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TOSTA DE QUESO DE CABRA CON MERMELADA DE ACEITUNAS ALOREÑAS Y AJONJOLI

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Cocinar es una oportunidad para vivir con intensidad.

La vida se ha ido convirtiendo en una carrera, en un día a día cada vez más ajetreado, en un sin parar y por desgracia para muchos en un “sin vivir”; cada vez el ser humano con menos tiempo para hacer aquello que nos gusta, bien por falta de tiempo y en los últimos años, por lo menos en nuestro país, con menos poder adquisitivo para hacer aquello que nos gusta y mucho menos de disfrutarlo.

Se vive de forma automática y mecanizada, sin quizás pararnos a pensar en ello, en lo que representa y ni tan siquiera en lo que debemos transmitir  con ello.  

Una de ésas tareas que hacemos a diario, o qué “tenemos” y “debemos” hacer a diario, es cocinar, una labor que para algunas o puede ser que para muchas personas es una labor tediosa, un trabajo obligatorio, una rutina necesaria y no precisamente placentera.

Personalmente, considero que aunque la finalidad de ésta diaria tarea es alimentarnos, hay que procurar darle un sentido lúdico, divertido, mirando el lado positivo, pensar que el sentido de cocinar, no está sólo en la comida misma, sino en todo su proceso, desde la compra en sí, hasta el detalle de que cocinar es generar y transmitir alegría, placer y cariño.

Ése cariño que transforma los alimentos, los perfecciona, un “condimento”, un ingrediente tangible, que se hace notar en los platos, en cada preparación, en cada receta…a veces picante como la pimienta, fuerte con el jengibre, otras con todo el salero del mundo y muchas veces dulce como la miel…..

Desde el mismo momento de entrar en la cocina, hasta la hora de servirlo en la mesa, cocinar debe ser sinónimo de disfrutar, disfrutar de la comida con las personas para las que lo has hecho, siendo consciente de que sólo alimentamos el cuerpo quienes cocinamos, sino que en esos alimentos añadimos amor y cariño para nuestra alma y la de quienes se sientan en la mesa….

El cariño es el principal ingrediente de éste plato…el resto:

Pan “cateto” (así llamamos en Málaga al pan de pueblo), un rulo de queso de cabra de Ronda ( hecho de leche fresca de cabra, con una textura cremosa y suave. El rulo se deja madurar en cuevas donde adquiere una corteza aterciopelada de color blanco y un sabor inconfundible), aceite de oliva virgen extra de Ardales, ajonjolí (semillas de sésamo) y mermelada de aceitunas aloreñas de  Aceitunas Roldan.

 

¿Cómo lo hice?

Tostar las rebanadas de pan (procurando que no se quemen, amargarían…), cortarla en trozos.

Mientras cortar el rulo en porciones.

En una sartén echar un chorreoncito de aceite de oliva y calentar (un segundo por cada lado) los trozos de queso.

Colocarlos sobre las tostadas, encima del queso una buena cucharada de mermelada de aceitunas, espolvorear el ajonjolí y regar con aceite de oliva virgen extra….



Fácil, rápido, delicioso….con todo el SABOR A MALAGA y con todo mi amor para mi marido, mi hijo Alejandro y para su dulce Marta….

TOSTA DE PIMIENTO ASADO CON BOQUERONES AL NATURAL Y MERMELADA DE ACEITUNAS ALOREÑAS

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Jorge Luis Borges cuando dijo: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de Biblioteca”.

Pasear por la orilla de la mar, nadar, bucear, contemplar el horizonte sentada en el rebalaje de la playa, sentir el calor del sol en la piel, la brisa y el aire con olor a salitre; la mirada tranquila y relajada de mi marido, las sonrisas de mis hijos, inclusive si no es con prisas y agobio hasta cocinar, los museos, las librerías….leer un libro sentada en mi biblioteca.

Son momentos que me producen calma y sosiego.

Leer me relaja, me tranquiliza, me hace viajar y visualizar otros mundos; los libros que leo, esos libros que descansan en mis estanterías de madera color miel, "Mi Paraiso", libros que me brindan su olor, su visión de distintos colores y formatos, con ésa geometría casi perfecta que les da mi marido, cambiándolos de sitio de vez en cuando, ordenándolos, dejando huecos para los próximos que puedan llegar a ése templo de conocimiento, de conversación, de aprendizaje…

Esos libros ya leídos y algunos de ellos “releídos” que me han ayudado a encontrarme con otras gentes, otras culturas, otras vivencias, experiencias y aventuras….

Y en la vida hay que diversificar…. tengo que pasear, sentir el mar, relajarme y estar pendiente de los mios.  Pero hay que cocinar, así que hoy propongo algo fácil, rápido, otro aperitivo.

En ésta ocasión unas deliciosas tostadas con boquerones (al natural, en vinagre o macerados en limón)….



¿Cómo las hice?

Ingredientes:  Rebanadas de pan tostado y cortados al gusto (a ser posible pan “cateto” como solemos llamar en Málaga al pan de pueblo), boquerones en vinagre, aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión de Ardales, malagueño), hojas de espinacas pequeñas, rúcula, pimiento rojo, mermelada de aceitunas aloreñas (de Málaga) Aceitunas Roldán y sal.

Los pasos a seguir:

Preparar los boquerones con antelación….(En ESTE enlace encontrarán la receta)



Tostar el pan y cortar el tamaño según el gusto.

Asar los pimientos:

Los pimientos se pueden preparar al horno o sobre una parrilla, sartén o como antiguamente directamente al fuego.

Personalmente, prefiero hacerlo al fuego con una parrilla de asar, porque la piel de los pimientos que es gruesa y dura se quema en la superficie, pero la carne del pimiento ni se quema ni se “chamusca”, pero queda perfumada con un olor a humo muy agradable.  De ésta forma pierden menos agua.   Sí hay que tener cuidado de que no se quemen demasiado, dándoles la vuelta continuamente procurando que todas las caras del pimiento estén en contacto con el fuego.

Una vez hechos pelarlos concienzudamente quitándoles todo lo negro y enjuagarlos bien debajo del grifo, dejarlos escurrir.  Cortarlo en trozos dependiendo del tamaño de las tostas  y reservarlos.



Para emplatar:

Colocar el pan, encima las hojas de espinacas y la rúcula, posteriormente el pimiento asado, regar con aceite y salar al gusto.

A continuación poner encima los boquerones y la mermelada de aceitunas…..



¿Se animan a probarlo?....

Acompañar con buen vino, mirando al mar, un libro y buena compañía…

AGUJA "PALÁ" (PEZ ESPADA) A LA PLANCHA CON SALSA DE ACEITUNAS ALOREÑAS, ALCAPARRAS Y ANCHOAS

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Cubrí mi barca con redespara que no extrañara la mar,
entristeciendo y muriendo de nostalgias,
ahogada,
sintiéndose pez fuera de lugar.
Ay, de mi mar, la mar !! 

Así duerme, la jábega La Maria del Carmen, las que sacaban a la mar mi familia materna "Los Rosillas" en las playas del Palo (barriada marinera donde yo nací)....extraña la mar, como pez fuera del agua, en el Museo Maritimo de Barcelona.
 
 Ya sea el temporal o la calma de levante, ya haya poniente, la mar me invita a dar un paseo cada atardecer por la playa y yo me presto a ello.   

Con un caminar sin prisas, pero sin pausas, unas veces hablando con mi marido, otras absorta en mis pensamientos, veo a la gente pasar, andar por la arena, los jóvenes inmersos en sus deportes playeros (balón volea, volando o surfeando sobre el mar e incluso pasando como si de una ráfaga de aire sobre patines o en bicicletas)…..también vuela mi imaginación y me viene a la mente la estampa de antaño del litoral malagueño.

Quiero imaginar, hacerme una idea de lo que fue, de lo que sucedía al atardecer, cuando las barcas volvían al rebalaje, trabajando con las artes de pesca; vuela mi imaginación y veo las jábegas poniendo proa a la orilla e incluso a los jabegotes bogando y luchando con las olas hasta encallar la barca en la playa para sacar en sus redes los tesoros que guardan celosamente las aguas de la Bahia.    

Ya casi no quedan jábegas en las playas malagueñas, pero aún hoy en día, los ojos de las jábegas, aquellas barcas legado de los fenicios, permanecen abiertos para admirar como antaño, sin lugar a dudas, la belleza de nuestro litoral. 
 


Ojos de las jábegas malagueñas, miradas de Horus o de Osiris, cargadas de energía aunque las jábegas duerman encalladas, soñando en lucir como antaño sus mejores galas y volver a la mar.

Barcas empapadas de la herencia de aquellos marineros fenicios influidos por la tradición egipcia, marengos, hombres de la mar que fundaron Malaka a las faldas del monte Gibralfaro, precursores de las jábegas malagueñas que miran al frente con los  ojos del Dios Celeste, “El Elevado”, representado por un halcón peregrino .

A babor el ojo izquierdo que representaba a la luna, a estribor el derecho: el Sol.  

Los dos ojos de Horus, llamados Udjat, eran capaces de observar todo el mal que existía en el mundo.  

El ojo derecho gozó de gran popularidad en el Antiguo Egipto siendo considerado el amuleto más poderoso, asociado con la protección….

En las amuras de las jábegas van pintados los dos ojos de Horus, en la proa…que termina en una punta con forma de pico: la proba (Proba es la típica forma marenga de denominar las afiladas proas de las jábegas), recta y afilada, como si de una serpiente se tratara, hace que la barca se asemeje a un gran pez espada….una aguja palá.

Aguja “palá”, es como denominamos en una gran parte de Andalucia al pez espada.

Tiene su origen dicha denominación de “aguja paladar”, debido a la peculiar forma de su mandibula superior, que utiliza el majestuoso pez, para golpear a sus presas.  

Conocido mayormente como pez espada, emperador, espadarte, “peix espasa” o “txitxi espata”….tiene su nombre técnico: “Xiphias gladius” es la aguja palá que suelo comprar en el Mercado de Huelin, donde Salvador, expone la cabeza mientras corta éstos deliciosos trozos que llegaron a Mi cocina. 



Generalmente los suelo preparar a la plancha (éste es el enlace a su receta )…con un “majaillo” de ajo perejil, con su aceite y limón.



En ocasiones añado el pez espada en las sopas de marisco….

O hago aquella sopa malagueña que tanto les gustaba a mis mayores (sopa malagueña de pez espada AQUI la receta) …..



En ésta ocasión, quise prepararlo con alguna salsa diferente, por lo que ni corta ni perezosa eché mano de un libro que guardo en mi cocina desde hace varios años: “Pescado y Marisco, del Mar a la Mesa”.



¿Cómo la hice?

Ingredientes:

Un filete de aguja palá, aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño, en ésta ocasión de Ardales), dos dientes de ajo, media cebolla blanca, un tomate grande maduro, diez o doce aceitunas aliñadas aloreñas (malagueñas), una cucharada de alcaparras ( bien escurridas), tres anchoas (en conserva), cuatro o cinco granos de pimienta negra y sal.

Los pasos a seguir:

Pelar los ajos y cortar por la mitad; trocear el tomate (sin piel ni pepitas), cortar en trozos pequeños las aceitunas (deshuesadas previamente) junto con los granos de alcaparras, picar las anchoas y cortar en trozos pequeños la cebolla.  Reservar.

En una cacerolita echar un chorreón de aceite de oliva, una vez caliente rehogar los trozos de ajo hasta que estén ligeramente dorados.  Retirarlos y desecharlos.

Incorporar la cebolla y las anchoas, rehogándolas a fuego lento y con una cuchara de madera desmenuzando las anchoas hasta que se conviertan en puré, removiendo hasta que las cebollas estén doraditas.

Agregar el tomate y rehogarlos durante unos quince minutos hasta que el conjunto de ingredientes se haya espesado.

Añadir las aceitunas y las alcaparras.  Agregar la pimienta negra molida y rectificar de sal.

En una sartén, echar aceite de oliva y una vez caliente, dorar el filete de pez espada por ambas caras, salando al gusto.

Sacarlo y emplatarlo….colocando la salsa al lado.  
   


Dicen que Málaga tiene el mar al sur, pero para mi el mar es su norte.

LANGOSTINOS AL JENGIBRE EN PAPILLOTE.

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El jengibre (Zingiber officinale Roscoe) no es un producto que se encontrara en la cocina de mi madre, ni en los recuerdos de mi más tierna infancia, pero sí que forma parte de los sabores exóticos que llegaron a mi vida gracias a mi contacto y vivencias con la cultura oriental a principios de los años 70, cuando “Orient”…. Oriente quedó grabado en mí, casi sin darme cuenta, para siempre en todos los sentidos de mi vida.

Fue en aquellos años, cuando descubrí éste ingrediente que ya usaban los griegos los griegos por ejemplo para aromatizar el pan hace más de 4.000 años antes de nuestra Era.
 
