dientes de ajo, una ramita de perejil fresco, jamón serrano picado en trozos pequeñitos, sal y aceite de oliva virgen extra.

Los pasos a seguir:

Cocer en agua con sal las espinacas durante unos cinco minutos aproximadamente, escurrir bien y pasarla a un cuenco con agua y hielo a fin de cortar la cocción y que no ierdan el verdor.  Escurrir bien y reservar.

Pelar los langostinos y cortar los ajos en láminas.

En una sartén antiadherente echar el aceite de forma que cubra el fondo.

Cuando esté caliente echar los ajos y a fuego pocharlos a fuego lento; antes que se lleguen a dorar agregar los langostinos, dándoles algunas vueltas.

Añadir las espinacas, echar un poco de sal  y con una cuchara de madera rehogarlas, removiendo, durante cinco o seis minutos procurando ir despegando las hojas.
Incorporar las gulas y remover bien. 

Mientras, en un plato batir bien y vigorosamente los huevos para agregar aire y volumen. Salar al gusto.

Echar los huevos batidos en la sartén, justo encima y de forma que queden homogéneos por toda la sartén agregar el jamón serrano y a fuego medio dejarlos cocinar hasta que estén en el punto deseado (personalmente, me gustan cuajados, no crudos).

Apartar la sartén del fuego antes de que estén los huevos totalmente cuajados y espolvorear las hojas de perejil.

Pasarlos a la fuente donde se servirá en la mesa (al ser antiadherente la sartén, suelo pasarlos directamente…sin necesidad de espátulas)….de la sartén, al plato….


¡¡ Buen provecho !!

ARROZ CON COCO Y MANGO (KHAO NIAO MAMUANG)

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Quienes visitan Mi cocina y han leído sobre todo las introducciones de las recetas orientales, mis relatos o recuerdos de algunos de mis viajes, saben que uno de los destinos que más me apasiona es Thailandia, país al que he viajado en dos ocasiones y por el que siento una fascinación especial.

Llegué a Thailandia por primera vez en el año 1994 y fue en su capital, Bangkok (su traducción es “Ciudad de los Angeles”), la “Gran Mango” como suelen llamarla los thailandeses, donde descubrí una ciudad que sólo puedo describir como una visión estimulante y emocionante para los sentidos.

Y su gastronomía, al igual que sus paisajes, sus palacios, sus monumentos y su cultura, no me dejó en absoluto indiferente.  

La comida tailandesa es un manjar para el paladar y para la vista… sus sabores son refinados, sus ingredientes de una variedad sorprendentes, sus platos armoniosos, aromáticos, llenos de color y sumamente elegantes.  Y para el olfato, ya que sus aromas envuelven sus platos e invaden sus calles con sus puestos ambulantes.   

Fue entonces cuando descubrí la gran variedad de frutas que en una mayoría eran desconocidas para mí, un amplisimo abanico de colores, extrañas formas y sabores increíbles repletos de exotismos.   Incluso muchas de ellas aunque conocidas, allí me sabían y me resultaban diferentes, con distinto sabor…..

Papaya, guayaba, longan, mangostán, manzana de agua, rambután, lichis, santol, durián, fruta de la serpiente, piñas y plátanos enanos, sandías, melones, cocos, pomelos e incluso fresas….y mango.    

¡¡ Adoro, me encanta el mango !!

Es con mango con lo que se prepara uno de los postres más típico y delicioso thailandeses, que aunque parezca increible no lleva nada de picante, el llamado “Khao Niao Mamuang” o arroz con coco y mango: una exquisitez.  



Éste postre lo suelen preparar con el llamado arroz glutinoso, arroz pegajoso o ‘sticky rice’, con leche de coco (Ka-ti) que por cierto suele estar muy presentes en los postres thai y mango maduro, dulce, suave, aromático….una mezcla de sabores extraordinaria, sorprendente….

¿Se animarán a probarlo de ésta forma tan sencilla?....




¿Cómo lo hice?

Para dos personas:

150 gramos de arroz (he usado tipo Thai, Jazmin…no glutinoso), un vaso de leche de coco (se encuentra en cualquier supermercado), cuatro cucharadas soperas de azúcar morena, una cucharadita de café de sal, semillas de sésamo (ajonjolí) tostadas, medio mango (si es grande, o un mango si es de tamaño pequeño).

Los pasos a seguir:

Cocer el arroz en agua con sal siguiendo las instrucciones del fabricante.
Escurrir bien y reservar.

En una cacerolita echar las semillas de sésamo y dejarlas tostar durante un minuto, removiendo con cuidado de que no se lleguen a quemar. Reservar.

Mientras, en una cacerolita cocer la leche de coco disolviendo el azúcar durante unos minutos.

En un cuenco echar el arroz y añadir la mezcla de leche de coco con azúcar y dejar reposar.

Cortar el mango en trozos pequeños.

Servir el arroz en cuencos, colocar las rodajas de mango (bien encima o en un lado) y espolvorear con las semillas de sésamo.
(Se puede consumir dejando parte de la salsa en el frigorífico a fin de que haya contraste de temperaturas entre el arroz recién hecho y la salsa fría)…

Servir inmediatamente y a disfrutar……

BACALAO REBOZADO EN SALSA DE TOMATE CON SU GELATINA AL HORNO

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Estoy totalmente segura de que en alguna ocasión habrán escuchado ésa expresión tan popular:  ¿ Aquí quién corta el bacalao?...
o como siempre solemos decir los malagueños: ¡ Aquí quién “parte” el bacalao ¡

Con dichas expresiones solemos indicar que persona es la que manda o quién toma las decisiones en un lugar determinado.

Mi curiosidad a veces no tiene límites, sobre todo en cuanto a gastronomía se refiere y procuro saber, leer o aprender siempre un poco más y con respecto a ésta tan traída y llevada frase quería saber su origen, después de que me viniese a la mente haciendo ésta receta.  Buscando y rebuscando por éstos caminos virtuales, he podido averiguar que existen varias ideas sobre su origen.

Una de las fuentes, citan su origen en la época de carestía de alimentos, época de hambre y penuria en nuestro país, en la que el bacalao, alimento básico y fácil  de conservar, se servía a la mesa y el que cortaba y repartir los trozos a consumir, era el padre, el cabeza de familia, el que “mandaba” en el hogar.

También señalan que señalan su origen en las tiendas de ultramarinos, en las que el bacalao debía ser cortado con un cuchillo largo y afilado quien únicamente lo podía o sabía usar el dueño o encargado del establecimiento. 

He llegado incluso a leer que debido que era fácil de transportar,  gracias al enorme tiempo que duraba sin echarse a perder, se usó como alimento en larguísimos viajes marineros, a la hora de comer, recibían un trozo de bacalao previamente cortado por el patrón del barco.

Por cierto ¿saben el origen de la palabra bacalao? Existen varias hipótesis. Una de ellas asegura que el nombre “bacalao” proviene de la isla de Bocalieu, cercana a Terranova donde se suele pescar; hay quien sostienen que tiene su origen en la palabra irlandesa “bachall”, instrumento que usaban para pescar tan delicioso pez y hay quien indica, incluida la Real Academia de la lengua Española, que su origen etimológico procede del Euskera “bakailao”, lugar donde el bacalao es producto por excelencia en su rica y variada gastronomía ……

Sea como fuere, lo que sí puedo asegurarles con rotundidad que en Mi cocina, yo soy la que corta y parte el bacalao…..

Bacalao que una vez cortado y desalado preparé rebozado, con tomate y al horno. 


¿Cómo lo hice?

Ingredientes:
Tres trozos de lomo de bacalao salado, media cebolla blanca dulce (o una entera si es pequeña), dos dientes de ajo, una ramita de perejil, medio vaso de vino blanco, una hoja de laurel, un huevo, harina de trigo, tres tomates gordos bien maduros, una pimiento chile (una guindilla pequeña), sal, aceite de oliva virgen extra.

Los pasos a seguir:

Desalar el bacalao.  Para ello, una vez cortado en trozos, sumergirlo durante unas cuatro o cinco horas aproximadamente, cambiando varias veces el agua, aligerando así la sal con cada cambio.  Aconsejo que en el momento de cocinarlo esté el bacalao a temperatura ambiente, así tendrá más esponjosidad.  
Picar la cebolla en trozos pequeños, rallar los tomates y cortar los ajos en láminas.

En un plato, batir el huevo.

Secar bien los trozos de bacalao con papel de cocina y con un cuchillo afilado quitarles la piel, reservar el bacalao y la piel por separado.

En una cacerolita echar el aceite y dejarlo calentar, mientras rebozar los trozos de bacalao en harina, sacudir bien y pasarlo por el huevo batido.

Echar los trozos en la cacerolita, freírlos por ambos lados y cuando estén dorados sacarlos y colocarlos, reservándolos, en una cazuela de barro.

En el mismo aceite sofreir la cebolla y la hoja de laurel echándoles un poco de sal; antes de que comience a dorarse, agregar el tomate, el pimiento chile, la hoja de laurel dejando sofreir a fuego lento hasta que el tomate esté frito (unos diez o quince minutos aproximadamente), salar al gusto. Apartar del fuego y reservarlo.

En una sartén echar un chorreoncito de aceite y pochar a fuego lento los ajos,  el perejil y la piel de los trozos de bacalao, removiendo unos dos o tres minutos.

Agregar el vino y dejamos reducir unos cinco minutos (la piel irá soltando la gelatina).

Utilizando un colador, colar el caldo resultante sobre el refrito de tomate (desestimando la piel y los ajos lógicamente).   

Remover con un colador con movimientos circulares para que la gelatina y el tomate frito se mezclen bien.

Añadir la salsa encima del bacalao e introducir la cazuela en el horno precalentado a 180º C durante quince minutos aproximadamente (dependiendo del grosor del pescado).

Acompañar con unas patatas fritas.


¡¡ Buen provecho y buen fin de semana !!   
 


LANGOSTINOS CON PIÑA AL CURRY ROJO CON LECHE DE COCO AROMATIZADO CON CILANTRO

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La magia de los lugares es una fórmula secreta entre lo vivido, con quién lo has vivido, los recuerdos que queden en tu mente y las emociones que traigas en tu corazón.