Es una planta originaria del Este de Asia, donde ha sido usada durante milenios, sobre todo la cultura china, como la hindú no sólo para aderezar las comidas, sino también como medicina; tanto los griegos, como los romanos también la utilizaron con éste mismo propósito, llegando su fama medicinal a Europa.

Muy utilizado en la gastronomía de India, Japón, China, Indonesia…llegando incluso hoy en día a ser un producto básico igualmente en la cocina caribeña.
Su nombre, proviene del sánscrito “sinabera”, que viene a significar: “formado como un cuerno”.

El jengibre aunque lo parezca por su aspecto y por su forma (recuerda una mano con dedos rugosos e irregulares), no es una raíz; es un rizoma o tallo subterráneo.



Su piel, envuelve una pulpa jugosa que cuando se ralla tiene un olor fuerte,  muy aromático y refrescante que recuerda al limón.   Su sabor muy característico es agrio y con un toque picante, por lo que hay que utilizarlo con cuidado, por lo que aconsejo ir probando hasta lograr el sabor deseado.

A medida que se va cocinando va perdiendo un poco de su sabor picante, pero nunca su aroma.

Fue en el año 1983, cuando probé en Tokyo por primera vez una bebida gaseosa, que con el tiempo supe que era el jengibre su base: “Ginger Ale”; que al igual que ciertas cervezas orientales emplean el aceite de esencia de jengibre para su fabricación.  

Hoy en día, gracias al mayor conocimiento y difusión de productos internacionales es un ingrediente básico en nuestras cocinas, ya sea fresco o en polvo….. y que no suele faltar en Mi cocina.

En ésta ocasión con jengibre fresco, he preparado ésta receta con sabores de China, pero hecha en vez de en wok o en sartén, en el horno…..¿se animan a probarlo?

¿Como lo hice?

Para una persona:

Seis langostinos, media cebolla blanca dulce mediana (incluida la parte verde), una zanahoria pequeña, un trozo de jengibre fresco, una cucharada sopera de salsa de soja, una cucharada soperas de miel, otra de vino blanco (usé un fino Montilla-Moriles), una cucharada de aceite de oliva y sal.  

Los pasos a seguir:

Precalentar el horno a 180º C.

Cortar la cebolla en juliana (trozos alargados).
Pelar el jengibre y rallarlo (cortando con un cuchillo afilado en trozos finos y alargados).
Pelar la zanahoria e igualmente cortar en trozos alargados, al igual que la cebolla y el jengibre.
Quitar las cabezas y la piel a los langostinos, dejándoles la piel de la cola.

Con un cuchillo, hacer un corte a lo largo del langostino, en la parte posterior del cuerpo. Y desechar el cordón oscuro que aparecerá.

Cortar papel de aluminio (si es fino, como ocurre con algunas marcas blancas, doblarlo por la mitad), lo suficientemente grande como para posteriormente, poniendo los ingredientes en el centro poder cerrarlo de forma que quede hermético.

Colocar en el centro del papel los langostinos, añadiendo el jengibre, la cebolla, zanahoria, levantar los bordes del papel procurando que éstos queden altos a fin de añadir los liquidos y que éstos no se desparramen.

Agregar la miel, la soja, el vino, el aceite y salar al gusto, cuidando de no echar demasiado teniendo en cuenta que la soja aporta  sabor salado….

Doblar el papel de aluminio de forma que quede totalmente cerrado.

Meterlo en el horno y dejar hacer durante diez minutos aproximadamente.

Sacarlo del horno, depositarlo encima del plato donde se vaya a servir y abrirlo con sumo cuidado a fin de que no llegue a quemar el vapor que saldrá del paquete, retirar el papel de aluminio.

Servir con arroz blanco o ¿por qué no? Con un arroz frito....con los "tesoros" que deseen....

¡¡ Buen provecho !!

CEREZAS EN AGUARDIENTE

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Prohibitivo quizás por el precio, pero quienes me conocen bien saben de mi pasión por los bombones de chocolate rellenos de cereza con licor de una afamada marca.

Sucumbo a su tentación cada vez que los veo en una estantería de un supermercado y es que me encantan, me entusiasman, me pirran….y no tengo medida, no me resisto, cuando puedo comprarlo, en comerme solo uno, ni dos, ni tres….

No me gusta comérmelo lentamente, prefiero sentir el crujir del chocolate al masticarlo, sentir como el licor me cubre las papilas y masticar la deliciosa cereza repleta de sabor; saborear el amargor del chocolate unido al dulzor de la “emborrachada” fruta, que en una fusión de esencias me deleitan mientras los paladeo…..y he de reconocer que me sabe a poco.

Y éste año, he hecho el propósito de enmienda de prepararlos en Mi cocina, por lo menos de intentarlo.

Me faltan los moldes, por lo que tendré que comprarlos sí o sí…o intentar hacerlo en los clásicos moldes de silicona de hacer hielos en el frigorífico; los pasos a seguir, lo tengo más fácil, sólo entrar en el blog de una experta y enamorada del chocolate, que tiene el arte en sus manos a la hora de hacer bombones rellenos (de aceite, de mango, de crema de café….de…..vuela su imaginación), cocina y hace los bombones "sin miedo".

      
Como comprendenrán tendré que pedir su consejo personal, ella es la amabilidad personificada, dulce y chocolateada.

Así que me falta lo más importante, las cerezas y el licor….y dicho y hecho, hay que prepararlo ahora que es tiempo de cerezas y en Málaga están en todo su esplendor: las cerezas de Alfarnate.

No se necesita nada especial, solo se requiere buena materia prima y paciencia.

Las cerezas tienen que estar en buen estado, sin golpes, ni roces, ya que deben fermentar, lógicamente cuanto más dulces y jugosas mejor quedará el licor y éste, aunque se puede consumir en poco tiempo, alcanzará su máximo esplendor cerca de Navidades.

Este año por lo tanto, no prepararé un clásico en Mi cocina, las pasas en aguardiente (en ESTE enlace podrán ver como las preparo)…que me trasladan a mi niñez, pero sí que les dejo el enlace a la receta tradicional malagueña.



Este año disfrutaré de una copita de licor con cerezas….y quizás consiga hacer bombones de intenso chocolate rellenos con ellas.

Mientras les digo como las he preparado:
 
Para una botella:

500 gr. de cerezas, 100 gr. de azúcar, un palo de canela, medio litro de aguardiente (he usado dos partes de aguardiente dulce y una del seco).


Los pasos a seguir:

Lavar bien las cerezas, secarlas con papel de cocina y quitarles el rabito.
En un recipiente de cristal que se pueda cerrar herméticamente echar la mitad de las cerezas y añadir la mitad del azúcar y la canela, cubriéndolos con parte del aguardiente.
Batir enérgicamente a fin de que se disuelva el azúcar.
Continuar echando las cerezas, el azúcar y el aguardiente restante y volver a batir.
Procurar que las cerezas queden bien cubiertas de aguardiente.
Cerrar y dejar en un lugar fresco y oscuro (no en el frigorífico), moviendo la botella de vez en cuando.

Desde éste momento, sólo es cuestión de tiempo…cuanto más estén las cerezas macerando, el licor adquiere más cuerpo y el sabor más intenso, así que calculo que en cuatro o cinco meses estarán en su plenitud para disfrutarlas….aunque igual mi impaciencia me juega una mala pasada; no sé por qué pienso que en unos días estarán deliciosas.



Aunque espero poder preparar los bombones, hacer pasteles, madalenas…..¿tendré paciencia?

Espero que Vds. sí y se animen a disfrutar de éste licor y de las riquisimas cerezas malagueñas a ser posible, emborrachadas y por qué no, que sigan los pasos de Mari Angeles y se deleiten de los bombones rellenos de cerezas en aguardiente.

PERDIZ EN ESCABECHE

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No hace mucho leía no recuerdo bien donde que la cocina es un exquisito arte que todos tocamos y pocos interpretan con verdadero sentido de lo culinario elevado a la quinta esencia de lo artístico y espectacular.

¡¡ Buena frase !!

Que si la leo y la pienso con detenimiento llego a la conclusión de que es cierta.

Cualquiera puede cocinar, todo es ponerse, querer y tener interés en hacerlo; aunque a mi entender, no todo el mundo que “empuña un cucharón” es un buen cocinero.  

Para mi es aquella persona que con lo más simple, con un plato de “papas fritas y huevo” te pueden llegar a emocionar, que son capaces con los productos más humildes y sencillos,  hacer magia en la cocina. 

Eso hacía mi madre y las madres de antaño…con poco recursos, ya no sólo en cuanto a ingredientes, sino en cuanto a medios para cocinar nos alimentaban, nos emocionaban y con todo el arte del mundo hacía magia en los antiguos fogones, incluso en las cocinas más humildes.

Porque ¿qué es la cocina sino magia y arte?  Magia por pura necesidad para alimentar a los suyos con los productos de temporada, preservándolos y conservándolos sin los medios de los que hoy en día disponemos.    Aunque yo creo que prioritariamente el arte actualmente en la cocina es arte cuando ésta deja de ser una necesidad.

Ahí es donde están encumbrados los grandes “chefs”, imaginando nuevas texturas, nuevas formas y futuristas técnicas que más que una comida puede llegar a parecer puro alimento para viajes estelares o de otros universos de ficción al más puro estilo de la imaginación del creador de Star Trek.

El arte y la magia en la cocina existe,  sobre todo cuando se cocina con amor, con pasión, con ganas y con dedicación, unidos a la imaginación; ésa imaginación que fue la consecuencia en muchas ocasiones de la necesidad de nuestros antepasados, transmitida de generación en generación desde hace milenios.  

¿O no es arte e imaginación conservar alimentos durante largos periodos de tiempo? Y de eso no hace tanto….por lo menos en mi familia, donde no llegó el frigorífico hasta principios de los años 60.
  
Una de las técnicas de conserva que usaba mi madre, como casi todas las madres de aquellos años, era el escabeche…sobre todo con el pescado, como los boquerones por ejemplo (AQUI la receta)


Actualmente, hay que reconocer que no se busca tanto la conservación del pescado o la carne, es más una cuestión de gusto y aroma, de disfrutar de otra manera ciertos productos…pero sin olvidar que ésta técnica de conservas, nació por la necesidad de conservar, por un tema “práctico”, que permitían alargar la vida de los alimentos..   

Y en mi afán de aprender o conocer el origen de las palabras y su por qué, en el Diccionario General de la Lengua Española Vox, he leído que el escabeche es un adobo de vinagre, laurel y otros ingredientes para la conservación de pescados y animales de caza.

El origen del término “escabeche” es árabe, no se sabe con certeza si se deriva de la palabra “sakbäy” que significa “guiso de carne con vinagre, o de “sikbäg” que se traduce como adobo a base de aceite frito, vinagre o vino, laurel, ajo y otros ingredientes.

Lo que sí es certero que el “escabeche” es una técnica que introdujeron en la península ibérica los árabes y que se viene usando en nuestra tierra desde el siglo VII.

Técnica que me enseñó mi madre…tanto para el pescado, como para las perdices, cuando mi padre las traía cuando se las regalaban en Periana.

En ésta ocasión no me pude resistir y disfrutar por gusto (no suelo hacer conservas) una tierna y deliciosa perdiz.

¿Cómo las hice?

Ingredientes para dos personas:

Dos perdices, dos vasos de vino blanco (usé un fino Montilla-Moriles), tres vasos de agua, un vaso de vinagre de vino blanco, cuatro dientes de ajos, una cebolla mediana blanca, dos zanahorias, dos hojas de laurel, una ramita de tomillo, una cucharada pequeña de orégano, cinco o seis granos de pimienta negra, aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión de Riogordo, sin filtrar, malagueño) y sal.

Los pasos a seguir:

(Las perdices me llegaron limpias, enteras, vacías interiormente y sin cabeza; les até las patitas con hilo de cocinar).
Lavar las perdices y secarlas con papel de cocina, salar al gusto.

En una cacerolita  echar un buen chorreón de aceite de oliva, cuando esté caliente introducir las perdices y dorarlas uniformemente.  Sacarlas y reservarlas.

Cortar la cebolla en juliana y los ajitos en trozos pequeños.

Pelar las zanahorias y cortarlas en trozos redondos, tal y como se aprecia en la foto.
Anudar el laurel y el romero haciendo un hatillo.

En el mismo aceite pochar a fuego lento la cebolla, el ajo y la zanahoria salando previamente, sin que se llegue a quemar durante unos minutos.

Añadir la pimienta negra, el hatillo de laurel y romero, el orégano removiendo todo el conjunto.

Agregar el vinagre y el vino llevando a ebullición durante un minuto, echando a continuación el agua.

Introducir las perdices y dejar cocer a fuego lento durante una media hora aproximadamente (éstas no eran muy grandes) hasta que la carne esté tierna y el caldo quede reducido.  (Si es necesario añadir más agua….probar de sal y rectificar si fuese necesario).
 