Una fuerte tormenta azotaba con sus ráfagas de viento la ciudad, la lluvia golpeaba con fuerza los cristales del ventanal, mientras los rayos la iluminaban al compás de los truenos, hasta que las primeras luces del día dejaban entrever un cielo despejado que auguraba un día espléndido.


Sonó el teléfono y por su auricular escuché una voz melodiosa: Gooooood morninnng.  Aún las agujas del reloj no habían acariciado las seis de la madrugada; mientras en el hilo musical de la habitación del hotel sonaba aquella vieja canción de Roberta Flack, “Killing me softly with his song”.


La jornada se presagiaba intensa, llena de emociones y aventuras para aquel adolescente de apenas quince años.    


Días atrás ya había experimentado conocer la ciudad, surcando los canales, sus turbias aguas en lanchas rápidas e incluso en pausados restaurantes flotantes; surcar sus caóticas calles en coloridos e intrépidos tuk tuk.


Sentir la emoción de viajar hasta Kanchanaburi en aquel famoso ferrocarril, dispuesto a caminar por el Puente sobre el rio Kwai, intentando no silbar sin querer la famosa “Marcha” del Coronel Bogy (la banda sonora de la película basada en su construcción).


Pasear sentado a horcajadas sobre la cabeza de un gran elefante en Ayutthaya, sin olvidar la sensación de poner sobre sus hombros una enorme y pesada serpiente.


No fue una noche tranquila ¿la lluvia casi monzónica, los truenos o los espectaculares relámpagos que iluminaban la noche? ¿Fue la emoción por poder verlo cumplir su sueño?...  ¿o quizás la razón estuvo en la cena? Le encantó el marisco.  


Pero aquel día, lo esperaba con especial interés: quería tocar un tigre y sentir la sensación de estar cerca, muy cerca de los cocodrilos……..
Él disfrutó su gran momento, yo viendole, animándole, mientras le grababa en video... en casi todo momento gritando de miedo.


Ése mismo día…viajamos hasta el Golfo de Siam, queríamos ver el mar.   Allí, en un restaurante ubicado en la misma orilla del Pacífico, sobre un bellísimo pantalán de madera, escuchando los graznidos de las gaviotas y el rumor del mar, volvimos a comer marisco.


El mar, siempre la mar …. Han pasado casi veinte años y mi memoria y recuerdos vivos como el primer día, al igual que mi pasión por Thailandia, por su cultura, sus paisajes, su historia, su gastronomía…. 


Una gastronomía que procuro disfrutar en mi cocina, siguiendo mis libros de recetas orientales.   En ésta ocasión unos deliciosos langostinos con piña y leche de coco, estilo Thai.



¿Se animan a probarlo?  ¿Cómo hacerlo?




Ingredientes para dos personas:


Seis rodajas de piña en su jugo (más la mitad del jugo del bote), una cucharada pequeña de pasta de curry rojo tailandés (se puede encontrar en tiendas orientales e incluso en supermercados, personalmente lo suelo comprar en Torremolinos en un supermercado oriental), una cucharada de curry amarillo (personalmente añado éste curry para que no me salga tan picante), dos cucharadas de salsa de pescado, una cucharada pequeña de azúcar moreno, langostinos (la cantidad que prefieran, suelo poner unas ocho o diez por persona, dependiendo el tamaño), una ramita de cilantro fresco, medio bote de leche de coco (igualmente hoy en día se encuentra en cualquier supermercado), sal.

Y para acompañar arroz jazmin….(arroz tipo thai).


Los pasos a seguir:


Cortar la piña en trozos.


Pelar los langostinos quitándoles el hilo intestinal.


Cocer el arroz en agua con un poco de sal siguiendo las instrucciones del fabricante. Escurrirlos bien y mantenerlo caliente.


En una cacerola echar la leche de coco, el zumo de piña, la salsa de pescado, el azúcar, el curry rojo, el amarillo y remover todo de forma que quede bien integrado.  Salar al gusto.


Llevar a ebullición y agregar la piña y los langostinos dejándolos cocer unos dos o tres minutos, hasta que estén cocidos.


Servir los langostinos acompañados de arroz espolvoreando con el cilantro fresco.


Fácil, rápido de preparar, exótico y sencillamente delicioso….




Cada viaje llega en un momento diferente de la vida, y dependiendo de lo que tú necesites te aporta de un modo u otro grandes experiencias y cultura.   

Algunos te aportan el hecho de haberlos imaginado en los libros, haber visto ese escenario miles de veces en películas, otros te aportan paz, riquezas espirituales y culturales, en definitiva te hace sentir vivo.

TARTA DE TRES CHOCOLATES

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No tengo ningún talento especial, simplemente soy apasionadamente curioso.

Quizás en alguna ocasión  habrán leído ésta frase y como a mí me ocurrió, no saber o recordar  que la dijo el mismísimo Albert Einstein.

Quien diría que Einstein se definiría como alguien que no posee un talento particular, sino que simplemente ponía pasión y una curiosidad infinita para entender, para descifrar algo más allá de lo que a primera vista, uno podía encontrar.  

La curiosidad, la pasión…..puede hacer verdaderos milagros.   

La palabra pasión, viene del latin, “patior” que significa sufrir o sentir.  Dicen que la pasión, en definitiva, es una emoción intensa, un sentimiento, que engloba entusiasmo……

Creo firmemente que los grandes chefs, los cocineros que sobresalen en descubrir nuevos caminos, nuevas tendencias, darle forma a la comida....no sólo pueden presumir de genialidad, sino también de tener arte.  Por ello, les admiro e incluso sigo la trayectoria profesional de muchos de ellos.

Quizás porque estoy totalmente convencida de que yo no tengo ésas cualidades, ni “genio”, ni arte en la cocina….aunque sí que me considero una persona  apasionada y a la vez curiosa, por lo que aunque no sea un “genio” de la gastronomía, intento no dejar de aprender, de experimentar, aunque a veces yo misma crea que es un milagro poder cocinar ciertos platos.

¿Quién me iba a decir hace unos años que yo haría pasteles, dulces o bizcochos?... Pero por lo menos lo intento, aunque los resultados no sean en cuanto a estética o presentación los mejores.    Como me ha ocurrido en ésta ocasión.

Por fin me atreví a preparar la tarta más famosa de la blogosfera gastronómica, la famosísima y archiconocida, tarta de tres chocolates… ¡No me dirán que no la conocen!  ¡Con total seguridad que la habrán probado e incluso preparado¡

Me apasiona el chocolate ¿y a quién no? Y a pesar de ello, me daba un “no sé qué, qué se yo” ponerme manos a la obra, no me decidía…hasta que por fin, me aventuré y les puedo asegurar que no será la última….no es en absoluto difícil; de sabor y textura salió bastante bien, me falló la estética y es que me pueden los nervios; como me decía mi padre: “eres más nerviosa que el jopo de una chiva” ….. 

¿Y las fotos? Qué mal me salieron; sobre todo la de la tarta completa. Algún día espero poder contar con una cámara de fotos de mejor calidad, más paciencia para realizarla, tiempo y buen tiempo, el nublado no me ayudó en absoluto. 


Pero no por ello, quiero dejar de publicarla, aunque me avergüence hacerlo.

Así que como decimos los malagueños, me da “apuro” publicar ésta receta con éstas fotos, pero no puedo dejar de pasar la oportunidad de animar a quienes como yo, empezamos a hacer nuestros “pinitos” en éste difícil y apasionante mundo de la pastelería y sobre todo a trabajar el chocolate. 

El olor a chocolate impregna mi cocina y ése penetrante aroma me trae recuerdos, añoranzas de mis seres queridos: mi madre que adoraba y preparaba el chocolate a la taza como nadie, mi hermano que aún hoy en día no puede pasar sin su taza de chocolate en polvo, aquel que se comercializaba a principios de los años 60 Toddy…aquel eslogan publicitario: O Toddy, o nada.   Me acuerdo de mi querida amiga Ana a la que no le podía faltar sus tabletas de chocolate en su despacho de la Torre de Madrid y a mi preciosa sobrina Patricia…por la que siento “pasión” y que al igual que su abuela y su padre adora ése agradable sabor del chocolate. ¡¡ Cuantas tazas de chocolate a la taza le he preparado de pequeña !!

La curiosidad me mueve….me informo y les cuento: ¿Sabian que aunque la principal razón para consumir chocolate sea el placer que produce su sabor, también tiene efectos beneficiosos para la salud?        

La ingesta de chocolate estimula la segregación de una hormona llamada serotonina que produce una placentera sensación de bienestar; mejora en gran medida la depresión.

El cacao posee una acción antioxidante, su consumo reduce la oxidación de las células, retardando por tanto el envejecimiento

Algunos estudios también observaron una moderada reducción en la presión sanguínea, tras ingerir chocolate negro diariamente.

Es asimismo un buen aliado de nuestra belleza (las semillas de cacao tienen virtudes hidratantes, tonificantes y regeneradoras).

Pero, por encima de todo, si hay una virtud que en el chocolate destaca sobre el resto… ¡es que está buenísimo!.....y si en un mismo bocado se unen tres tipos diferentes de chocolate, como en éste pastel, intenso, con leche y chocolate blanco… ya es todo un verdadero placer.

¿No tienen curiosidad por probarlo?.....No es en absoluto complicada de preparar, pongan toda la pasión en ello y disfruten…


Ingredientes para un molde (desmoldable) de 23 cmts. aproximadamente:

150 grms. de chocolate negro, 150 grms. de chocolate con leche y 150 grms. de chocolate blanco, medio litro de nata (35% mg), medio litro de leche entera, tres sobres de cuajada (usé Royal), 125 grms. de azúcar.

Para la base: medio paquete de galletas (tipo Maria), 75 grms. de mantequilla y seis cucharadas soperas de leche.

Para adornar: cuatro pastillas de chocolate negro especial para postres.

Los pasos a seguir:

Mezclar la nata con la leche y dividir en tres partes iguales.
Forrar la base del molde con papel de hornear y untar con mantequilla el molde.

Derretir la mantequilla y triturar las galletas (las suelo hacer en una picadora) hasta conseguir la textura como si fuese arena, lo más fina posible.

En un cuenco echar las galletas trituradas, la mantequilla y las seis cucharadas de leche, mezclar bien hasta que quede una masa homogénea.

Verter en el fondo del molde, esparciéndola por toda su base y hornear durante unos cinco minutos a 175º C, consiguiendo una especie de bizcochito…..

Sacar el molde del horno y dejar que se enfríe.

Mientras preparar la primera capa, la de chocolate intenso:

En una cacerolita echar una de las partes de nata y leche, 70 grms. de azúcar, el chocolate negro partido en trozos y un sobre de cuajada.  Mezclar bien y llevar a ebullición.

Dejar cocer a fuego medio durante cinco o seis minutos aproximadamente, removiendo de forma que quede una mezcla homogénea.   Pasado éste tiempo echar la mezcla sobre la base de galletas.  

Dejar enfriar y la dejamos reposar en el frigorífico, en quince minutos estará cuajada.

Mientras preparamos la segunda capa de chocolate con leche:

En otra cacerolita echar otro de los vasos de leche y nata, el chocolate con leche partido en trozos, un sobre de cuajada y en ésta ocasión 50 grms. de azúcar, repitiendo el mismo proceso que con el chocolate negro.

Una vez apartado del fuego, dejar de enfriar un poco.

Sacar la tarta del frigorífico y con un tenedor rallar la superficie (con ello conseguiremos que se quede la segunda capa quede bien adherida a la primera). 

Volcar suavemente, con cuidado a fin de que no caiga con demasiada presión, la mezcla de chocolate blanco sobre la primera capa de chocolate intenso de la tarta.

Nuevamente dejarla enfriar unos minutos y volverla a meter en el frigorífico a fin de que se endurezca con más rapidez.

Por último la tercera capa, la de chocolate blanco:

En la cacerolita mezclar el vaso de leche y nata reservado, un sobre de cuajada y el chocolate blanco, removiendo de forma que quede todos los ingredientes homogéneos.

Llevar a ebullición sin parar de remover, dejándolo cocer seis o siete minutos, retirar del fuego y dejar de enfriar durante unos minutos.

Volver a sacar la tarta del frigorífico y rallar con suavidad la capa de chocolate con leche.  Añadir con cuidado la capa de chocolate blanco y volverla a meter en el frigorífico, dejándola reposar hasta el día siguiente; así quedará bien asentada.

Y aquí….en éste momento, al otro día…es cuando necesité a una artista apasionada por el chocolate, producto que prepara y “Cocina sin miedo”, mi amiga Mari Angeles….desde éstas líneas les invito a que visitensu blog (pinchando aqui) su blog ya que encontrarán cerca de 60 recetas llenas de chocolate. 

Intenté derretir chocolate, lo hice al baño maria…hasta ahí bien, pero no me salió la flor que quería….sólo éstos tentadores “rulitos” que le aportaron ese contraste de color a ésta tarta de tres chocolates, que espero disfruten degustándola y preparándola en sus cocinas.



Buen fin de semana…..Y recuerden mi consejo de siempre, si pueden, si tienen una oportunidad: disfruten de Málaga, de sus paisajes, de su sol, de su cultura, de su gastronomía y del mar, la mar que baña nuestra Bahia.

Buen provecho....
 

TARTA DE QUESO AL HORNO CON CEREZAS MACERADAS EN AGUARDIENTE

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Único bien que me otorgó la suerte
fue en tu regazo ver la luz primera,
sentirme de tu mar en la ribera
casi cegado por tu luz al verte.

Comienzo de una poesía dedicada a Málaga, de mi admirado y genial poeta y escritor malagueño D. ARTURO REYES  (Málaga, 29 de septiembre de 1864 - íd., 17 de junio de 1913)

Hay quien ha escrito sobre ella: Málaga, una ciudad majestuosa como pocas y singular como muchas otras.

¿Qué malagueño no sentimos por nuestra tierra lo que el genial poeta malagueño ya escribía a principios del siglo XX….?

Ser malagueña e intentar mirar Málaga sintiéndome una turista más, un domingo cualquiera…descubrir sus calles,  estrechas y umbrías, donde la brisa fresca apacigua ése sol que derrama sus rayos de luz sobre la radiante ciudad, cuyos rincones, en cada paso, nos regalan los secretos guardados de historias ya casi olvidadas.

Una Málaga que se extiende a los pies del magnífico Castillo de Gibralfaro, arropada por la majestuisidad de La Alcazaba, iluminada y guiada por La Farola; ésta bella ciudad fenicia, romana, morisca…la increíble Málaga.

En ella reina la tranquilidad de sus parques, de sus plazas…interrumpida por el bullicio alegre de sus calles más comerciales, qué decir de ésa preciosa calle Larios; tranquilidad acompasada por el maravilloso sonido de los acordes de una orquesta junto a la casa natal de Picasso o por el retumbar de los tambores y trompetas de una procesión camino a su imponente catedral a quienes los malagueños llamamos La Manquita.

Silencios rotos por el ir y venir de la gente mientras hacen paradas a capricho entre sus bares de tapas…la gastronomía y los vinos malagueños, placeres para los sentidos en un ambiente acogedor y alegre, el ir de tapeo, o a desayunar tejeringos, a degustar los caldos en las antiguas tabernas acompañados con marisquitos e incluso merendar en las tradicionales pastelerías una taza de un buen café ¿un sombra, una nube, un cortado, un corto, un mitad, sólo, semicorto, semilargo?…..o quizás un chocolate; tradiciones que contagia en cada momento a quien pasea por sus calles. 

Por su clima, su puerto, la mar….y por su arte, no sólo en sus museos.  Porque no hay que dejar atrás que Málaga es sinónimo de arte, cuna de artistas; arte de sus paisajes, en sus monumentos, arte en la calle llenas de luz y  alegría.   

Un paseo mañanero por Málaga, disfrutando de su sol, de sus paisajes costumbristas que me animan a soñar, escuchando plácidamente la música de las orquestas callejeras….. para posteriormente llegar a Mi cocina y en ella seguir disfrutando al cocinar su lado, su perfil más malagueño.

Porque como dicen algunos eslóganes, Málaga se come y el sabor a Málaga está presente en Mi cocina…..mi cocina, aunque no sean recetas tradicionales malagueñas, sabe a Málaga….

Al día de hoy, existen 423 entradas en el blog, en las que “Carmen Rosa” comparte la tradición y los pasos de mis mayores con quienes visitan éste rincón malagueño. ¿Se animan a conocerlas? (PINCHAR EN ESTE ENLACE)

Aunque hoy, les propongo preparar un delicioso postre….algo dulce, a la vez atrevido, ya que he combinado la clásica tarta de queso al horno con ésas cerezas en aguardiente (anis) que esperan ser disfrutadas, pacientemente en la alacena de mi cocina. (Pinchando AQUI pueden ver como las preparo)



Si no tienen pasas o cerezas en aguardiente…pueden sustituirlas por pasas dejándolas macerar durante una o dos horas en cualquier licor: vino moscatel, ron, anis, etc. 
De hecho, ésta tarta no es la primera vez que la preparo, es mi preferida, no llegando a publicarla en el blog debido a la mala calidad de las fotos realizadas.    En ésta ocasión, me he animado a pesar de que no son de mi total agrado. 


¿Cómo lo hice? Una vez más siguiendo los pasos (aunque no fielmente la receta) de uno de mis libros preferidos, 500 pasteles de Susannah Blake.

Ingredientes para un molde (desmontable) de unos 20 cmts.aproximadamente (en las fotos podrán comprobar que con éstas cantidades, usé dos moldes más pequeños, preparando en vez de una tarta, dos):

150 grms. de galletas (tipo Maria), cinco cucharadas soperas de mantequilla (a temperatura ambiente), cinco cucharadas de leche entera, una tarrina de queso crema (especial para untar, se pueden encontrar en cualquier supermercado), 120 ml.de crema de leche (uso Nestlé), 120 grm.de azúcar, una cucharada sopera de Maicena, una docena de cerezas (deshuesadas y partidas en trozos), una cucharada pequeña del aguardiente y dos huevos.

Los pasos a seguir:

Precalentar el horno a 180º C.

Forrar la base del molde con papel de hornear y engrasar con mantequilla los laterales.

Moler las galletas de forma que quede con la textura lo más fina posible.

En un cuenco echar las galletas molidas, las cucharadas de leche y la mantequilla, mezclar bien de forma que quede la masa homogénea.

Echarla en el molde presionando la base (en ésta ocasión, también la puse por los laterales).

En otro cuenco echar el queso crema, el azúcar, la cucharadita de anis y la maicena removiendo hasta que la mezcla esté cremosa.

Incorporar, sin dejar de batir, los huevos.  Una vez que éstos estén bien mezclados, agregar los trozos de cerezas.

Verter la mezcla dentro del molde y hornear durante 45 minutos, hasta comprobar que la tarta de queso haya cuajado.

Retirarla del horno, dejar que se enfrie a temperatura ambiente y dejarla en el frigorifico al menos durante tres o cuatro horas (personalmente la prefiero de un día para otro).

A la hora de servir, sacarla unos quince minutos antes….



¡¡ Buen provecho!!  Y recuerden: Si tienen oportunidad, sigan mi consejo, conozcan y disfruten de Málaga. 

EMPANADA GALLEGA DE BACON A LOS CUATRO QUESOS

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Las buenas costumbres, se convierten en bueno hábitos, luego en virtudes y valores humanos.

-  ¡¡ Mamá ayúdame !!  Los amigos nos reunimos y han programado una cena-concurso: la noche de la empanada.    Cada uno tiene que llevar una empanada, no podemos darnos pistas, somos veintidós para cenar…..pondrán una cata a ciegas, votaciones que irán saliendo en una pantalla que ha montado uno de ellos….sí, el informático y hay tres premios….¡¡ Y quiero ganar !!