Antiguamente al igual que el lomo en manteca (en éste enlace tienen la receta) …otra técnica de conservación, se metían en orzas de barro y se guardaba lógicamente en el lugar más fresco de la cocina, cubriéndolas con aceite duraban algunos meses…. 


Eso sí, de aperitivo unas aceitunas "partías" bien "aliñás" de Aceitunas Roldán y el vinito moscatel……

Para la carne, un tinto o el que quieran, pero a ser posible malagueño, los que me cautivan: Bodegas Jorge Ordoñez.
Aunque queda delicioso éste escabeche dejándolo enfriar…no se pierdan disfrutándolo recién hecho, acompañándolo con un buen puré de patatas (mezclandolo con aceite de oliva y un poco de pimienta negra recién molida, con su punto de sal) y unas setas variadas (aunque no es época, se pueden encontrar en mercados o congeladas) hechas en la sartén con ajito y perejil.

Buen provecho y buen fin de semana....disfruten de mi tierra, disfruten de Málaga, del sol, de su alegría, de su cultura, de su gastronomía, del mar...siempre la mar.
 

ENSALADA DE PIMIENTOS ASADOS AL ESTILO DE DANI GARCIA

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Es habitual en los blogs de cocina que sus autores cuando tienen un acontecimiento especial, familiar o profesional que así lo requiera preparar un delicioso, maravilloso y riquísimo pastel, una tarta cuya receta comparten con los seguidores, al unísono que los emotivos sentimientos que han motivado el prepararla; sobre todo si se hace con el cariño de una madre para un cumpleaños de un hijo.

Ayer, yo tenía preparada ésta entrada, ésta roja y sorprendente ensalada de pimientos; redactada y lista para publicar (otros deberes me lo impidieros) aunque tenía que haber preparado una entrada en Mi cocina con una tarta donde brillaran 33 velas…. Ayer, 14 de Julio, hace 33 años llegó a mí una persona que ocupa un lugar muy especial en mi corazón: mi hijo.

Con él supe lo que significa la responsabilidad de ser madre; a él me une un lazo, un cordón umbilical que nada, ni nadie puede separar, ni tan siquiera la distancia. 

Por él siento un amor difícil de explicar (quien es madre me puede comprender) y creo firmemente que no se quiere a un hijo por haber dado a luz en una fecha determinada, no se quiere a la sangre como tal, se quiere al corazón, a una mirada, a una sonrisa, a la caída de dientes, las primeras palabras, a los cambios de pañales, a los días y las noches sin dormir, a los primeros pasos, a sus cambios hormonales, a una personalidad fuerte,  en definitiva se quiere a una persona en su totalidad.

El amor se da mirando, tocando, callando, sonriendo, queriendo, incluso sufriendo…como sufrimos las madres….como queremos las madres: con intensidad.

Quizás por ello he elegido ésta receta, un plato de color rojo, el color que representa la intensidad afectiva, para celebrar en mi cocina virtual una fecha tan señalada en mi vida: el cumpleaños de mi hijo, de mi primer hijo.

El rojo, el primer color al que el hombre le puso un nombre, la denominación cromática más antigua del mundo; el color de la fuerza, el vigor, el valor y lo atractivo.  El más vigoroso de todos los colores, el color de la vida y la alegría, del afecto apasionado, un color impregnado de cierta angustiosa tensión y sobresalto ¿No es así el amor maternal?

Un color que simboliza dos detalles de la vida importantes: el fuego y la sangre, un significado existencial en el ser humano.  Que también denota pureza, alegría y celebración; sin ir más lejos, tanto en China e India por ejemplo, es el color de la felicidad y la prosperidad.

Desde que tenemos constancia de la historia de la humanidad está demostrado que el rojo era el color más preciado y usado por patricios, nobles y reyes.  ¿Y no es el rojo el color  del fuego y el fuego imagen de lo divino?  

Roja así es la receta de hoy en Mi cocina, aunque tenía que haberla publicado ayer, con ése color que es señal de felicidad, de prosperidad….para felicitar a una persona que para mi es divino: mi hijo.


Ideal para acompañar los famosos “pescaitos” fritos malagueños..


 o unos boqueroncitos "vitorianos"


 o  un plato de “caramalitos”



  o unos manojos de jurelitos,



¿Cómo la hice?

Siguiendo una receta, otra originalidad de mi admirado Dani Garcia, gran chef malagueño (dos estrellas Michelin).

Ingredientes:

Dos pimientos gordos de asar, una cucharadita de comino (majado en un mortero o ya en polvo tal y como lo venden en supermercados), dos dientes de ajo (quitándoles la raíz central para que no repita), una cucharadita de orégano, vinagre y aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño, actualmente usando de Riogordo sin filtrar) al gusto, sal.   

Los pasos a seguir:

Asar los pimientos:

Los pimientos se pueden preparar al horno o sobre una parrilla, sartén o como antiguamente directamente al fuego.

Personalmente, prefiero hacerlo al fuego con una parrilla de asar, porque la piel de los pimientos que es gruesa y dura se quema en la superficie, pero la carne del pimiento ni se quema ni se “chamusca”, pero queda perfumada con un olor a humo muy agradable.  De ésta forma pierden menos agua.   Sí hay que tener cuidado de que no se quemen demasiado, dándoles la vuelta continuamente procurando que todas las caras del pimiento estén en contacto con el fuego.

Una vez hechos pelarlos concienzudamente quitándoles todo lo negro y enjuagarlos bien debajo del grifo, dejarlos escurrir.  Cortarlo en tiras alargadas  y reservarlos.


En un mortero machacar haciendo una pasta:  ajo, comino y orégano.   Añadir el vinagre y el aceite.

En un cuenco echar los trozos de pimiento, salar al gusto y mezclar con el “majaillo” dejándolo macerar unos minutos.

 Con todo mi cariño para Alejandro B.

CARRILLERAS EN SALSA CON PASAS Y CHAMPIÑONES

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De un tiempo a ésta parte pierdo el sentido de las horas, los días van pasando, vuelan y casi no me doy cuenta de ello; me siento arrastrada por hechos que son parte lógicos de la vida, que en estos tiempos me tiene inmersa en una vorágine de acontecimientos que aunque no me tienen alejada de mi cocina real, sí que están influyendo en mi cocina virtual…que aunque no se crea, necesita su tiempo.

También hay otros motivos quizás anímicos que me tienen un tanto alejada del blog… debo admitir que me siento un tanto extraña, poco motivada, revuelta, revolucionada con el tema gastronómico, que está influyendo en que me ausente de Mi cocina…quizás debo llamar ése sentimiento “saturación”. 

No es habitual en mí, con lo que me gusta la cocina y la ilusión que siempre he tenido por publicar y escribir mi blog, que cada vez que veo algo relacionado con la cocina: llámese evento, llámese programa televisivo, llámese redes sociales……piense e incluso diga ésa expresión tan malagueña espontáneamente: “Qué pechá de cocina”…

Y entro en la dinámica de justificarme a mi misma diciéndome algo de lo que estoy absolutamente convencida: ¡¡ la gastronomía no es el ombligo de mi mundo !!

Ese mundo que me rodea, que me motiva, me distrae y divierte, leer, pasear, bucear, la historia, el arte y un largo etcétera, en el que la gastronomía es un pequeño apartado, pequeños y grandes placeres que se unen a las responsabilidades que tengo que asumir absolutamente inevitables e ineludible.

Igual, sin darme cuenta me he visto sumergida y he buceado en la gastronomía (metafóricamente hablando) hasta tal extremo que me encuentro como cuando buceando en el mar, a pesar de disfrutar del entorno, del medio en que me encuentro, siento ésa especie de angustia, de presión que me incita a subir a la superficie por falta de aire y respirar hondo

Mi cocina, el blog e incluso cocinar para mi es una afición con la que he intentado distraerme, hacer de una obligación una diversión y compartir lo que yo sé hacer, que no es mucho e igual no es poco, mostrando lo que cocino, incluso con el riesgo de que mi familia no estuviese de acuerdo en que “enseñe” los platos que con cada receta llega a mi mesa….siendo consciente de que no soy cocinera, no soy chef ni lo quiero ser.

A esta altura de mi vida no busco en el mundo bloguero gastronómico nada más que compartir, no “competir”.     Y me doy cuenta, de que lo que ocurre en la vida real, se traspasa a los blogs y a sus creadores, para lo bueno y para lo menos bueno, se proyecta la competitividad, convirtiéndose en una carrera donde prevalece el “pó yo más”, proyectándose la competitividad en algo que debería ser un entretenimiento, buscándose notoriedad y protagonismo.
Igual ése es otro de los motivos de ése cansancio, de ésta rutina en la que se puede convertir algo que hago con corazón, por gusto y afición; algo que no valdría la pena continuar, ya bastante competitiva es la vida diaria personal y profesional como para traspasarlo también a una pasión: la cocina.  

Respiraré, me lo tomaré con filosofía…..e intentaré disfrutar de su lado positivo, de las cosas buenas que conlleva cocinar y compartirlo en Mi cocina.

Por cierto: Lo de “pechá”, es un vocablo que utilizamos en Málaga….viene a significar algo así como estar “harto” (que está molesto o cansado de una cosa de modo que la aborrece o pierde la paciencia).

Una “pechá” al igual una “jartá” (de hartazgo) en nuestro argot  hace referencia al exceso con el que se realiza alguna acción.

El origen de ésta curiosa expresión nos llega a los malagueños de la palabra “pechada”.  Impuesto o tributo muy común en la Edad Media, el llamado de la talla o pecho, que era pagado por cada familia de campesinos en forma de dinero o especie; se le llamaba de tal forma porque al pagarlo se hacía una talla con un cuchillo en un pedazo de madera.

Las contribuciones que se cobraba llegaban a ser humillantes, indignas e intolerantes por ser impuestas obligatoria y arbitrariamente, sin importar la situación económica, siendo la “pechada” difícil de pagar por la gente llana, por el pueblo, por los humildes, por los trabajadores....

Espero que ésa “pechá” de cocina que me ahoga en éstos días…sea pasajera, mientras es mi deseo que quienes visitan “Mi cocina”, no digan: qué “hartura” de tanta historia, de tanto pensamiento y sentimiento….

Mientras les dejo ésta deliciosa receta, que igual en la época de las “pechadas” en épocas lejanas, ya se cocinaba en Andalucia, preparada con una parte del cerdo que hasta hace bien poco tiempo era considerada como “casquería” que es poco noble para las distinguidas mesas de nobles y reyes.  

Un ejemplo nos lo relata el genial escritor Arturo Perez Reverte de quien en mi biblioteca están casi todas sus grandes obras, entre ellas todos sus libros de las aventuras del Capitán Alatriste, concretamente en la novela "El oro del Rey" , ambientada en Sevilla (Año 1626), el novelista sienta en la mesa a dos de sus personajes, el propio Capitán y a D. Francisco de Quevedo, en una Taberna de Triana, donde ambos dan buena cuenta de éste delicioso, jugoso y extraordinario manjar: la carrillada, carrillera o también llamada presa de cara.

Esta parte del cerdo que está formada por los músculos situados a ambos lados del hueso mandibular, muy ejercitado y que por lo tanto tiene en consecuencia que dicha carne, bien cocinada, sea sumamente tierna…..

En ésta ocasión, la he preparado con vino moscatel y fino Montilla Moriles, pasas y champiñones.



¿Cómo la hice?

Ingredientes para dos personas:

Medio kilo de carrilleras ibéricas (son muy pequeñas y las suelo encontrar en una carnicería del malagueño mercado de Huelin), dos dientes de ajo, una cebolla blanca dulce, un puñado de pasas (malagueñas a ser posible), un vaso de vino (una parte de vino moscatel malagueño, dos partes de vino blanco, un fino Montilla Moriles), dos vasos de agua caliente, una cucharada sopera de Bovril, sal, aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión sin filtrar, de Riogordo, malagueño), cinco o seis granos de pimienta negra, dos hojas de laurel y una ramita de perejil.

Los pasos a seguir:

Picar la cebolla y los ajos en trozos pequeños. 

Diluir la cucharada de Bovril en el agua caliente.

En una cacerolita echar un buen chorreón de aceite de oliva, cuando esté caliente echar las carrilleras y dorarlas uniformemente.  Sacarlas y reservarlas.

En el mismo aceite pochar a fuego lento la cebolla, los ajitos, las pasas (éstas casi se perderán dando un punto de sabor dulzón a la salsa)  junto con la pimienta negra y el laurel, cuando esté doradito agregar la carne, remover bien.

Añadir el vino y dejar evaporar unos minutos, echando a continuación el agua donde se ha disuelto el concentrado de carne, salar al gusto y llevar a ebullición, dejándolos cocer aproximadamente unos cuarenta y cinco minutos (hasta que la carne esté tierna), si es necesario añadir un poco más de caldo procurando que no quede la salsa demasiado reducida.

Mientras en una sartén con un poco de aceite de oliva dorar los champiñones cortados en cuartos y reservarlos.