-    Menudo “chapú” (expresión malagueña que usamos cuando nos referimos a un pequeño trabajo que hay que realizar) me ha tocado…. Ya podrían haber pensado en alguna receta que yo hiciese con más frecuencia.

-    ¿Ahora qué hacemos mami? Tiene que ser la mejor, auténtica y casera…que habrá quien la lleve del super ¿y de qué la rellenamos?

-   No te preocupes, verás cómo te queda de maravilla.  Las mejores empanadas, la mejor bloguera-cocinera que domina como nadie las empanadas es Pilar, ¿recuerdas que te he hablado de ella?....sí mujer, recuerda: “Lechuza”….-     

Dicho y hecho, vamos al ordenador y a volvernos locas…hay tantas, todas tan exquisitas, que no podíamos decidirnos por una sola….y a mi hija le encantó una rellena de bacon y queso ¡¡ qué ricura !!

Hay que pensar que los gustos y preferencias personales de los hijos no son genéticos, en gran medida dependen de lo que intentamos transmitirles desde que son pequeños.

¿A qué padres no le gustaría que sus hijos tuviesen las mismas aficiones? O por lo menos parecidas.   Yo por lo menos lo he intentado, en cuanto a la cultura: la lectura, la música, el cine, la pintura, etc….viajar y ver mundo se lo he ido inculcando, al igual lo relativo a mi pasión por el mar, de hecho mi hija con siete años ya buceaba.

Y por supuesto, conforme han ido creciendo, de manera sutil, les he ido “contagiando” el hecho de que les guste la gastronomía….me consta y me demuestran que ellos tienen y sienten mi gusto y pasión por la cocina.       

Así que dicho y hecho, mi hija y yo nos pusimos las dos manos a la obra, a la masa, a preparar una empanada; aunque he de confesar que en gran medida mi misión consistió en ser su “pinche” de cocina, mi labor en ésta receta de hoy fue ayudarla siguiendo los pasos (aunque cambiamos algún que otro detallito de la receta original) de la genial Lechuza (Pinchando AQUI verán su receta y visitaran su blog).  

Una fusión “malagueña-gallega”, como se puede apreciar en éstas dos figuras en madera que me recuerda cada día mi amistad, aunque a pesar de sus visitas a Málaga, por motivos ajenos a mi voluntad aún es “virtual” con Pilar, a la que desde aquí le rindo mi pequeño homenaje con ésta receta.



Con ésta empanada mi hija quedó en cuarto lugar de diez empanadas, entre ellas algunas dulces por cierto.   Los premios: un delantal y gorro para el primer premio, un cortador de pizza y algún pequeño utensilio de cocina que no recuerdo, todo hay que decirlo para el segundo y tercer puesto……pero ganamos cocinando juntas y sabiendo que disfrutó su momento con sus amigos. ¿Qué mejor premio que ése?  Cocinar juntas y disfrutar con los amigos.

¿Cómo la hicimos? 

Ingredientes para un molde de unos 30 cmts.

Para la masa:
400 grs. de harina de trigo normal, 125 ml. de leche entera, 125 ml. de aceite de oliva, 125 ml. de vino blanco (usamos un fino Montilla Moriles), un huevo, media cucharadita de sal.

Para el relleno:
Seis lonchas de bacon (Usé de la marca Oscar Mayer) cortados en trozos pequeños, champiñones laminados, media cebolla, una cucharada sopera de salsa Lea Perrins (se puede encontrar en cualquier supermercado), una cucharada sopera de salsa de soja, una ramita de perejil fresco, una ramita de perejil fresco, medio pimiento rojo dulce cortado en trozos pequeños, un tomate maduro cortado en trocitos (sin piel), queso rallado (usé los de cuatro quesos ya preparados que se encuentran en cualquier supermercado), una cucharadita pequeña de pimentón molido dulce.

Los pasos a seguir:

En un cuenco poner la harina con la sal y hacer un hueco en el centro.
Añadir la leche, el aceite, el huevo y el vino blanco, mezclando bien con una cuchara hasta que queden todos los ingredientes bien integrados.


Poner la masa en la encimera de la cocina e ir amasándola hasta que no se quede pegada en las manos (si fuese necesario añadir más harina).
Dejarla reposar mientras se prepara el relleno.

¿Cómo?

En una sartén echar un chorreoncito de aceite de oliva virgen (a ser posible malagueño…) y saltear el bacon durante un minuto procurando que no se queme, retirarlos de la sartén y reservar.
En el mismo aceite echar los champiñones, saltearlos e igualmente sacarlos escurriendo bien y reservar.
En ése momento, echar la cebolla, el pimiento rojo, el perejil muy picadito y el tomate, freírlos durante unos minutos hasta que la verdura esté bien pochada.
Agregar el bacon, los champiñones, la salsa perrirs y la de soja, el pimentón dulce removiendo bien todo el conjunto.  Rectificar de sal si fuese necesario (tener en cuenta que las dos salsas son saladas). 
Escurrir bien el refrito, reservar el caldo y dejar enfriar el relleno.

Dividir la masa en dos partes; con una forrar el molde previamente engrasado con un poco de aceite de oliva y poner el relleno ya frio en su interior.
Añadir los cuatro quesos por encima.


Cubrir con la otra parte de la masa uniendo los bordes.   Hacer un pequeño hueco en el centro y adornar al gusto (mi hija quiso hacer una flor con un poco de masa).

En éste momento bañar la empanada con huevo batido (hecho éste que no hicimos….se nos olvidó, sí que la pintamos con el caldito del refrito para darle color).
Así que recuerden....pintenla con huevo batido.

 
Introducir en el horno previamente calentado a 200º C (con calor abajo y ventilador) durante unos 35 minutos aproximadamente.

¡¡ Le quedó genial….riquisima !!  y aunque no tenía mucho brillito por la falta de huevo, quedó bonita ¿a que sí?


Disfruten de una deliciosa empanada, anímense a hornear….y buen provecho.

FILETE DE TERNERA EN SALSA DE ZANAHORIA

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Leer es para el espíritu, así como el pan es para el estómago: una necesidad vital...  Gabriel de Sousa (escritor y poeta portugués).

Cocino para alimentar el cuerpo y leo para alimentar el espíritu.   Dos caminos muy distintos para disfrutar en la vida, de la gastronomía y de la lectura.

Si hoy en día alguien me preguntara que parte de tu casa te gusta más, ¿tu cocina o la biblioteca? francamente no sabría qué contestaría sin tenerlo que pensar, pero a fuerza de ser sincera, sin lugar a dudas diría: mi biblioteca.

¿Sabían que la palabra biblioteca proviene a su vez de dos palabras de origen griego? De “biblion” que significa libro o documento y de la palabra “teké” que quiere decir caja; así que literalmente “biblioteca” viene a significar “caja de libros”.

Ésa parte de mi casa, donde se guardan otras historias, donde la fantasía se transforma en realidad y mi imaginación vuela, donde viajo a otros mundos, a otros países, descubro otras culturas, entro en otra dimensión, hago mías mil y una historias relatadas por otras personas.

Libros que me emocionan, que me hacen sufrir o incluso reír, soñar; a sentir como propias las alegrías y las tristezas, los miedos y deseos de los protagonistas, a los que llego a conocer e imaginar como si fuesen personajes vivos; y por qué no decirlo, algunos incluso me invitan a “dormir”.

Pasar la tapa del libro, es abrir una puerta, ir leyendo cada renglón, cada palabra es sentir que acompaño a los protagonistas y sin darme cuenta soy testigo de excepción en ése mundo no real donde entro dejando atrás todo lo que me rodea.   Mi entorno se desdibuja a través de ésas paredes invisibles que se forma a mi alrededor que logra contener el paso del tiempo, la música o el canto de los pájaros e incluso los ladridos de los perros en la lejanía.

Es cuando entonces mi vida se detiene aunque el reloj sigue marcando los minutos o las horas transcurridas mientras me adentro en la lectura, mi yo viaja al otro lado del libro apoyado en mis manos, que se mueven instintivamente mientras deambulo por esos mundos literarios invitada por el autor.

Pueden pasar horas y no darme cuenta de ello, pero soy consciente de las obligaciones a las que intento arañar aunque sean minutos para volver a la lectura, por llegar un poco más allá de ésa historia que descubro en cada libro….y de mi biblioteca, vuelo a la cocina, entro en ése otro mundo de sensaciones y un nuevo capítulo comienza en mi blog, esperando que quienes me visitan virtualmente pasen sus páginas y de mi mano se adentren en ésta aventura: cocinar, una historia que nos llena también el alma, el espíritu y nos alimenta.

La lectura como la cocina, es una necesidad vital….. con ambas alimento el cuerpo y el espíritu.

En estos días ando de lleno en el último libro de la trilogía de Ken Follet y al cerrar el libro, salgo de mi burbuja, dejo atrás ésa otra vida virtual



Es entonces cuando me "adentro" en Mi cocina, donde preparo ésta delicia, filetes de ternera en salsa de zanahoria….



¿me acompañan?  Les explico como hacerlos:


Ingredientes para cuatro personas:

Cuatro filetes de ternera, dos tomates (sin piel), un pimiento verde (tipo italiano), una cebolla, cuatro dientes de ajo, un puerro, dos zanahorias (si son pequeñas, tres), un vaso de vino blanco, dos vasos de agua, sal, una ramita de tomillo y medio vaso de aceite de oliva virgen extra (recuerden, a ser posible malagueño).

Los pasos a seguir:

Picar en trozos pequeños todas las verduras.

En una sartén o cacerola plana echar el aceite, una vez esté caliente, echar los filetes y marcarlos durante uno o dos minutos por ambos lados.   Sacarlos y reservarlos.

En el mismo aceite a fuego lento pochar las verduras previamente saladas al gusto, removiendo continuamente con cuidado de que no se quemen.

Una vez hecho el refrito incorporar los filetes y el “caldito” que han ido soltando, echar el tomillo y el vino blanco, dejar cocer uno o dos minutos para que se evapore el alcohol.

Añadir el agua y dejar cocer unos quince minutos aproximadamente.

Sacar los filetes y pasar el refrito por la minipimer.

Volver a incorporar en la sartén los filetes y colar la salsa por un colador a fin de que no se queden trocitos del tomillo y las semillas de los tomates.   Rectificar de sal si fuese necesario.

Acompañar con arroz blanco, champiñones salteados 

 y patatas fritas….


¡¡ Buen provecho !!  
      
   

ESPAGHETTIS CON TOMATES CHERRY CONFITADOS, ANCHOAS, PIÑONES Y ALBAHACA

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Oda al tomate..

La calle se llenó de tomates, mediodía, verano, la luz se parte en dos mitades de tomate, corre por las calles el jugo.

En diciembre se desata el tomate, invade las cocinas, entra por los almuerzos, se sienta reposado en los aparadores, entre los vasos, las matequilleras, los saleros azules.

Tiene luz propia, majestad benigna.

Debemos, por desgracia, asesinarlo: se hunde el cuchillo en su pulpa viviente, es una roja víscera, un sol fresco, profundo, inagotable, llena las ensaladas de Chile, se casa alegremente con la clara cebolla, y para celebrarlo se deja caer aceite, hijo esencial del olivo, sobre sus hemisferios entreabiertos, agrega la pimienta su fragancia, la sal su magnetismo: son las bodas del día, el perejil levanta banderines, las papas hierven vigorosamente, el asado golpea con su aroma en la puerta, es hora !  vamos !

Y sobre la mesa, en la cintura del verano, el tomate, astro de tierra, estrella repetida y fecunda, nos muestra sus circunvoluciones, sus canales, la insigne plenitud y la abundancia sin hueso, sin coraza, sin escamas ni espinas, nos entrega el regalo de su color fogoso y la totalidad de su frescura.

Pablo Neruda


Aún hoy en día no he hecho nunca pasta fresca en Mi cocina, a pesar de los sabios consejos de amigas que suelen prepararla artesanalmente; quizás porque en casa no hubo tradición ni costumbre de preparar platos, recetas de origen italianas.

Mi madre, no llegaba más allá de los clásicos macarrones o espaghettis con carne picada o atún con su tomate frito, eso sí  casero, como no podía ser de otra manera; mi abuela materna, Maria del Carmen Rosa, si mal no recuerdo, ni tan siquiera lo probaba, no era en absoluto de su agrado.

Poco a poco, la pasta ha llegado a ser un ingrediente habitual en Mi cocina, sin llegar a ser uno de los primordiales, sí que me gusta disfrutarla intentando lógicamente aderezarla de forma amena y variada, lógicamente sin dejar atrás las clásicas recetas por todo el mundo conocidas.

Uso siempre pasta “ascuitta” al huevo y en el 99% de los casos de la marca Gallo.

Por cierto, hablando de pasta…¿saben que existen más de 300 variedades de pasta?  ¡¡ Casi “ná” lo del ojo !! (expresión malagueña que viene a significar que es mucho).

Y como Vds. sabrán lógicamente la pasta seca (en italiano se denomina “ascuitta” es la que está elaborada industrialmente con sémola de trigo duro, ya sea la pasta corta o la “lunga” que suele tener unos 10 cmts de longitud (larga).

Generalmente suelo ser muy clásica a la hora de elegir la pasta, si es larga generalmente espaghettis o como mucho fetuccinis; si es corta, los macarrones rayados son mis preferidos, sin dejar atrás las margaritas vegetales y las hélices vegetales para las ensaladas de pasta.

Ahora bien, a veces me cuesta elegir qué pasta para qué salsa…o qué salsa para qué pasta.

Los italianos dirán que dependiendo de qué salsa se prepare, así se elegirá la pasta; ya que la norma, o la costumbre dicta que se elige la salsa y luego la pasta y no al revés.
Tienen un dicho: “ a cada salsa: su pasta”. 

No soy en absoluto una entendida, ni experta en la cocina tradicional italiana, así que miedo me da el catalogar como receta italiana los platos de pasta que suelo preparar, lo hago con mi mayor respeto hacia los platos tradicionales del país vecino.

Me consta que uno de los platos más famosos de Sicilia es la pasta con tomates confitados y anchoas, receta que no tenía en mi poder éste fin de semana; iba a preparar espaghettis con la salsa más clásica que Vds. se puedan imaginar para el resto de la familia….pero yo quería algo diferente, experimentar nuevos sabores, vamos que sí o sí tenía que probar ésos tomates confitados ecológicos, de Ronda, que llegó a Mi cocina de la mano de Carmen, de la empresa malagueña Marengo Sur quien tuvo el detalle de visitarme personalmente y regalarme ésos productos de la tierra que comercializan.
 



Con ellos le di rienda suelta a mi imaginación, comencé a mezclar y resultó un plato francamente delicioso.

La verdad es que los tomates confitados, me han sorprendido, nunca los habia probado y es por ello que merecen ésa oda al tomate del genial poeta con la que comienza la introducción de la receta de hoy.

Estos tomates malagueños son sorprendentemente deliciosos, le dieron a la pasta un punto dulce acaramelado, un delicioso contraste para el queso blanco y el salado de las anchoas, el toque de frescor se lo dio la albahaca fresca.

¿Cómo lo hice?

Ingredientes para éste plato (una persona):
Espaghettis “ascuitta” (unos 100 grms aproximadamente, me suelo guiar por la medida de mi mano cerrada al unir el dedo índice con el pulgar…los espaghettis que quepan en ella), una cucharada sopera de piñones, hojas de albahaca fresca, cuatro o cinco anchoas, aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño), sal y queso blanco fresco de cabra (malagueño))

 Con todo ello, preparé y disfruté éste apetitoso plato de pasta.

Los pasos a seguir:

Poner a calentar en una olla abundante cantidad de agua junto con un chorreoncito de aceite (con ello la pasta no se pegará al cocerla), hasta que empiece a hervir.

Cuando llegue al punto de ebullición añadir un puñadito de sal (así se consigue aumentar ligeramente su temperatura antes de añadir la pasta, lo que en gran medida permite compensar la pérdida de calor del agua al agregar la pasta en la cacerola).  

Nada más echar la sal, enseguida introducir en el agua la pasta y dejarla cocer siguiendo las instrucciones del fabricante (ésta deberá quedar al dente, procurando que no se pase de cocción y quede “lamiosa”).

Mientras, en un cuenco “machacar” con un tenedor un trocito de queso, añadir los tomates confitados, las anchoas cortadas en trozos, los piñones, la albahaca y salar al gusto, removiendo bien todos los ingredientes.



Sacar la pasta con unas pinzas y pasarla al plato (mi consejo: no escurrir la pasta en un colador, sino cogerla directamente del agua, así quedará un poco del caldo de cocción y no quedará demasiado seca y le dará un poco más de cuerpo a la salsa).

Agregar sobre los espaghettis la mezcla del resto de los ingredientes, mezclando bien todo el conjunto, regando por último, generosamente con aceite de oliva virgen extra. 



¡¡ A disfrutar con tenedor y cuchara !! … Buen provecho…..

CORAZONES DE ALCACHOFAS SALTEADAS CON ALMEJAS Y LANGOSTINOS EN SALSA DE VINO BLANCO

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Nuestro lienzo es la vajilla y nuestros oleos la comida; y como siempre, nuestro limite es la imaginación. (autor desconocido).

Hay que reconocer que la cocina y los grandes cocineros (y no tan grandes….), los mediáticos chefs de los programas televisivos se hacen cada vez más populares y famosos, algunos de ellos se han convertido en verdaderas estrellas no sólo de los fogones. 

Canales de televisión, programas de cocina tanto extranjeros como nacionales (que cada vez están más en auge por cierto), revistas, libros de cocina de grandes profesionales de la gastronomía, de estupendos blogueros e incluso de artistas que no tienen nada que ver con éste arte, cientos y cientos de blogs de cocina en la red….son los medios por los que las recetas, los ingredientes, los estilos a la hora de emplatar e incluso cualquier noticia al más puro estilo de “revista del corazón” nos llegan cada día a nuestros hogares.

Y es que la gastronomía nos invaden; hay días que nada más veo “recetas de cocina” por todas partes ¿no les ocurre a Vds.?

Bien es cierto que todo ello nos aporta conocimiento, porque hay que decirlo, sin dudarlo, la cocina también es cultura, es arte y como tal, el ingenio en cuanto a la gastronomía no se detiene.

Muchos de los grandes chefs del siglo XXI son verdaderos artistas, genios, alquimistas e innovadores de nuevos estilos y tendencias a la hora de cocinar, llevándonos de la mano hacia un laboratorio o a las cocinas del futuro, propias de películas de ciencia ficción: esferificación, atmósfera controlada, espumas, al vacío y un largo etcétera.

Y qué decir a la hora de mezclar ingredientes, quizás en muchas ocasiones demasiados atrevidos o sorprendentes si al caso,  que en algunos momentos podemos llegar a pensar sobre ellos, una de las famosas frases del magnífico humorista malagueño "Chiquito de la Calzá" : “No pueeeedoooorrr, no puedoooorrrrr…es una guarreridaaaa”.      
Pero bueno sobre gustos y costumbres gastronómicas sobre todo tradicionales no puedo hablar: “vino un barco lleno”……

¿Y el montaje y los adornos de los platos? ¿Qué decir de ello?....¡¡ igual me estoy metiendo en un berenjenal !!, pero pienso que hoy en día sobre todo a nivel de restauración, presentar un plato se ha convertido directamente en una parte de un show dentro de uno de los espectáculos más necesarios para el ser humano: la comida o lo que es lo mismo, alimentarse.

No olvidemos que en los platos también influye la moda y cada día más….hasta hace pocas décadas lo normal eran los platos centrados en la receta en sí, donde los acompañamientos ocupaban mucho espacio y a la vista hay que reconocer que no eran muy atractivos; con el paso de los años, el refinamiento llegó en forma de torres o capas y últimamente predomina los platos con adornos minimalistas: rellenos con líneas o puntos de salsas y reducciones, polvos, flores, brotes que a veces es difícil distinguir qué ingrediente es la decoración artística o cual el principal. 