Cuando esté lista la carne, agregar los champiñones, removiendo bien todo el conjunto.   Apartar del fuego, espolvorear el perejil picado antes de servir.

¡¡ Buen provecho !!  


PATÉ DE "FALSO" CENTOLLO

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Ponerse un tubo y unas gafas de buceo, moverse lentamente, sin aspavientos, entrar suavemente en el mar, en cualquier playa que sea más o menos natural, donde la mano del hombre no haya aportado arenas o cambiado el ecosistema como ha ocurrido en muchas playas de la capital malagueña y a pocos centímetros de profundidad, se abre ante nuestros ojos un universo que para muchos puede parecer que cuando lo cuento, hablo de un paraíso remoto y lejano. 



Hace muchos años que buceo y puedo decir que aquí, en la costa malagueña, en ésa frontera imaginaria entre la tierra y la mar, en la misma orilla, en el rompiente de las olas, en el mismísimo rebalaje se aprecian verdaderos tesoros bajo el mar.

Una explosión de vida, una fauna y flora realmente increíbles, un universo de color, un mundo cercano que tenemos aquí, en Málaga, en un litoral donde el ser humano sólo mira al Sol y no a la mar.

Nuestro mar que alberga, a duras penas hoy en día,  ecosistemas en los que se desarrollan y viven multitud, infinidad de especies animales y plantas: praderas de múltiples y diferentes algas que sirven de guardería de los alevines de sargos, jurelitos, besugos, bogas, boquerones, herreras, salmonetes, arañas, chanquetes, lisas y un largo etc….que nadan entre las espumas que se forman por el chocar del agua contra las rocas, piedras incluso arena.

Entre las piedras e incluso los “banquitos” de arena: cohombros, estrellas de mar, anémonas y erizos buscan su lugar para vivir y alimentarse.
Pequeños peces a los que no les preocupa la presencia humana y se acercan a las piernas de los bañistas.

En los roqueos todo cambia, bucear en fondos rocosos e incluso junto a paredes que bajan cinco o seis metros todo cambia, es una experiencia inolvidable y un intenso ejercicio de observación de la naturaleza.

Es allí, donde en un momento el paisaje se vuelve casi tropical, peces de brillantes, vivos y llamativos colores, son las llamadas doncellas y Julias, que se mueven junto a salmonetes, sargos, doradas y salemas compitiendo en picar entre los mejillones las algas y los pequeños crustáceos sin miedo alguno a los grandes cefalópodos que viven entre las oquedades: pulpos y jibias.

Pulpos y jibias difíciles de distinguir ya que se camuflan de tal modo que sólo se pueden ver cuando se mueven o se está acostumbrado a saber distinguir, con calma, paciencia e interés la vida marina.      Si no es así, pueden pasar totalmente desapercibidos, al igual que los centollos cubiertos totalmente de algas, mimetizados de tal manera con el roqueo, que es dificilísimo distinguirlos.

Yo he tenido en multitud de ocasiones la inmensa suerte de verlos de un tamaño realmente considerable y disfrutar de unos momentos maravillosos viéndolos no sólo de alimentarse, sino de luchar entre ellos…..

Y es que el centollo no sólo vive en el Atlántico y en el Cantábrico, también, aunque más discretamente en el Mediterráneo, donde por desgracia, se encuentra en peligro de extinción.

El Centollo es un crustáceo decápodo que pertenece al mismo orden que los cangrejos. Su nombre científico es “”Maja Squinado””.

Durante el día permanece inmóvil entre las algas y el fondo o roqueo donde se ocultan.  En verano se reagrupan para su reproducción, se alimentan de algas, moluscos, cohombros, erizos….e incluso de desechos orgánicos.   

La mejor época para su consumo es durante el invierno, evitando los meses de veda en los que suele salir “vacío” carente de carne y buen sabor.

He de reconocer que La carne del centollo, y todavía más la de la centolla gallega, es considerada un manjar, doy fe ya que por mi profesión he viajado durante años por toda Galicia y que francamente, en 

Mi cocina, es difícil que llegue un centollo, no es habitual ni tradicional consumirlo en Mi cocina.

Así que cuando hace unos días, mi marido vió preparar en un programa de televisión éste paté, haciendo zapping, paró, estuvo pendiente de la forma de prepararlo, ya que le llamó la atención el nombre y me pidió que se lo preparara.

Y ya saben: sus deseos son órdenes para mi ¿Como resistirme a probar ésta delicia?.   Así que ni corta ni perezosa, lo he preparado.



¿Cómo lo hice?

Ingredientes:

Una lata de mejillones (usé en escabeche), cuatro o cinco anchoas, ocho palitos de surimi, dos cucharadas soperas de mayonesa.

Los pasos a seguir:

En el vaso de una batidora echar los mejillones (bien escurridos del caldo del escabeche), las anchoas, los palitos de surimi y la mayonesa.
Triturarlos hasta que estén todos los ingredientes mezclados.
No debe quedar como una crema, no importa que queden trocitos a fin de que tenga como el paté de centollo original algunos “tropezones”.
Servir con pan recién tostado….



¡¡ Buen provecho !! 

La vida marina debe ser respetada porque de ella depende la estabilidad ecológica no sólo de la mar, también de la tierra.    El mar, siempre la mar…….

TERNERA CON VERDURA EN SALSA DE OSTRAS CON SÉSAMO

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El viaje en el espacio es a la vez un viaje en el tiempo y contra el tiempo. Un lugar no es sólo su presente, sino también ese laberinto de tiempos y épocas diferentes que se entrecruzan en un paisaje y lo constituyen.
Claudio Magris

Nuestros antepasados prehistóricos fueron viajeros por necesidad y de eso sabe muchísimo mis primos, grandes expertos, historiadores, escritores y arqueólogos malagueños, Pedro Cantalejo y Maria del Mar Espejo, (AQUI verán la presentación de uno de sus últimos libros publicados), de la historia más lejana de nuestros ancestros.

Ya en aquella época los homínidos eran grandes viajeros, nómadas que debían trasladarse de un lugar a otro, no sólo buscando su sustento, persiguiendo a los animales de caza, recolectando lo que la tierra y las orillas de la mar les ofrecía, sino que también les motivaba la curiosidad.

Ésa cualidad innata que aún hoy en día, al igual que hace miles y miles de año, nos mueve a recorrer los caminos del cada vez más pequeño mundo que habitamos.

Un mundo del que me queda mucho, muchísimo por descubrir, por visitar, por ver…ya que, aunque no me puedo considerar una viajera consumada, puedo sentirme afortunada por la cantidad de sitios que he tenido ocasión de visitar.

Prácticamente he viajado y conozco casi todas las provincias españolas; puedo contar con una mano las que me queda por visitar….y no una, algunas en muchísimas ocasiones.    

Y en cuanto a países extranjeros, quienes siguen Mi cocina virtual y leen las introducciones de las recetas, saben mi pasión por los lugares del mundo que he ido visitando, algunos de ellos como es el caso de Egypto, Suiza, Francia, República Dominicana, Thailandia, Inglaterra y Cuba…no una, ni dos…en algunos casos tres y en más de tres ocasiones.

Y no he vuelto, por falta de ganas a India, Japón, Italia, Méjico, Brasil, China, Marruecos y Belice.

Es imposible para mi escribir y describir mi experiencia, aunque muchas veces lo he pensado y quizás algún día me atreva a ir escribiendo mis recuerdos, aunque de vez en cuando en éste recetario que es 

Mi cocina virtual, he ido contando algunas de las cosas que me han sucedido, lo que he vivido y lo que me han ido enseñando los países y las personas que he conocido a lo largo de éste mágico camino que he ido recorriendo en mi vida.  

Me ha permitido repasar mentalmente algunos momentos, que se quedará en éste blog y por supuesto en mi memoria, en mis recuerdos para siempre y que en definitiva conforma en parte la verdadera esencia de lo que supone que ha sido para mi viajar: aprender.

Experiencias que me han hecho crecer como persona a pesar de que he ido dejando parte de mi en todos esos lugares increíbles, maravillosos todos (porque siempre, siempre he intentado mirar el lado positivo, el lado bueno de los sitios y de su gente).  

Lugares de los que nunca me iré completamente; es el precio que hay que pagar por conocer otros lugares…y que yo, sin dudar lo pago gustosamente.  

Paises, sitios, lugares…que me han cautivado, de los que he aprendido y seguiré aprendiendo incluso gastronómicamente hablando.

Hoy, desde mi ordenador también viajo a otras cocinas, a otros blogs y aprender al igual que hacía en cada viaje real, intentar (no siempre lo he conseguido, todo he de confesarlo) probar lo típico de cada lugar, disfrutar de nuevos sabores e ingredientes, tal y como me ocurría en los viajes reales.

Y es por ello por lo que en Mi cocina virtual, encontrarán una gran influencia Oriental, como en ésta ocasión....una receta china.

¿Como la hice?

Ingredientes:

Medio kilo de filetes de ternera cortada en tiras, seis o siete champiñones, media cebolleta, media cebolla morada, un pimiento verde, uno amarillo, dos zanahorias, medio calabacín, un puerro, una cucharada pequeña de jengibre en polvo, una cucharada de ajonjolí (sésamo), medio vaso pequeño de vino de arroz (pueden usar en su lugar vino blanco), una cucharada de maicena, media cucharadita de café de levadura (uso Royal), dos cucharadas soperas de salsa de soja, una cucharada de salsa de ostras, una cucharadita pequeña de café de azúcar, una pizca de pimienta negra, agua y aceite de sésamo (en su lugar pueden usar aceite vegetal o de oliva).

Los productos asiáticos los suelo comprar en un establecimiento oriental de Torremolinos....pero hoy en día se suelen encontrar en cualquier gran superficie, ésta es la salsa de Ostras.
 


Los pasos a seguir:

En un cuenco echar una cucharada de salsa de soja, una cucharada de vino de arroz, la levadura y una cucharada de maicena junto con la carne, removiendo bien a fin de que se impregne, dejándola macerar una media hora.

En otro recipiente mezclar una cucharada de salsa de soja, la cucharada de salsa de ostras, el azúcar, la pimienta negra recién molida, una cucharada de aceite de sésamo y una cucharada de maicena disuelta en un poco de agua.  Remover bien y reservar.

Mientras cortar las verduras en trozos alargados.



Pasados los treinta minutos, comprobarán que la carne se ha recubierto de una especie de paste ligera; remover bien, mezclando la carne con ésa pasta y añadir una cucharada de aceite (así se evita que la carne se queden pegados unos a otros al freírlos).

En una sartén honda echar un buen chorreón de aceite y calentar a fuego fuerte.

Echar la carne y freírla unos segundos (se puede hacer por tandas).   Sacarla y reservarla.

En el mismo aceite echar la verdura y dejarla hacer a fuego fuerte durante unos minutos, hasta que pierdan la rigidez.



Añadir la carne y el vino de arroz y dejar que se evapore durante un minuto, agregando la salsa que se había reservado.

Dar unas vueltas y servir espolvoreando con el sésamo.
Acompañar con arroz blanco. 

¡¡ Buen provecho !!

El sentido del viaje, no está en llegar, sino en el transcurso del viaje, en lo que se vive, en lo que se aprende ….. tal y como indica el gran poeta griego, nacido en Egypto, Constantino Gavafis….en su poema Ítaca.

Son algunos fragmentos..

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.


Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.

Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios…

PORRA ANTEQUERANA CON ALMENDRAS, LANGOSTINOS Y ACEITE DE ALBAHACA

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A quien mira lo ajeno, lo suyo no le contenta. (Séneca).

Andalucia, ocho capitales de ensueño cuya gastronomía es un deleite para los cinco sentidos, cuna de grandes manjares y platos heredados de nuestros antepasados, aprendidos de generación tras generación desde hace milenios.

Tierra ésta de potajes y guisos de cuchara durante el invierno cocinados con esmero en nuestros fogones y donde “la caló” de la época veraniega transforma ésos platos en una sucesión de “sopas frias”  el ajo blanco, el salmorejo o la porra.  

Tentaciones que convenientemente frías  ayudan a sobrellevar y hacer más livianos los duros calores de los días estivales de nuestra tierra.   

Un buen puñado de tomates, agua, pimiento, pepino, ajo, pan duro, sal, un buen aceite y vinagre andaluz conforman el universal gazpacho (Aqui el enlace a una de las primeras recetas de Mi cocina) …. La sopa fría más internacional, la que los malagueños solemos beber en vaso.


Sin dejar atrás las nuevas versiones, como en éste caso con un pelin más espeso hecho con cerezas y ajonjolí.


 
pero hay más….mucho más ¿quién no ha probado el ajo blanco, de almendras, de piñones, de habas frescas y habas secas?