Las modas y los estilos cambian también en la gastronomía….y Mi cocina, a veces se amolda a las nuevas tendencias, pero me cuesta….sigue con el mismo estilo y en la gran mayoría de las recetas, anclada en la tradición y en el pasado más o menos lejano, en las costumbres de mis mayores no sólo en cuanto a la presentación de los platos y a los sabores de toda la vida, que en definitiva es la base de mi forma de cocinar.

Sigo sirviendo la mesa con la sencillez de la cocina tradicional, familiar, sin ánimo y lo que es peor, sin tiempo para “florituras”, una cocina de andar por casa que comparto con quienes me visitan virtualmente.

Como en ésta ocasión….un plato bien grande en el centro de la mesa, para compartir y servirse cuatro personas.

En ésta ocasión, ya que no es época de alcachofas (alcauciles como las llamamos en Málaga), he usado en conservas….pero les animo a que en cuanto encuentren alcachofas de temporada, no dejen de prepararlas….Así lo hago (pinchando en éste enlace tienen la receta) ….

¿Cómo hice el plato de hoy?


Ingredientes:

Un bote de corazones de alcachofas en conserva, un cuarto de kilo de almejas de Málaga, un poco menos de medio vaso de aceite de oliva virgen extra, cuatro dientes de ajo cortados en láminas, una docena de langostinos (pelados), medio vaso de vino blanco (usé un fino Montilla-Moriles), dos cucharadas soperas de taquitos de jamón serrano (ya lo venden preparado en cualquier supermercado), una ramita de perejil (picado), cuatro espárragos blancos y sal.  

Los pasos a seguir: Bien fáciles y rápidos….una deliciosa receta, hecha en pocos minutos.

En una sartén con fondo, echar el aceite y pochar los ajos junto con los langostinos, con cuidado de que los ajos no se lleguen a quemar.

Agregar las alcachofas y morearlas unos minutos.

Añadir las almejas y el vino, salar al gusto y llevar a ebullición dejándolo cocer hasta que las almejas se hayan abierto y soltado sus jugos.

Incorporar los taquitos de jamón y el perejil, removiendo todo el conjunto.

Al emplatar colocar encima los espárragos.


¡¡ Buen provecho !!

Hay un antiguo dicho que nos indica que los grandes platos, los más simples, los más sabrosos, los más genuinos, los más económicos, siempre nacen de la necesidad.

Disfruten del fin de semana y recuerden: si les es posible visiten y conozcan Málaga.  Sus paisajes, sus montañas, sus bosques, sus valles….su sol, el mar, siempre la mar.

LOMOS DE MERLUZA DE PINCHO EN SALSA DE CRUSTÁCEOS

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Málaga fue inspiración para grandes escritores y poetas… fue Ernest Hemingway  quien dijo ésta frase :  Quien no pueda escribir aquí no podrá escribir en ninguna parte.

Desde que en el s. xix los viajeros románticos del frío norte europeo pusieran sus ojos en el paisaje virgen y exótico de la arabizada España, han sido numerosísimos los grandes escritores que recalaron en Málaga, sin ser malagueños y así la evocaron en sus obras: Theofile Gautier, Richard Ford, Hans Christian Andersen, J.-Charles Davillier, Gustave Doré, Rubén Darío, Rainer María Rilke, Gamel Woolsey, Sir Peter Chalmers-Mitchell, Marjorie Grice-Hutchinson y William Grice-Hutchison, Norman Bethune, César Vallejo, Pablo Neruda, Arthur Koestler, George Orwell, Bertold Brecht, Ernest Hemingway, Orson Welles, Paul y Jane Bowles, José Moreno Villa, Pio y Julio Caro Baroja, Hamilton Reed Armstrong…y por qué no recordar a un español universal, el gran Antonio Gala y muchísimos más que se escapan de mi conocimiento y memoria en estos momentos….y por supuesto, no puedo, ni quiero olvidarme lógicamente del genial GERALD BRENAN…..

¿Cómo me voy a olvidar de él, si paso casi cada día por la puerta de la que durante más de dos décadas fue la residencia del hispanista y escritor británico?  

Casa situada en la capital malagueña, en el distrito de Churriana, un lugar que le pareció paradisíaco, una zona que la alta burguesía malagueña había convertido, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, en su lugar de recreo y segunda residencia: Churriana llegó a ser el pueblo de moda entre la burguesía malagueña; Los Larios, Heredias, Lorings, etc hicieron de la rica Vega del Guadalhorce sus fantásticas fincas de recreo, quedando de ésta época numerosos vestigios arquitectónicos en la zona y maravillosos jardines tropicales.

Debido a las cercanías del mar, del rio y de la montaña, posee un microclima especial, siendo Churriana, un lugar privilegiado de la capital malagueña cuya historia se remonta al siglo VIII antes de Cristo.

Los fenicios la llamaban Siryana; los romanos se asentaron en ella, en el manantial de la Fuente del Rey y fueron quienes primero canalizaron el manantial.

De este momento histórico existen dos vestigios importantes: la Urania (preciosa escultura femenina) ha estado en el antiguo Museo Longiriano que se enclavaba en el Jardín Histórico de La Concepción, y el Vaso Canopo.

En tan maravilloso lugar donde recalaron los Brenan, desde hace pocos días reverdece al calor de la reapertura como Centro Cultural y Museo en recuerdo de su obra.  
   

Por allí, pasaron importantes figuras del Círculo de Bloomsbury como Ciryl Connolly, que era asiduo de la muy cercana finca de La Cónsula, donde Hemingway escribió 'El Verano peligroso', en 1959.

Una casa con historia donde Gamel Woosley, la mujer de Brenan, gran amante de Málaga y de su luz escribió 'Málaga en llamas', dando testimonio de primera mano de la guerra civil y el horror que provocó en la escritora.    

El escritor e hispanista británico Gerald Brenan, en los lejanos años de su infancia, había oído de labios de su madre el «mágico» nombre de Málaga y la soñó.  La imaginaba como un lugar donde el mar juega con el jardín, descubriendo dalias, jilgueros y suaves brisas.

Una ciudad llena de elemento humano y de ese sensualismo latino del sur que arranca lágrimas. Un lugar de luz y de color, suma de tantos deseos, de tantas ambiciones que un día le harían mitigar las penumbras y las sombras que presidían su vida. ((Fuente de inspiración y texto)

El sabor del turrón, una única foto de Málaga y del Castillo de Gibralfaro y las historias que le contaba su madre y su abuela sobre ésta maravillosa tierra que quedó grabada en su imaginación.  

Después de combatir en la Primera Guerra Mundial, decide hacer realidad su sueño, llegando a Málaga, tras dificultosas peripecias en 1934.

Concretamente en la zona oeste de la capital nombrada poéticamente Ciudad del Paraiso, conocida mundialmente como Costa del Sol.   

Una tierra que enamora, quizás por el hechizo de su clima, de su luz, de sus paisajes mediterráneos  y ¿por qué no decirlo, aunque yo sea malagueña? ¡¡ por su gente, por el carácter abierto de los malagueños !!  

Dicen de él que le distraía el rumor de las olas de la playa de Huelin, de las playas llamadas en aquel entonces “el bulto” y San Andrés, donde vivían los humildes pescadores; se sentaba en el rebalaje, mirando el mar y escuchando el rumor de las olas, observando a la gente de la mar, viéndolos faenar, escuchándoles charlar, cantar, mientras en sus manos reposaban los libros de poetas españoles, al mismo tiempo que sentía las dentelladas del hambre y de la melancólica soledad; fascinado por el carácter de su gente, las tradiciones, costumbres y cultura.

Tú, que en la patria entre quien bien te quiere/ la deleitosa playa estás mirando/ y oyendo el son de mar que en ella muere.

Allí estaba el joven poeta Brenan, o aprendiz de poeta, en soledad frente al mar pero reconfortado por la poesía, enamorado de ésta tierra, de su luz, de su mar……El 19 de enero de 1987 murió a la edad de 92 años en su tierra soñada.

Hoy en Mi cocina, cerca de su lugar soñado, deseo homenajear a tan genial humanista y escritor….a éste malagueño de adopción:  Edward Fitzgerald Brenan.

La receta de hoy, tiene que tener todo el sabor del mar, ése mar que le cautivó, como a mi, y con el sabor a Málaga que no puede faltar en Mi cocina. 
   


La receta la he “tomado” de uno de mis libros de cocina preferidos, donde suelo inspirarme con increíbles recetas e ideas para cocinar.  Es éste… 


¿Cómo la hice?

Ingredientes para dos personas:

Dos trozos grandes de lomo de merluza de pincho, una cebolla fresca (mediana, blanca), dos tomates, un cuarto kilo de almejas de Málaga, medio kilo de mejillones, 100 gramos de camarones, cuatro langostinos, medio vaso de nata ligera (especial para cocinar), aceite de oliva virgen extra (usé de Ardales, malagueño. Aunque en la receta original usan mantequilla), cinco o seis granos de pimienta negra, una ramita de perejil fresco.

Los pasos a seguir:

Poner las almejas en agua con sal para que suelte la posible arena que puedan tener en su interior (una media hora antes).

Picar la cebolla en trozos pequeños, rallar el tomate y pelar los camarones (los que son más pequeños se pueden dejar enteros) y machacar la pimienta en grano.

Limpiar los mejillones quitándoles las valvas exteriores, enjuagarlas bien.

En una cacerola echar las almejas y los mejillones, tapar y dejar unos tres o cuatro minutos, hasta que se abran y suelten los jugos.   Apagar el fuego y reservar.

En una cacerolita echar un buen chorreón de aceite de oliva pochando la cebolla hasta que esté dorada, entonces agregar el tomate rallado junto con los camarones, salar al gusto. Ir removiendo hasta que el tomate esté frito (unos diez minutos aproximadamente).

Una vez hecho el refrito añadir el caldo de los moluscos (el que han soltado las almejas y los mejillones), remover bien.    Añadir la nata, la pimienta molida y dar un hervor y apagar el fuego, manteniéndolo caliente. Probar y rectificar de sal si fuese necesario.