Los que suelo preparar como:

El clásico (aqui la receta) , de almendras con uvas moscatel malagueña, no demasiado espeso…  

  
El ajo blanco de almendras y piñones con granizado de mango  ((Pinchando aqui encuentran la receta)




O en ésta ocasión con pasas y queso blanco y gelatina de vino moscatel ((En éste enlace verán como la preparo)… 

 
O el de habas secas y almendras….(AQUI la receta de éste gran clásico malagueño) 



Y en su temporada de habas frescas…(Aqui encontrarán la receta) 



El de piñones con uvas moscatel y los langostinos que tanto me gusta… (Pinchen aqui si necesitan ver la receta en cuestión)



Pero volviendo a las que lleva tomates ¿Quién no ha oído hablar del Salmorejo y de la Porra?

Salmorejo, Porra….son sopas frias muy similares en su elaboración y en sus ingredientes, aunque no son iguales; aunque son tan parecidos que a veces se tiene la duda de en qué realmente se diferencian.   

Empezando por el nombre, comentaré que “Porra” evoca el mazo o porra con el que antiguamente se majaban en el mortero los ingredientes.    Y salmorejo, según he podido leer la RAE del año 1817 denomina al salmorejo como oxalme muria (salmuera con vinagre).
El moretum es una salsa, de origen romano, que se elaboraba con mortero. Moretum es una variante de la denominación latina: morteromortarium. Sal-Mortarium pudo haberse transformado en el actual salmorejo.

En cuanto al origen de la receta, me consta que está basada en la época en que los romanos preparaban ésas ricas y nutritivas sopas de pan del Mediterráneo, fáciles de digerir y que sus ingredientes eran pan remojado en agua, aceite, vinagre, ajo y sal. De esa forma se recuperaba un bien tan apreciado y a veces escaso como el pan, cuando ya era demasiado duro para comerlo tal cual.   Siendo una sopa de color blanquecino, como los ajos blancos.

El tomate, al igual que el pimiento, se incorporó bastante siglos más tarde, cuando Colón lo había traído de América, y también entonces, tan solo en verano el Salmorejo adquiría su hoy tan apreciado color rojo.

Y ahí llegó el Zoque a Málaga….el zoque malagueño, también llamado “ajo tomate” (En éste enlace está tan entrañable receta familiar)

Según los grandes entendidos, los ingredientes del auténtico salmorejo cordobés son tomates, pan de telera cordobesa, aceite de oliva virgen extra, ajo de Montalbán y sal.

En cuanto a la porra los ingredientes varían del salmorejo en que se le añade pimiento, verde o rojo, el pan que se utiliza es el que conocemos como pan cateto, que es pan de miga apretada, y también se le añade vinagre.   

Aunque como es lógico y normal, habrá opiniones al respecto, ya que como bien dice el refrán: Cada maestrito, tiene su librito.

Independientemente de que ¿quién tiene las recetas originales….la verdad absoluta al respecto?

Ésta es mi elección, como a mí personalmente más me gusta prepararla " a mi manera "“a mi manera” como dice la canción, y es que a mi me gusta añadirle un ingrediente que los puristas dirán que no lleva: un trocito de pepino…,…..


Además hay otra diferencia importante, que es la textura: El salmorejo adiciona menos pan, lo que hace que sea una crema más ligera.   La porra, es más consistente y densa, ya que se le añade mucho más pan; de hecho hay un dicho en Antequera, que dice que la porra está en su punto cuando se pone una cuchara de pie en el plato y se mantiene derecha y sin caerse debido a su consistencia.

También hay diferencias en cuanto a los tropezones que acompañan estos platos frios andaluces; generalmente el salmorejo se suele presentar decorado con taquitos de jamón serrano y huevo duro, en cuanto la porra, además de lo anterior, se le añade atún en aceite.

¿ Salmorejo, Porra? … dos sopas frias, andaluzas con una gran diferencia:

El salmorejo es seña de identidad cordobesa.  Una ciudad, Córdoba, que ha conseguido que su “sopa fría” traspase fronteras, que sea conocido fuera de Andalucia y que a través incluso de Cofradias gastronómicas se de a conocer la receta, siendo considerada como auténtica cordobesa, dándoles la difusión y fama que realmente se merece.  

Pero en Málaga….ésta provincia por la que siento verdadera pasión, cuna y probablemente origen de la humanidad europea, con una gran historia, patrimonio y cultura, en gran medida, quizás por ser como somos los malagueños, abiertos al mundo, hemos y somos propensos a valorar y exaltar los valores de otras lugares, de otras zonas, de otras culturas.

En éste caso, hablando de ésta sopa fría, de la “porra malagueña”, ya sea Antequerana o de Archidona, un plato tan típico, tan nuestro, tan popular que ha sido elaborado en las casas de toda la vida, no se valora, ni se da a conocer por restauradores o por el mundo gastronómico, como realmente se merece.    No estaría mal, aprender de los cordobeses en éste sentido.   

Lo que sí no me cabe duda de que en Andalucía, en general…habrá infinidad de variaciones, cada cual más deliciosa, sobre todo teniendo en cuenta el “boom” gastronómico que existe hoy en día…..ingredientes y nuevos matices que hacen disfrutemos más que los antiguos romanos de aquella unión de pan, aceite, vinagre y sal….

Como ésta “porra con naranjas” (AQUI la receta)  
  


O de manzana y queso fresco de Ronda…(Enlace a la receta) 



¿O por qué no con aguacates de la Axarquia malagueña? (Ésta es la receta) 


 
¿Y con melón...se atreven a probarla? (Lean aqui como prepararla)


Y con sandía....(Enlace a la receta) 


Pero volvamos a la receta de hoy…a la clásica pero con unos “toques” que le aportan colooooorrrrr y sabooorrrrrrrrr…. haciéndola un tanto más divertida.



¿Cómo la hice?

Ingredientes para dos personas:

Dos tomates gordos maduros, dos dientes de ajo, un pimiento verde tipo italiano, un trozo de pan “cateto” (asentado), aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño, en ésta ocasión del norte de la provincia, me gusta sin filtrar), dos cucharadas de vinagre de vino blanco y sal

Para la guarnición:

Cuatro langostinos, un huevo duro (cocido), atún en conserva en aceite de oliva (escurrido de su aceite), un poco de jamón serrano hecho taquitos, unas cuantas almendras peladas, diez o doce hojas de albahaca, sal y aceite de oliva virgen extra.  

Los pasos a seguir:

En una sartén con un poco de aceite de oliva freir las almendras y reservarlas.

En otro recipiente echar un chorreoncito de aceite de oliva y pasar los langostinos (sin piel ni cabeza) cortados por la mitad (retirándoles el hilito negro de su interior) salando al gusto.  Escurrirlos bien y reservarlos igualmente.

En un mortero machacar con un pellizco de sal las hojas de albahaca hasta que quede la textura de una pasta, añadir un chorreón de aceite de oliva, remover bien a fin de que la mezcla quede homogénea.

En el vaso de la batidora echar los tomates, previamente pelados y sin pepitas, el ajo y los pimientos, introducir el pan, medio vasito de aceite, el vinagre y a baja velocidad hacer una crema espesa y fina.

Salar, comprobar el punto de sabor y rectificar si fuese necesario.

Servir en plato hondo, colocando encima los langostinos, las almendras fritas, el huevo duro pelado, el jamón y “salsear” con el aceite de albahaca.   


¡¡ Buen provecho !!

Deseándoles un buen fin de semana, les indico una vez más: disfruten de Málaga, de su cultura, de su gastronomía, de sus paisajes, de su clima, de su historia, del sol y del mar….siempre la mar.

Aunque hoy debo decir….¡¡ Disfruten de Andalucia !!  Cuna de las sopas frias, ¿donde está la linea divisoria: Zoque, Salmorejo, Porra, Ajo Blanco....qué más dá? si son recetas de mi tierra, de las ocho provincias..de Andalucia.

PIPIRRANA JIENENSE

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Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos
decidme en el alma quién,
quién levantó los olivos
Andaluces de Jaén

No los levantó la nada
ni el dinero ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor………….
Cuántos siglos de aceituna...

Jaén levántate brava
sobre tus piedras lunares
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos.
Pregunta mi alma de quién,
de quién son estos olivos………

¿Quién no conoce ésta canción que hizo famosa el grupo andaluz "Jarcha" a mediado de los años 70? Andaluces de Jaén, basada su letra en el poema Aceituneros del genial Miguel Hernandez.

Símbolo sonoro del campo andaluz, de Andalucía, de Jaén….con el que los andaluces en gran medida nos sentimos identificados.  Y es que el olivo en nuestra tierra, pero sobre todo en Jaen, al igual que para el gran poeta, Miguel Hernández, se convierte en un símbolo.



Miguel Hernández utiliza el olivo como metáfora de los campesinos, de la gente humilde, del trabajo, del sustento…..fruto de la tierra, de la lucha, de la libertad y de la vida. 
 
Y es que toda Andalucia es olivarera, generación tras generación los “aceituneros” han ido consolidando la cultura del aceite, haciendo de ésta industria una forma de vida….pero es en Jaén, donde desde hace siglos, los olivos son la principal fuente de riqueza de sus tierras.

En la capital jienense, en el año 1957 (tenía yo dos añitos….ya ha pasado tiempo), un grupo de unos 400 olivareros creó la " Cooperativa San Juan "; otorgando así mayor poder a sus tierras y la capacidad para crear un sistema excelente y muy artesano para la recogida y tratamiento de los olivos.

A lo largo del tiempo, éstos maestros olivareros han salvaguardado su buen hacer, siempre con el objetivo de conseguir el fruto en su mayor esplendor y de esta forma extraer el mejor zumo de la oliva: nuestro aceite andaluz.

Éste proyecto recoge sus frutos, el reconocimiento a nivel mundial de uno de sus aceites: " SUPREMO " Distinguido como uno de los mejores aceites del mundo.  Y ésta exquisitez, ha llegado a Mi cocina.



Ha obtenido multitud de premios, como por ejemplo: El primero y más importante Supremo obtiene Medalla de Oro al aceite en la categoría de Frutados Intensos y además Medalla de Bronce en Diseño y Packaging en la categoría “Fresh”, en Estados Unidos.

Este premio tras los obtenidos en Verona, Pésalo, París y Nueva York, tras conquistar China, es el quinto galardón internacional que sigue confirmando, ahora también en el diseño, a Supremo como uno de los aceites más complejos del mundo y es que con este ha recibido reconocimiento en todas las categorías de frutados, Medio, Ligero y ahora intenso.

Su características….

Es un aceite virgen extra de aceituna picual de cosecha temprana, mediados de octubre. He aquí uno de los puntos fuertes del aceite.
Se recoge antes porque el aceite tiene unas características mucho más afrutadas y selectas en octubre que en diciembre.

Según los entendidos, expertos catadores y sumiller del aceite de oliva, en una palabra los profesionales y entendidos del sector, las características de Supremo es la siguiente:

Aromas primarios: Tomatera y en definitiva aceituna, en un primer envite es difícil de oler algo más.

Aromas secundarios: En un segundo envite con la nariz sigue predominando la "Tomatera" pero se puede apreciar la Almendra - Alloza incluso para los más finos Alcachofa además de Hierba Cortada, este último, es difuso.

En la boca, la explosión del tomate es total, domina frente a todo, pero la característica más importantees el Equilibrado, la armonía de sabores, todo está en su sitio.

En la garganta. Aquí medimos amargor (con la parte final de la boca) y picor con retrogusto, para ser picual, suave mezcla perfecta de Campiña y Sierra, Redondo, no pica ni amarga en exceso, es agradable al paladar, no es pesado.

Aunque para los entendidos de Mi cocina, mi familia….el aceite es sencillamente espectacular, sabe a aceituna, a aceite del bueno…

El propio para nuestros desayunos, pan “tostaito” mojado en aceite con sal y a ser posible “migaito” con café.  O para merendar, como antaño, el clásico “hoyo aceitunero”, que se prepara sacando la miga del pan de un pan “cateto” rendondo, se llena generosamente con un buen chorreón de aceite, un poco de azúcar y a mojar el “migajón”…..

Aunque para hablar de éste “Supremo” aceite de Jaén, he preferido hacer una receta jienense, andaluza, siguiendo los pasos de una estupenda cocinera, genial bloguera y  amiga Leoletta que según siempre indica tiene el corazón “partío” entre su Jaén natal y su Málaga que la acogió con el calor de ésta tierra…. Una pipirrana jienense, con un aceite de Jaén.


¿Y a quién no se le parte el corazón con cualquier parte de Andalucía?.... 



¿Cómo la hice?
Ingredientes:

Dos tomates, un huevo, una lata de atún en conserva, dos dientes de ajo, un pimiento verde, dos cucharadas de vinagre de vino, sal, una rebanada de pan (a ser posible de pueblo, “cateto” como lo denominamos en Málaga), aceitunas “aliñás” y “partías” y aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión, no podía usar otro: Supremo).


Los pasos a seguir:

En un recipiente con agua poner a cocer el huevo, aproximadamente unos diez minutos, dependiendo del grosor.  La yema tiene que quedar dura.   Pelarlo y reservarlo.

Pelar los tomates y quitar la semilla al pimiento enjuagándolo bien.

Pelar los dos ajos y quitarles la raíz.

En un mortero echar los ajos picados, medio pimiento troceado, la miga de pan, la yema de huevo (debe estar bien cocida), un pellizco de sal, mientras se “maja” ir añadiendo el aceite, trabajándolos de forma que quede bien ligado, de tal manera que el resultado sea una crema casi sin grumos, lo más parecido a una mayonesa.  


Agregar el vinagre y remover bien. 

Trocear el tomate y añadir el “majaillo” removiéndolo bien de forma que los tomates se impregnen de forma uniforme.  Rectificar de sal.

Agregar el otro trozo de pimiento y la clara de huevo troceados, el atún escurrido y las aceitunas “partía” deshuesadas.



 ¡¡ Buen provecho !!

Disfruten de Andalucia….de su historia, de sus paisajes, de su cultura, su luz y su alegría y como no, también de su gastronomía.

TUÉTANO GLASEADO AL ESTILO "BIBO" DE DANI GARCIA

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¡¡ Osú qué caló !!

Y es que hace mucho calor en mi tierra, por lo que, qué mejor remedio que agua fresca del botijo, ponerse a la sombra y un buen abanico.

Ese botijo blanco, de arcilla clara, tecnología ancestral, con el frescor más puro, como el agua del pozo o de la corriente de un arroyo, manantial de agua fria como por arte de magia; colocado sobre un plato en la cocina, resguardado en la parte trasera y más fresca de mi casa, con la boca grande cubierta con una labor de blanco croché, bien amarrada con un lacito, para que no se colaran los mosquitos.

Y el abanico, de quien el genial escritor Gomez de la Serna decía que una dama sin él, era cual caballero sin espada. 
 
Esos abanicos que mi madre siempre tenía a mano y que no soltaba en todo el verano, bien para darse sombra o para abanicarse con ése arte y salero de las mujeres malagueñas.   Abanico indispensable en una época, en un tiempo en que el calor, “la caló” como ella decía, las calores y el colorín, de los días tórridos se olía y se sentía en el alma, como un estado de ánimo más.

Abanicos que yo sigo usando como ella….y del que sigo disfrutando como lo hacían mis mayores.

Por desgracia, en la actualidad éste artilugio, imagen de la España "cañí" ha dejado ser incluso un complemento y cada día es menos utilizado, relegado al igual que los botijos por la alta tecnología.  

Aunque los abanicos surgen con el origen mismo del hombre, han estado presentes en la vida cotidiana y ceremonial en todas las culturas desde la antigüedad; usado incluso para avivar el fuego, para dar frescor, ahuyentar insectos, incluso como símbolo de poder, distinción  e incluso una forma de expresión.  

Por cierto, la palabra abanico viene del latin “vannus” (bieldo, criva)..de la misma raíz que “ventus”…viento.

De su origen, una vez más los primeros testimonios nos llegan de las pinturas y bajorrelieves del Antiguo Egipto. (más de 4000 años A.C.). Aunque en la milenaria China, ya se utilizaban elaborados con plumas de faisán, con su forma rígida que conocemos como “pai pai”.

Los primeros abanicos plegables, existen estudios que indican que apareció en Japón 700 años antes de nuestra era, cuyo mecanismo se basa en las alas de los murciélados, de hecho se les llamó “komori” que significa murciélago concretamente.

En nuestro país, durante siglos ha sido complemente indispensable en el vestuario de las señoras. Utilizándose materiales de auténtico lujo, sedas, piedras, preciosas…..hasta los más humildes, madera y simple tela o papel; pero con la misma finalidad: aliviar las calores.

Aliviar las calores, complemento al vestir y objeto de seducción imprescindible en la coquetería femenina, sin dejar atrás que es una forma de expresión y un icono de la mujer andaluza.

No hay que olvidar que los abanicos ha sido vehiculo de un lenguaje invisible, expresando sentimientos e incluso pasando contraseñas con la más variada finalidad: unos pequeños golpes continuados reclamarán la atención del “descuidado”, un abrir y cerrar rápido indica impaciencia o alegría, cerrarlo rápidamente daba a entender cierto enfado, apoyarlo en la zona del corazón decía “te quiero”, si tocaba el pelo insinuaba “pienso en ti”….y cuantas veces un abanico ocultaba risas y murmullos, dejando asomar los grandes ojos de las mujeres españolas por encima de él, siendo el abanico como una varita mágica cuyo poder se siente más fácilmente que se explica.     

Un abanico siempre en mi mano y en ésta ocasión también mientras cocino, porque: “Osú qué caló hace cocinando”.

Pero ¿Cómo me podía resistir preparar ésta receta para mi marido con lo que sé que le gusta el tuétano?

Publicó la foto en las redes sociales mi admirado Dani Garcia (si es que Mi cocina, es “Su cocina”, tantas y tantas recetas que me ha aportado, con la que hemos disfrutado en casa y que quedan impresas en éste blog).  Un plato que prepara y presenta en su genial Restaurante "BIBO" Andalussian Brasiere Tapas , ubicado en Marbella; donde el gran Chef malagueño está más "bibo" que nunca....

¿Como prepararla?….al no tener su receta, dejé volar mi imaginación y así la hice…. 



He de reconocer que me queda mucho que aprender, igual la preparación no es, culinariamente hablando, la correcta, pero puedo asegurarles que el resultado es sencillamente espectacular, delicioso…..
   


Ingredientes:

Dos huesos de tuétano de ternera, medio vaso de vino tinto (he usado un buen Rueda), cuatro cucharadas soperas de ron añejo, media cebolla blanca (si es pequeña una entera), un vaso de caldo de concentrado de carne (he usado una cucharada sopera de Bovril disuelta en agua), sal, tres cucharadas soperas de mantequilla.

Los pasos a seguir:

En una cacerolita derretir dos cucharadas de mantequilla y sellar por todos lados los trozos de tuétano.  Sacarlos y reservarlos.

Picar la cebolla en trozos pequeños y pocharla en la misma grasa donde se han sellado los tuétanos, salando previamente, hasta que estén doraditas, con cuidado de que no quemen.

Añadir el ron y el vino tinto, dar un hervor y agregar a continuación el caldo dejándolo cocer unos veinte minutos.

Retirar del fuego y pasar la salsa por la minipimer procurando que no queden trozos de cebolla.

Colarla y volverla a poner al fuego, introduciendo los trozos de tuétano y dejándolos hervir unos cinco minutos aproximadamente.

Retirar los trozos de tuétano manteniéndolos caliente.

Echar el resto de la mantequilla y diluirla en la salsa a fin de que le de más brillo, dejándola reducir hasta conseguir la textura deseada.

Servir los trozos de tuétano, salseando al gusto, acompañándolos con patatas fritas y pan tostado.


Así, me dejaron el plato....por ello merece la pena cocinar, a pesar de la "caló". 



¡¡ Y con éstas calores que tenemos en mi tierra, Mi cocina, durante el mes de Agosto irá más lenta, muchísimo más lenta….. !!  Cocinar y abanicar al mismo tiempo, es un tanto difícil…..  

JIBIAS (CHOPITOS) EN SU JUGO AL LIMON

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Ha llegado Agosto, nuevamente nos encontramos en ésa época del año en que todos desconectamos unos más, otros menos, de ésos quehaceres diarios.

Unos días en los que prevalece el descanso, las ansiadas vacaciones, el estar con la familia y los amigos y por supuesto relajarse…..aunque se trabaje el doble, porque hay que reconocer que hasta el “no hacer nada”  es hacer algo e incluso a veces mucho. 

Y aunque no se pueda estar de relax total, de vacaciones propiamente dichas…vamos que se lo pongan a una todo por delante, el mes de Agosto es para tomarse la vida con más filosofía.

Por ello Mi cocina se relaja, va más lenta y aunque el tener un blog, en gran medida también es una responsabilidad no puedo publicar, ni comentar e incluso visitar otras cocinas con la frecuencia habitual y como a mi realmente me gustaría.

Aunque Mi cocina real sigue funcionando a pleno rendimiento (porque hay que comer todos los días), sigo cocinando, tomando fotos de los platos con la ilusión y ganas de compartir las recetas con quienes me siguen visitando….Mi cocina virtual, va lenta y relajada, aunque nunca cierra.

En Septiembre volverá a estar a pleno rendimiento, mientras quien cocina en Agosto, no sólo estará en su cocina real, también intentará recargar las pilas al sol, mirando al mar….



deseando un feliz verano a todos y por supuesto que disfruten de mi tierra si les es posible.

Como bien dijo el genial poeta y escritor andaluz  Pablo Garcia Baena 

Málaga es una “perenne invitación a la felicidad”, definiendo a mi tierra diciendo de ella: 

“Del mar le vino a Málaga la alegría de vivir, de ese mar nuestro que mira asombrado en ésta noche con los ojos pintados….hija del mar y de la luz, entre las quillas de las naves fenicias o griegas, desnuda y hermosa, la cabeza coronado por el sol genésico, deidad misteriosa y fascinante, diosa blanca Málaga…”

Comparó a Málaga con la Diosa blanca, lunar, llena del misterio de la Diosa Isis que llegó a nuestras costas de la mano de fenicios y egipcios….con la protección del ojo de Isis dibujados en sus barcas, siempre a visor y protector de los marengos, hombres de pieles tostadas a fuego lento por la brisa de la mar, de duras jornadas de pesca, pendientes de los vientos, de las olas y de las corrientes marinas.

Marengos, marineros, pescadores que vivieron y viven pegados a las redes, a los barcos pesqueros a fuerza de golpes de la mar; así lo hicieron mis mayores, así me inculcaron la pasión por el mar, por los productos que nos ofrece.

El mar, siempre la mar en mi vida…..y en Mi cocina.   

Quizás por ello, porque me lo inculcaron mis mayores, la pasión por el mar, por la pesca, por la vida marina, por la gastronomía malagueña…..encontrarán (incluida la receta de hoy) 348 platos (pueden verlos pinchando en éste enlace) que contienen “pescados y marisco”. 

En ésta ocasión les dejo estas deliciosas jibias en su propio jugo con salsa de limón.



¿Cómo las hice?

Ingredientes para dos personas:

Seis jibias medianas (enteras, tal y como salen de la mar) frescas, compradas en el  malagueño Mercado de Huelin,



dos dientes de ajo laminados, una ramita de perejil, un limón, sal y aceite de oliva virgen extra


En ésta ocasión un magnifico aceite que me han regalado la firma malagueña " Marengo Sur ", que comercializan productos artesanales elaborados en la provincia de Málaga y que tuvieron el detalle de traérmelo personalmente (Gracias Mari Carmen, ha sido un placer conoceros).   Ésta es su web, y en ella pueden comprar y conocer sus productos.

Con ellos preparé ésta delicia....



Los pasos a seguir:

En una sartén echar un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra de forma que cubra el fondo.

Colocar las jibias de forma que la parte del jibión quede hacia arriba, salar al gusto, taparlas y dejarlas hacer a fuego fuerte unos diez minutos aproximadamente.  

En ése tiempo se habrá ido abriendo y se verá el jibión (El jibión es una estructura interna dura, quebradiza y ligera que tienen las jibias en su interior; la parte ósea del animal).


Retirar el jibión con unas pinzas y darles la vuelta a la jibia.

Volver a taparlas, agregar los ajos laminados, tapar la sartén y dejarlas cocinar otros diez minutos a fuego lento, así irán soltando todos los deliciosos jugos de su interior que le darán cuerpo a la salsa.

Añadir el zumo del limón, moviendo la sartén de forma que se vaya integrando bien el zumo con la salsa y apartar del fuego.

Espolvorear con perejil picado y servir.



Acompañar con patatas a lo pobre (aqui tienen la receta)….


  
Y recuerden, disfruten de Málaga, de sus paisajes, de su fantástico clima, de su enorme cultura, de su historia, de su gastronomía.....de su sol, de la mar....


Hasta la próxima receta, por aqui me encuentro, en los chinorros del mismisimo rebalaje de una playa malagueña... además de en Mi cocina....

BAGUETTE DE MATRIMONIO "MARENGO" (ANCHOAS Y BOQUERONES EN VINAGRE) CON MERMELADA DE TOMATE

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“Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar” (Khalil Jalil Gibran)


Sigue Mi cocina, relajada, tranquila, espaciando las entradas y las recetas….en éstos días de Agosto, especialmente caluroso en mi tierra, procuro relajarme y acercarme al mar siempre que puedo, buscando el frescor del agua, sentarme en la orilla y disfrutar de la mar, en ése Mar Mediterráneo que baña nuestras costas.



Siempre que buceo, nado o simplemente entro en el mar….siento su abrazo en mi piel, su cálida frescura, me dejo llevar, mientras centelleos de sol, agua y rocas me deslumbran.   

unque no me hace falta bucear, en el mismo rebalaja, en la mismita orilla....hasta los pequeños sargos, herreras, viejas....entre anémonas y erizos, e incluso pulpos se pegan en mis pies y disfruto de su compañía...