Mientras, en una sartén antiadherente engrasada con aceite de oliva pasar los trozos de merluza por ambos lados (dependiendo del grosor, unos cinco minutos por cada lado, hasta que esté dorada).

En la misma sartén dorar los langostinos, sacarlos y reservarlos.

Mientras se doran los trozos de merluza, echar la salsa en el vaso de la batidora y pasar de forma que quede lo más fina posible.

Incorporar la salsa colándola con un colador encima de los trozos de merluza.

Al emplatar colocar el trozo de merluza, acompañar con arroz cocido, colocar las almejas, los mejillones y los langostinos, salsear con generosidad y echar el perejil troceado.



Por cierto ¿sabian qué.....Los crustáceos son artrópodos que están cubiertos por un caparazón, generalmente calcificado?

Esta palabra viene del latín crusta, -ae (lo que envuelve o recubre, corteza) y el sufijo "-aceo" que significa pertenencia.


He usado camarones malagueños, tan habitual desde siempre en las tabernas antiguas...

(éstos) que se ven en la foto ya estaban cocidos, pero podrán ver que son pequeños crustáceos, lástimas que no puedan apreciar su maravilloso sabor...que queda con todo su esplendor en la salsa de la receta de hoy.

 ¡¡ Buen provecho !! Y recuerden, disfruten de Málaga...

LANGOSTINOS MARINADOS EN SALSA DE SOJA Y LIMON CON CRUJIENTE DE PAN DE GAMBAS ACOMPAÑADOS DE SALSA DE MANGO Y CURRY

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¿Jugamos a las cocinitas? Me preguntaba cada tarde de aquel frio invierno, cuando después de venir del colegio nos poníamos a jugar a la hora de la merienda.

A ella le encantaba mi cocinita.   Entre mi padre y mi padrino, “Salvori” era su nombre, me la hicieron artesanalmente, mi padre era un "manitas"; mi madre y mi madrina la decoraron a su gusto, preparándola para que los Reyes Magos de aquel ya lejano año 1961 me la dejaran en casa en su rápido paso por la barriada marinera donde vivíamos: El Palo.

Era de madera pintada en blanca, las cortinitas también blancas con lunares en verde (quizás el preludio de ésa pasión por el color verde en Mi cocina real y virtual), los “cacharritos” para cocinar: una sartén, una ollita, un cucharón y una espumadera de metal plateado, tacitas y platos de plástico y poco más.    

Pero lo que más me impresionó y quedó grabado en mi memoria las “comiditas” reales que la complementaban; ellos buscaron quienes hicieron a pequeña escala una réplica de una morcilla, una ristra de choricitos, un pan de rosca….y lo que fue mi gran sorpresa: un canasto plateado llenos de huevos de gallinas enanas.

Justo al lado, una pequeñísima mesa y dos sillitas de enea donde dejábamos volar la imaginación…..allí yo era la cocinera, mi amiguita….mi invitada

¿Me imaginan en una cocinita muy similar a éstas preciosidades que hoy en día, para mi sorpresa, aún se pueden encontrar en el mercado? 



Miro hacia el pasado y aun puedo ver aquella niña que fui; La niña que jugaba a ser mayor, que como todas las niñas disfrutaba de las cosas pequeñas que le brindaba la vida.   

Y vuelvo a la realidad de hoy cuando escucho a mi marido cuando me ve que estoy preparando éste nuevo aperitivo: ¿Ya estás jugando a las cocinitas?.... me rio cuando pienso y le reconozco que en el fondo de mi ser siento que sigo siendo aquella niña a la que le gustaba jugar a las cocinitas…..

¿Juegan conmigo?....Hoy preparando éste sorprendente y original receta, cuyo toque crujiente y un tanto exótico se lo da el “pan de gambas”, ése típico y tópico aperitivo que suelen servir en los restaurantes chinos.  

En un futuro que espero sea próximo, haré una entrada con la receta para hacerlo en casa, no es muy difícil de preparar, pero sí que requiere técnica y tiempo, por lo que, como no siempre se tiene suficiente tiempo para dedicar a “jugar a cocinar”, pueden hacer como yo, tener a mano las que ya vienen preparadas para freir (no me gusta en absoluto las que ya venden hechas, me da la sensación de que se come algo plastificado).



Este tipo, les garantizo que recién hechas están sencillamente deliciosas y se pueden conseguir hoy en día en cualquier supermercado.



¿Y qué he hecho con ellas, además de freírlas y ponerlas en la mesa para picar mojándolas en salsa agridulce?.....un crujiente para los langostinos.



¿Cómo lo hice?

Ingredientes:
Langostinos (la cantidad que deseen, pelados, dejándoles solamente la parte de la piel de la cola), un buen puñado de obleas de pan de gambas crudas, el zumo de un limón, la ralladura de medio limón, seis cucharadas soperas de salsa de soja, cuatro o cinco granos de pimienta negra recién machacados, dos o tres gotas de tabasco, un huevo, un pelín de sal y aceite de girasol para freir.

Para la salsa, hará falta: un huevo, medio vaso de aceite de oliva virgen extra, medio mango, dos cucharadas pequeñas de curry en polvo, una cucharadita de sal.

Los pasos a seguir:

En un cuenco mezclar bien el zumo y la ralladura del limón, la salsa de soja, el tabasco y la pimienta negra recién molida e introducir los langostinos dejándolos marinar una hora aproximadamente.

Preparar la salsa, para ello:

En el vaso de la batidora preparar una mayonesa con un huevo, aceite de oliva virgen extra y un pelín de sal.
Una vez hecha la mayonesa, agregar trozos de mango maduros y dos cucharadas pequeñas de curry en polvo; mezclar bien de forma que quede la salsa homogénea. Reservar

Mientras triturar las obleas crudas de pan de gambas.



Lo importante es que quede una textura granulada, que no esté excesivamente fina.

Batir el huevo y salar al gusto.

Echar el aceite en un recipiente con fondo (lo suelo hacer en una cacerolita pequeña y profunda) calentando el aceite, de forma que esté bien caliente.

Pasar los langostinos por el huevo batido y a continuación por el granulado de 
pan de gambas.

Echar el langostino (uno a uno a ser posible) en el aceite, en cuanto “sufle” el pan de gamba, sacar el langostino con una espumadera (no hace falta esperar a que se dore….

Colocarlo sobre un papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.

A la hora de servirlos, acompañar con la salsa de mango y curry.



¿Juegan pués, siguiendo mis pasos, a las cocinitas?....Disfruten con ello, ya me contarán.     


PASTEL DE TERNERA CON CHAMPIÑONES AL AJILLO Y JAMON , PURE DE CALABAZA Y PATATAS

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Hace unos días en una de las redes sociales con algunas fotos personales en diferentes lugares del mundo, preguntaba ¿A dónde me voy hoy….? Sutilmente hacía alusión a qué iba a cocinar, porque aunque en el encabezamiento del blog indique: Mi cocina, ante todo muy malagueña, reconocerán quienes me van conociendo que no dejo atrás la gastronomía internacional, sobre todo las comidas orientales, de la que soy una gran admiradora.

Hubo un simpatiquísimo comentario de una gran bloguera a la que admiro, Pilar "Lechuza", que me hizo reir y me ha dado pie a la entrada de hoy; me decía: “Toñi Fogg”….. comparándome con el protagonista de una de las más notables y divertidas aventuras surgidas de la pluma del fantástico Julio Verne, Phileas Fogg, uno de los relatos más cautivantes producidos por la imaginación del genial escritor, una de las jojas de la literatura de todas las épocas: “ La Vuelta al Mundo en 80 dias “.    

En 1872, Phileas Fogg, un rico caballero londinense obsesionado por la puntualidad y la exactitud, realiza una apuesta donde pone en juego la mitad de su fortuna; acompañado por Rigodon, su atlético y espontáneo mayordomo francés (Jean Passpartout: Juan Sirveparatodo),, se va de Londres para dar comienzo a una increíble carrera contra reloj: dispone de 80 días para dar una vuelta al mundo ya sea por aire, por mar o por tierra.

Utiliza prácticamente todos los medios de transporte conocidos en la época: buques, tren, trineos, elefantes, etc, y en sus aventuras coincide y conoce a  Aouda, una joven hindú a la que salva Fogg de morir en la pira funeraria y que finalmente emprende el viaje junto a los aventureros en su viaje contra reloj alrededor del mundo.  Al final Fodd y Aouda se enamoran….. lógicamente tiene un final feliz….

Yo no tardé 80 días…..tendría que sumarlos, aunque mi primer viaje por todo lo largo y ancho de éste mundo (como diría el gran Locomotoro), comenzó en el año 1983…destino: Japón.     

Japón, China, India, Thailandia, Egypto, Marruecos, Brasil, República Dominicana, Belice, Méjico, Cuba, Inglaterra, Francia, Suiza, Italia….son los países que he tenido la gran suerte de conocer.   Algunos de ellos en muchas, muchísimas ocasiones…

Puedo decir, que al igual que en la imaginación del gran Julio Verne, mi vida en gran medida ha estado llenas de aventuras y he recorrido buena parte de esos maravillosos lugares. Igual que tan famoso personaje, montando en elefante, en camello, en tren, en casi todo tipo de barcos, en tuc tuc, en calesa, en rickshaw, avionetas…. Y les puedo garantizar que a veces, al más puro estilo “Indiana Jones”…

Sí, realmente si echo mi vista atrás me siento, como me ha “rebautizado” Pilar, “Toñi Flogg”, aunque más me gustaría compararme con su enamorada, la bella princesa hindú…y volviendo a la niñez recordar a los personajes, como en la serie de los dibujos animados que le dieron fama llegando a los más pequeños ¿No recuerdan “la vuelta al mundo de “Willy Fog”?... producida en 1983. 

Willy (el protagonista), Rigodon (su mayordomo), Romy (princesa hindú) y Tico….ése pequeño hámster (¿o ratón sin cola?), de nacionalidad española (gaditano para más señas) con su salerosa y marcado acento andaluz, conocido por su masivo apetito….