Escucho su rumor…el rumor de las olas que siempre me pareció que repetían, con voz ronca, sorda y tintineante el nombre de mi marido.   Respiro y saboreo su eterno salitre.

Nunca sabremos con certeza que no depara la vida, donde nos llevará el destino, pero sea donde sea que me lleve mi existencia, la esencia de la mar, de ése mar malagueño continuará siempre conmigo.     

La sal, el salitre….forma parte de mi ser y por ende de Mi cocina.

En ella, en éste humilde blog, donde los productos de la mar y las recetas tradicionales de mis mayores son los que predominan, les invito una vez más a sumergirse de nuevo en la antigüedad, en los orígenes malagueños, en la esencia de mi gente.

Primero los fenicios hace más de 3000 años, más tarde griegos y mayormente los romanos, en Málaga, practicaron el comercio de las antiguas salazones de pescado.

De hecho el significado del nombre de la ciudad de Málaga así lo atestigua, siendo una hipótesis bastante probable el hecho que proviniendo del fenicio, quiera decir: “lugar donde se seca el pescado”.

Las especies más valoradas son sardinas, anchoas, caballas y atunes.  En época romana, el pescado se consumía secado al aire, ahumado, conservado en aceite o vinagre una vez cocido o en salazón.

Con las distintas especies, se elaboraban las salsas como el garum. Según las recetas de garum de la época, las salsas se elaboraban macerando al sol trozos de pescados, aunque los boquerones y en menor proporción las sardinas de la bahía malagueña eran el ingrediente principal, mezclados con sal y complementados con materias primas como las huevas, sangre, vísceras e intestinos.

Málaga fue una de las principales ciudades exportadoras de este condimento. De hecho, existieron familias como la de Publius Clodius Athenius, que basaron su riqueza en la comercialización de las salazones malagueñas.

Salazones malagueñas que hasta hace pocos años era fuente de riqueza en la barriada marinera donde nací y en las que mi madre desde su más tierna juventud llegó a trabajar, al mismo tiempo que ayudaba a mi abuela, Carmen Rosa, en sus labores de costurera, en las “freidurías” para conservas y salazones de anchoas y sardinas del Palo.

Ella me ensenó, no a hacer salazones….sino a preparar las ARENCAS (sardinas en salazón)….

y las anchoas ya secas y saladas….para conservarlas y consumirlas en aceite.



Mi madre….tenía ése arte, ésa paciencia para preparar el pescado intentando conservarlo para que no faltara en los días que las redes salían de la mar sin el plateado tesoro; ése pescado que llegaba desde la misma orilla, recogidos del copo, de la mano de su padre y de sus hermanos.

Sobre todo boquerones… 

El boquerón que no solo representa una seña de identidad determinante de la gastronomía malagueña, sino que su presencia resulta casi imprescindible en nuestras cocinas.  Boquerones malagueños con los que se preparan ésas anchoas en salmuera y los deliciosos boquerones al natural.



Al hablar de boquerón y anchoa estoy utilizando los géneros masculino y femenino, respectivamente, más que nada por cuestiones de uso del idioma porque, prácticamente, anchoa y boquerón son lo mismo.

Y que en vinagre o en limón….no suele faltar como aperitivo. 
   


Incluso como antaño y como más le gustaba a mi padre, dentro de un bocadillo.



Aunque, ahora que lo pienso, ya que de la armoniosa unión de una anchoa y un boquerón forman lo que en el argot de la restauración se denomina un “matrimonio”….éste bocadillo debería cambiarle el nombre y llamarle “bocadillo viudo”.

¿Quién es la anchoa, quién el boquerón?..... Un matrimonio marengo para un bocadillo genial, una genialidad de mi admirado Chef, el gran cocinero malagueño Dani Garcia (AQUI podrán visitar virtualmente su maravilloso restaurante en Marbella),  quien una vez más me da la idea de combinar, anchoa, boquerón con mermelada de tomate.

Su libro es fuente de inspiración en Mi cocina…..



En él publica ésta bagette que yo he preparado siguiendo sus pasos, una delicia que se escribe con la M de matrimonio, de marengo, de mermelada, de maravilla.

La mermelada que he usado es una exquisitez que comercializa una gran empresa malagueña MARENGO SUR



Todos sus productos son artesanales, ecológicos, elaborados en la provincia de Málaga y que se pueden adquirir en su tienda “on line”.      

A los que debo agradecerles, en especial a Mari Carmen y a Roberto, su visita personal y sus detalles, éstas exquisiteces que llegaron a Mi cocina…. 



¿Cómo preparé ésta fácil, rápida y deliciosa forma de comer un bocadillo marengo?



Ingredientes: 

Una barra de pan tipo “viena” para hornear (se puede encontrar en cualquier supermercado), anchoas en aceite (se puede utilizar las que suelen venir en conserva), boquerones en vinagre (Pueden encontrar la forma de prepararlos en el buscador del blog) o si lo prefieren macerados en limón  aderezados con ajo y perejil picados, picándoles a ambos huevo cocido (duro)….eso sí, siempre con un buen aceite de oliva virgen extra malagueño y mermelada de tomate (ambos productos lo pueden comprar en Marengo Sur).

Los pasos a seguir:

Hornear el pan siguiendo las instrucciones del empaquetado del producto…aunque pueden realizarlo con cualquier tipo de pan ya horneado.

Untar generosamente la mermelada de tomate, colocar una primera capa de boquerones, otra de anchoas (o a la inversa), su poquito de ajitos, perejil y huevo cocido……



Les animo con ello a casi, casi….no cocinar y a disfrutar de mi tierra: de Málaga, de su sol, de su luz, de sus paisajes, de su  milenaria historia, de sus costumbres, de su cultura, de su gastronomía….y del mar, de la mar, siempre la mar.

Y de sus fiestas, que ya comienza, la famosa feria Malagueña….Del 16 al 23 de Agosto.  

Aunqe desde éste rincón de Mi cocina, insto a los malagueños que no dejen atrás nuestras raices, nuestros cantes y bailes malagueños....

GAZPACHO ANDALUZ CON GUARNICION

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Comienza Septiembre y en Málaga aún no se ha ido el verano…..tardará en desaparecer las calores y lo que es bien sabido, aún nos queda “el veranillo de los membrillos” que casi sin darnos cuenta terminará bien finalizado el otoño.


Es por ello, que vuelta a la normalidad en Mi cocina, aún los platos refrescantes sigan apareciendo por ésta ventana virtual que he vuelto a abrir después de muchos días de “relax”; platos donde prevalecen productos de temporada de la huerta  


Cierro los ojos, los huelo, el maravilloso olor a la mata, a la tomatera me hace una vez más trasladarme a muchos, muchísimos años atrás; lo corto por la mitad, un poco de sal,   dar unos buenos mordiscos, comerlo a “bocaos” y rápidamente se llenan mis papilas de recuerdos…..cierro los ojos para seguir recordando.


De aquel acre de seca y pedregosa tierra en Alhaurín, plantada de viejos almendros justo frente por frente de la finca de su primo, a quien en el pueblo apodaban “El Bicho”, donde junto con sus hijos explotaban la vaquería, en mil metros hizo un vergel. 


El allí, fue feliz, en gran medida cumplió su sueño: labrar y plantar un trocito de tierra.   Preparaba, abonaba con el estiércol que le proporcionaba su primo, plantaba, regaba con la fresca agua de aquel aljibe que él levantó con sus propias manos y recogía sus frutos en cada temporada: habas, chicharos, cebollas, ajos, patatas, pimientos, tomates…..No era labrador, pero los secretos del campo, aprendidos en su niñez en las ricas huertas del Guadalhorce, quedaron grabadas en su memoria.   


Llegando el final del invierno, en el seco riachuelo lindante buscaba las cañas, preparaba la cruz para plantar los tomates, las cañas más fuertes en los extremos y en el centro las más finas, “tienen que sujetar el peso de las tomateros y tienen que estar bien cogidas para soportar los vientos que puedan soplar”.   Buscaba a sus viejos amigos, a los agricultores antiguos, ellos que sabían reservar las mejores matas, las mejores semillas para el año siguiente y seguía los pasos y la tradición de los agricultores antiguos, con la paciencia, el tesón y el cariño, dejando hacer a la madre naturaleza.


Una vez más, cada vez que el olor a la tomatera me hace pensar en mi padre, me ayuda a rememorar los productos que llegaban a la cocina de mi madre, los olores y sabores de nuestra niñez (los que pasamos del medio siglo….), los tomates de las huertas malagueñas, las variedades tradicionales, cultivados al aire libre, grandes, carnosos (como decía mi madre: no “pipúos”, con poca carne y mucha semilla) y lo más importante madurados en la mata. 

El, hace ya más de veinte años que nos dejó en un mes de Septiembre....pero nunca se fué de mi lado.    Las verduras, de la huerta de familiares de mis suegros llegan a Mi cocina con todo el sabor de antaño.


Bien es cierto que la agricultura industrial invade nuestros mercados, pero aún el “tomate puede saber a tomate”……sólo hay que comprar y buscar con un poco de conocimiento, con sentido común; eso sí, el requisito imprescindible es consumirlo en temporada, esto es, en los meses de verano, que no pasen tiempo en medios de transporte ni en cámaras frigoríficas. 


Hoy en día, en los meses estivales, en los Valles malagueños se vuelve a la agricultura de antaño, existiendo hasta una treintena de variedades locales de tomates; famoso su tomate castellano, el también llamado huevo de toro, o el corazón de buey, sin dejar atrás el moscatel, el choricero, Josefa, morao y un largo etc….. 
 


Ellos, los tomates son el gran protagonista de éste plato, mundialmente famoso: el gazpacho andaluz.




Bien para beber (con más cantidad de agua, más licuado y servido en vaso) o para convertirlo en una deliciosa sopa fría que se hace más consistente con su correspondiente “guarnición”.


Receta resultado de ésa ciencia ancestral de cada pueblo, de ésa capacidad de hacer milagros gastronómicos con lo que tienen a mano, que con poco: hacen mucho.  


El gazpacho, este plato andaluz arraigado a nuestra tierra, que desde tiempos inmemoriales ha servido de alimento y reconstituyente de campesinos andaluces, cuya base son ésos tomates rojos, maduros pero firmes, de piel fina y fresca fragancia, acompañados de pan agua, vinagre, buen aceite de oliva y productos de las huertas: cebolla, pepino, ajo, pimiento….




¿Cómo lo hice en ésta ocasión?


Ingredientes:  Tres tomates (dos de ellos muy maduros y rojos), un pimiento verde tipo italiano, una cebolla blanca dulce pequeña, medio pepino, una cucharada pequeña (de café) de sal, dos rebanadas de pan asentado, del dia anterior, cuatro cucharadas soperas de vinagre de vino, un cuarto de vaso (de los de agua, aproximadamente 60 cl.) de aceite de oliva virgen extra.


A ser posible malagueño, en ésta ocasión ésta maravilla que tuvo el detalle Mª Carmen de la empresa  Marengo Sur de traer hasta Mi cocina personalmente (tienen tienda on line de productos autóctonos, totalmente ecológicos producidos en Málaga). 

Los pasos a seguir:


Poner el pan en remojo con un poco de agua, dejando un trozo para guarnición cortado en pequeñas porciones.


Lavar bien la verdura.


Pelar los tomates y a los dos más maduros quitarles la piel y las semillas.   El tercero, quitarle la piel y cortarlo en trocitos, reservándolo para la guarnición.


Pelar el trozo de pepino dejando parte de la piel (así no amargará), desechando la punta y dejando unos trocitos igualmente.


Quitar las semillas de los pimientos y trocearlos (unos cuantos trocitos lógicamente irán también destinados a guarnición).


Trocear la cebolla (dejar la parte central, la más dulce y tierna en trozos pequeños para el acompañamiento)


Echar en el vaso de la minipimer (batidora): los dos tomates, el pimiento, pepino, la cebolla, el pan bien escurrido, el vinagre, el aceite y salar al gusto.   Pasarlo a potencia máxima de forma que quede una textura homogénea.


Probar, rectificar al gusto, hasta conseguir la consistencia y el sabor deseado.

Recuerden: La cocina no es una ciencia exacta, es un arte donde impera el gusto personal y por supuesto es necesario paciencia e ir probando hasta conseguir el resultado deseado.  


Se suele servir la guarnición, cada elemento en un platito aparte para que los comensales puedan añadirlo al plato principal a su gusto.


Personalmente me gusta el gazpacho bien espeso, exageradamente suelo servirme en el plato exageradamente, generosamente, la guarnición, o mejor dicho pongo el máximo de “tropezones” y los riego con gazpacho hasta llenarlo por completo y ahí es cuando danza la cuchara en su interior al ritmo de mi mano…..fresco, sabroso, sano y contundente; cruje la cebolla y el pimiento, mientras el pepino suelta su delicioso jugo y el tomate malagueño impone su tronío…..