Apetito que hay que tener en Mi cocina para degustar las recetas que con quienes visitáis el blog, suelo compartir. Como éste delicioso pastel de carne, tan británico como "Willy Fogg", tan tipico como la Torre de Londres..
 
Hoy viajando gastronómicamente a Londres, una de las ciudades europeas que en más ocasiones he visitado a lo largo de mi particular “Vuelta al mundo”…¿Me acompañan?




No es la primera vez que publico un pastel de carne…en el apartado de “recetas británicas” pueden encontrar en éste enlace algunas más....

En ésta ocasión la he preparado con productos otoñales: calabaza y champiñones….una delicia.


¿Cómo la hice?

Ingredientes:

Medio kilo de carne picada de ternera, una cebolla, tres dientes de ajo, medio vaso de aceite de oliva virgen extra, dos cucharadas soperas de salsa Worcestershire, también conocida como salsa worcester o salsa inglesa o simplemente salsa perrins (se pueden encontrar en cualquier supermercado), un vaso de vino tinto, una cucharada sopera de Maicena, dos tomates rallados (sin piel), 150 grs. de champiñones laminados, 75 grs. de jamón serrano cortado en taquitos (ya se pueden encontrar cortados en los supermercados), una ramita de perejil fresco y sal.

Para los purés:   
Dos patatas grandes y 250 grs. de calabaza, agua, dos cucharadas soperas de mantequilla, diez o doce granos de pimienta negra, cuatro cucharadas soperas de leche y sal.

Los pasos a seguir:

Picar la cebolla y un diente de ajo en trozos pequeños.

Cortar las patatas y la calabaza en trozos y cocerlas en agua con un poco de sal por separado hasta que estén tiernas.   Reservarlas calientes sin tirar el agua de cocer, tanto las de las calabazas como las de patatas.

En una cacerola con el fondo cubierto de aceite de oliva pochar la cebolla y un diente de ajo hasta que estén doradas (con cuidado de que no se lleguen a quemar), agregar la carne picada y morearla durante unos cinco minutos.

Pasado ése tiempo echar los tomates rallados y dejarlos freir durante unos minutos, removiendo, hasta comprobar que el tomate está en su punto.

Incorporar el vino y llevar a ebullición, dejar hervir unos dos minutos y añadir la salsa worcestershire, la maicena disuelta en un poco de agua, dos cucharones del agua de cocer la calabaza y otro de la de las patatas.   Probar de sal y dejar cocer a fuego lento quince minutos, removiendo con una cuchara de madera, procurando que no se pegue en el fondo la salsa; hasta conseguir la consistencia deseada.


Precalentar el horno a 180º C

Mientras se hace la salsa, preparar los champiñones.

En una sartén con tres o cuatro cucharadas de aceite de oliva pochar dos ajos picados muy finamente, con cuidado de que no se quemen (amargarían) incorporando los champiñones, dándoles vueltas para que se doren por todos lados igual.


Apartar del fuego, añadiendo el jamón serrano y el perejil picado.  Reservar.

Preparar también el puré por separado.   A ambos añadirles dos cucharadas soperas de leche, una o dos de mantequilla, pimienta negra recién molida….y machacar con un tenedor.  Reservar por un lado el puré de patatas



Y por otro el de calabaza.


En una fuente de cristal especial para hornear echar la salsa de carne y a continuación el puré de calabaza.


Seguidamente incorporar a la fuente los champiñones.



 
Y a continuación, sobre los champiñones: el puré de patatas.

Hornear unos veinte minutos a 180º C.    Unos minutos antes si gustan añadir queso rallado y poner el grill del horno a fin de que quede dorada la superficie.



En este punto, procuro dorar el puré de patatas (no suelo añadir queso al pastel de carne…cuestión de gusto).



Enjoy your meal !!!  Enjoy England.

ENSALADA MALAGUEÑA DE NARANJA Y PATATAS CON ATUN Y CEBOLLETA

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Hay constancia de que en las ruinas de Nippur en el sur de Babilonia, la antigua Mesopotamia, se encontraron semillas de cidro de 4000 años antes de nuestra Era.    
El cidro es el primer agrio que conocieron nuestros ancestros, los primeros europeos.


Fue el faraón Tutmosis III quien entre 1501 al 1447 a.de C., lo encontró en sus campañas por Asia, lo llevó a Egipto y de allí pasó a China.  ¡¡ Una vez más Egipto, aparece como cuna de nuestra civilización !!


De Egipto también llegó el cidro hasta Grecia; en la mitología se habla del árbol de las manzanas de oro que según se dice se refería a las naranjas, consideradas como una valiosa fruta.   Tan valiosa se consideraba esta fruta que Gea (Gea o Madre Tierra, era la gran diosa de los antiguos Griegos. Ella representaba a la Tierra y era adorada como la madre universal). le regalo a Juno (esposa y hermana del Dios Zeus) el Jardín de las Hespéridescomo regalo de boda; jardin que se sitúa en el monte Atlas, que estaba totalmente poblado de naranjos.


Desde hace miles de años, en Oriente se llevaba a cabo el cultivo del naranjo, la apariencia de la fruta y sus flores cautivaron a los viajeros que las llevaron a otras regiones, de hecho fue en gran medida, la famosa ruta de la seda la causante de su propagación por todo Oriente.


Fueron los árabes quienes a través del sur de España introdujeron la naranja en toda Europa, concretamente a través del Sur de nuestra península; de hecho, en nuestro país fue utilizada en un principio con fines ornamentales y decorativos, debido a su sabor amargo, la llamada en Málaga “naranjas cachorreñas”, pantándose en calles, jardines y mezquitas; costumbre que prevalece hasta nuestros tiempos (aunque lástima que se va perdiendo…)


Una vez introducidas en España diferentes especies de agrios como el cidro, limonero, el naranjo amargo y limero; con el paso del tiempo, de aquella naranja amarga consiguieron variedades más dulces que los árabes denominaron naranche, que deriva de arangus que es como la llamaban los persas y fue en Andalucía donde el cultivo de los agrios alcanzó su mayor intensidad, extendiéndose desde allí hacia Murcia y Valencia.

Desde Andalucia llegó a Sudamérica y fue en Bahía, Brasil, donde se originó una naranja dulce y a la vez fuerte de sabor, muy jugosa, la naranja con ombligo o Navel Washington, que fue llevada a California desde donde llegó a Málaga, convirtiéndose en la reina de las naranjas, las famosas naranjas "guachintonas" malagueñas !!


¿Y yo que no ví naranjos en Salvador de Bahia?....



Pronto, muy pronto, las naranjas en Málaga, estarán en su apogeo, éstas lluvias caídas en estos días serán beneficiosas para el comienzo de temporada de recogida de los cítricos en la provincia.  


Sólo si están maduras, en las huertas malagueñas, con las técnicas y costumbres tradicionales se irán recogiendo las deliciosas naranjas de los Valles malagueños, a diferencia de la práctica habitual en producción convencional, en la que la fruta se recoge verde y se hace cambiar de color en cámaras con etileno, resultando un fruto ácido y nada natural.    


Suelo guiarme, tal y como me enseñaron mis mayores, por la naturaleza, guiarme a la hora de cocinar por los productos de temporada, fijarme en las hojas que se ven unidas a la propia fruta….y en las naranjas, limones e inclusive mandarinas, saber a la hora de comprarlas que es a mediados de Noviembre y sobre todo en Diciembre cuando en mi tierra, en Málaga podemos comprar los cítricos recién recogidos del árbol….  

Y no tengo más remedio, cada día paso bajo los naranjos que dan alegría y olor a las calles de mi urbanización...veo y aspiro su aroma, el olor a azahar en primavera y compruebo su evolución hasta que hoy por hoy, ya me avisan de que casi están en su plenitud....


Lástima que sean "cachorreñas" y sólo pueda hacer con ellas la deliciosa sopa tipica de Alhaurin...del Valle del Guadalhorce: La sopa cachorreña 

 
Es por ello por lo que es la época de ésas ensaladas malagueñas, las ensaladas de naranja que tanto me gustan y tan habituales de Mi cocina…. 




¿Quién no conoce la “ensalá” de bacalao…tan típica malagueña? Que por cierto, he publicado en tres ocasiones, la primera en Mayo del 2009 a poco de nacer el blog, posteriormente una segunda receta con algunas pequeñas variaciones y por último, tal y como la preparo habitualmente….(pinchando en éste enlace, encontrarán la receta)





Hoy, en vez de bacalao, con atún....una ensalada tibia de patatas con naranjas…¿Se van a resistir a probarla?



¿Cómo la hice?


Ingredientes para dos personas:


Dos patatas medianas, una naranja “whasingtona”, una cebolleta, dos huevos, aceitunas aloreñas “aliñás”, sal,  cuatro cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión de Ardales), tres cucharadas soperas de vinagre de vino, dos latas de atún en aceite de oliva y una ramita de perejil fresco.


Los pasos a seguir:


Pelar la naranja de forma que quede sólo la pulpa y dejarla en un plato donde soltará parte del zumo.

Quitar los huesos a la aceitunas.

Picar la cebolleta (la parte blanca) en trozos pequeños.


En una cacerolita con agua, cocer los huevos (dependiendo del tamaño, unos diez minutos aproximadamente)..de forma que queden duros.  Pelarlos, cortarlos en trozos y reservar.


Pelar las patatas, cortarlas en dados y cocerlas en agua con sal, hasta que estén blandas (comprobar pinchando con un tenedor).  Escurrir bien.


Echar la patata junto con el atún en el recipiente donde se vaya a servir.


Agregar la cebolleta, el huevo, los trozos de naranjas y las aceitunas. Salar al gusto


En un cuenco echar el zumo que haya soltado la naranja, el vinagre y el aceite; con un colador batir para que se amalgame la vinagreta.


Incorporar la vinagreta a la ensalada removiendo a fin de que se integre bien todos los sabores, espolvoreando el perejil picado.




¡¡ Buen provecho !!  Y recuerden disfruten de Málaga…de su gastronomía.   
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