¡¡ Buen provecho y encantada nuevamente de estar por Mi cocina virtual, esperando sea de su agrado !!  Ya saben: Mi cocina, es "Su cocina" y ante todo, muy malagueña.

¿Tabbouleh, tabulé, taboulé o taboulet? (ENSALADA DE COUS COUS)

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Describir es mostrar con palabras una realidad e informar sobre cómo son los lugares, objetos, personas, procesos, ambientes, emociones... para que quien nos escuche o lea pueda imaginárselos con exactitud.


No hay nada más gratificante para alguien, que como yo, publica un blog de recetas de cocina o mejor dicho, describiendo ordenadamente en éste cuaderno de bitácora que llamé hace ya poco más de cinco años Mi Cocina, los procesos culinarios que suelo realizar en mi cocina real, que me digan: “He preparado éste o aquel otro plato y me ha salido delicioso”.


Ése hermoso y generoso detalle es lo que realmente, hoy por hoy, es uno de los motivos que me animan a publicar cada día esos platos que cocino para mi familia.


Porque debo de decir que no cocino para el blog, el blog nace y crece por lo que cocino.  Y Mi Cocina virtual no es perfecta, tiene sus grandes defectos, soy consciente de que cuando indico como hago una receta intento describir como la preparo de forma muy básica, dejando en gran medida la interpretación real de la misma en manos de la persona que va a cocinarla.   

Así me lo plantean mis propios hijos:


¡¡ Mamá !! si es que tienes que poner las cantidades y medidas exactas de las recetas.  Si es que no indicas para cuantos comensales….. Es que, tal o cual amiga/o no ha entendido cuanto es un “puñado”….y menos un “chorreón”.       Sí, es que pusiste que se enrollaba el langostino con la hoja de albahaca y se abría la pasta al freírla…había que pegarla…. si, si, si...
A lo que suelo contestar:

La cocina no es una fórmula matemática, es experimentar, probar, hacer los platos una y otra vez; no hay que olvidar que la experiencia es un grado.   Y es comprensible que el resultado, cuando sobre todo no se tiene el hábito y la costumbre de cocinar, el resultado sea rotundamente perfecto la primera vez que se hace una receta.    


Sé que mis medidas no son estándar, que las indico de una forma popular o coloquial, que cocino a ojo aunque procuro indicarlas de la mejor forma posible, aunque a veces las indique de ésta forma: un puñado (lo que cabe en mi mano), un chorreón (depende de qué y para qué….), una taza (¿la de chocolate, la de café?), una cucharada (las hay de tantos tamaños….), una cucharadita (la más pequeñita que tengan….), “harina la que admita”, un huevo (¿pequeño, mediano, grande, XXL…de codorniz?). 


Dicen que “describir” es pintar con palabras…..y yo añado: describir una receta en Mi cocina es contar lo que suelo cocinar y como lo hago   No hay que olvidar que una receta de cocina, en gastronomía, es una descripción ordenada de un procedimiento culinario.


Refrescante, ligera, llena de vitaminas, deliciosa……receta de claros orígenes árabes, que generalmente se prepara con bulgur (trigo molido y desecado) y que sobre todo en Marruecos y los países norte Africanos se suele preparar con la nutritiva sémola de cuscús.




Viajamos pués a paises exóticos una vez más en Mi cocina, preparando ésta receta de hoy, una ensalada fría, que intentaré describir lo mejor posible.



Por cierto ¿Cómo lo llamarían Vds. Tabbouleh, tabulé, taboulé o taboulet?


¿Como lo hice….para mi sola?


Ingredientes:


Un tomate que esté madurito (tipo castellano, de las Huertas del Guadalhorce), un pimiento verde mediano (retirarles igualmente las semillas), un trozo de cebolla blanca (tipo cebolleta, dulce), un trozo de pepino (depende del tamaño, si es muy pequeño, entero), el zumo de un limón (si está muy seco, usar el zumo de dos e incluso tres limones), un buen chorreón de aceite de oliva virgen extra (como un dedo en posición vertical echados en un vaso de agua), sal al gusto (dos o tres pellizquitos en el salero), dos puñados de cous cous (lo que cabe en mi mano, suelo usar el que no es precocinado, al natural de la marca Gallo y he de reconocer que en ésta ocasión, una vez cocido me pareció mucha cantidad y no lo puse todo en mi plato), una ramita de hierbabuena (seis o siete hojas) y otra de perejil (solo las hojitas).


Los pasos a seguir:


Cocer el cous cous siguiendo las instrucciones del fabricante, aunque con cuidado, no demasiado….es preferible que quede con cierta textura crujiente.


Mientras lavar bien las verduras y picar en dados (trocitos) pequeños.


En un cuenco echar la verdura, agregar el aceite, el zumo de limón, salar al gusto y mezclar bien.




Picar la hierbabuena junto con el perejil.


Añadir el cous cous y las hierbas, mezclar bien todo el conjunto y servir.




Mi Consejo:


Intenten que no predomine ningún sabor, crear una sensación de mezcla de aromas.  Y ya saben disfruten de la cocina, experimenten, prueben, hasta conseguir los resultados que deseen…..y buen provecho. 

CAZUELA DE PESCADO Y MARISCO

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Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños. William Shakespeare.

Siempre viví cerca de la mar y el mar formó parte de mi vida.   Aunque no fue hasta el año 1998, cuando por primera vez me asomé a su interior, fue entonces cuando descubrí ése universo, con unas simples gafas de buceo se me abrió una puerta a otro mundo lleno de vida y belleza.    


¿Cómo describir tanta belleza, tanta maravilla…..?

Los días de verano, cada año y casi cada día cuento los minutos que me quedan para calzarme las aletas, ponerme las gafas y suavemente, desde la misma orilla, desde el mismo rebalaje deslizarme con relajados movimientos que me impulsan mientras la ligerísima corriente me mece y el agua me acaricia, abriendo bien los ojos para no perderme las maravillas que guarda celosamente la mar en su interior; una entrada real a otra dimensión de la naturaleza tan cercana como desconocida.

En esos momentos me siento libre, con alas, vacía la mente de cualquier pensamiento, rodeada del infinito azul, llegando a formar parte de lo que me rodea, flotando en ése elemento que me acoge, en el mar, rodeada del agua unas veces azul, otras grises, clara, transparente y cristalinas….

Allí soy feliz; dejando mi mirada perderse en la inmensidad que me rodea, acompañando a los bancos de peces, disfrutando de los paisajes y de los diversos animales, intentando que la sonrisa que inevitablemente me surge no inunde mi máscara, ni me entre agua por el tubo que me permite respirar….

Y esos seres que habitualmente los demás sólo suelen ver sobre camas de hielo o sobre una gran piedra de mármol, inertes, esos peces  me rodean,  comen de mi mano, me miran e incluso se dejan acariciar, en ésos momentos están a mi alrededor en grandes bancos, con toda su vitalidad, con su brillo plateado y colorido, sin miedos, aceptando mi presencia con tranquilidad.

Grandes bancos de pequeños boquerones me rodean buscando protección en mi, casi puedo tocarlos, bailan al compás que le marcan las bailas y robalos (lubinas) alimentándose de ellos; más abajo, grandes salmonetes desentierran con sus bigotes los pequeños moluscos enterrados en la arena.   Algo se mueve…son platijas, pequeños lenguados que cuando bajo se asustan y esquían sobre el fondo arenoso, dejando atrás alguna que otra araña (pienso, qué buenas están fritas, o en un “emblamquito”.

En el roqueo, jugando con la espuma, entre las burbujas, esas pequeñas luces que brillan con los rayos de sol, sargos, herraras, doradas, doncellas, julia y gobios pican los sargos las algas y los pequeños moluscos que crecen entre mejillones, erizos y anémonas.   

En un pliegue de las rocas, mimetizadas con las marrones algas, tres grandes jibias, un macho y dos hembras…me miran, cambian de color….pero siguen con sus juegos amorosos, sin temor de los cohombros que las rodean.

Pero incluso andando por la orilla los veo, se me acercan….hasta tal extremo que hace unos dias me ocurrió ésta anecdota: siento un pulpo pegado en mi pie, pienso; igual siente mi pasión por ellos;  me agacho, y lo pongo en mis manos, miro sus ojos, no cambia de color porque no tiene miedo; igual intuye que sólo quiero acariciarlo un momento…..Sólo un minuto...y lo vuelvo a sumergir suavemente en la mar



Mientras pienso que soy como ellos, que fuera del mar me siento atrapada, moviéndome entre asfalto y tras muros de ladrillos y hormigón cuando no estoy en el mar.

Existe un dicho que indica “dime lo que comes y te diré quién eres”, yo le haré un cambio con respecto al mundo marino y puedo decir “dime lo que comes y me imaginaré a qué sabes”.

Digo esto, ya que por mi experiencia en el buceo, y no sólo por la tradición marinera de mi familia materna, por la pasión por la mar y los muchos conocimientos de mi marido de éste medio que me enseña cada día de mi vida, distingo y reconozco la calidad de los productos marinos….
Veo y estoy muy pendiente cuando buceo de toda la vida marina y sé qué comen los peces en su medio natural y soy consciente de que su alimentación es importante en su sabor final, no sólo su procedencia y tiempo de captura e incluso mantenerlos en cámaras frigoríficas. 

No cuestiono la calidad de la comida que se proporciona a los pescados de acuicultura, ni los “pescaitos” que aunque se vendan en los mercados malagueños, no son de nuestras costas, ni tan siquiera frescos (del día…porque frescos sí que los mantienen, con hielos y cámaras); pero les puedo asegurar que éstos últimos, no tienen el mismo sabor que sus congéneres que se han buscado la vida en el mar, libres….o que llegan prácticamente el mismo día de la mar a la mesa….

Mi consejo: Procuren, a ser posible lógicamente, sobre todo si se vive en zona costera, comprar productos no congelados y por supuesto consumir pescado del día.

En ésta ocasión, con productos de mi apreciado Mercado malagueño de Huelin, les describo como he preparado ésta deliciosa sopa.    
 


Y Vds. al igual que me indica mi marido, podrán decir que está repetida, que ya la he publicado….¡¡ otra vez la misma sopa de marisco !!; pero he de asegurarles, que no siempre sigo los mismos pasos…

Así que, si me lo permiten, les explico como la he hecho:

Ingredientes para dos personas:

Medio Kilo de mejillones, un cuarto kilo de almejas de Málaga, tres conchas finas, cuarto y mitad de gambas blanca, un trozo de rosada (más o menos un cuarto de kilo), la espina central de la rosada, un tomate (gordo y rojo), un pimiento verde (tipo italiano), media cebolla blanca (tipo cebolleta, dulce), cuatro dientes de ajos, una cucharada de pimentón dulce (pimiento molido) de La Vera, unas cuantas hebras de azafrán (un buen pellizquito), medio vaso (de los de agua) de aceite de oliva virgen extra (a ser posible malagueño), sal y agua (el agua la pongo a ojo, francamente para mi decir la cantidad es un problema, pero me arriesgo a decir que más o menos para éste caldo, aproximadamente uso dos litros),

Los pasos a seguir:

Mantener las conchas finas y las almejas en un recipiente con agua y un poco de sal.

Pelar las gambas y cortar en trozos medianos la rosada (reservar la piel y las cabezas de las gambas y la espina de la rosada, hay que pedirle al pescadero que no la tire, que nos la de, ya que suelen tirarlas).




Limpiar bien los mejillones exteriormente, enjuagándolos y cortándoles con unas tijeras las valvas, con cuidado procurando no tirar de ellas ya que mataría al animal.

Lavar la verdura y cortar en trocitos pequeños.

Colocar en una cacerola los mejillones con medio vaso de agua (lo que procuro es hacerlos al vapor), no necesitarán sal ya que el propio animal suelta su jugo con un fantástico sabor a mar; llevar a ebullición y dejarlos cocer unos minutos hasta que estén abiertos.

Sacar los mejillones de la cacerola, colar el caldo, reservar los mejillones y si en vez de medio kilo, compran un poco más…..pueden ponerlos de aperitivo.



En una cacerola plana echar el agua y en ella la espina de la rosada, llevar a ebullición, dejarla cocer unos cinco minutos, espumereando las veces que sean necesario hasta que el caldo quede limpio.    

Colarlo y reservarlo.

Limpiar las conchas finas:
Tienen que estar frescas, vivas...es fácil de comprobar incluso en el propio mercado se aprecia cómo se abren, sacan la lengua roja (es el músculo que les permite moverse en los fondos marinos) .
Dejarlas sumergidas en agua con sal (el agua salada imitando el sabor del mar), así se consigue que suelten la tierra que pudieran tener en su interior y se abrirán, se relajarán.
Cogerlas con calma, tranquilamente y con la ayuda de un cuchillo bien afilado, cuando estén aún abiertas, introducirlo y dividir la concha en dos partes haciendo presión hasta el final.
Una vez separadas, quitar toda la parte verde (algunas veces marrón oscuro, incluso negro), levantar la lengua y quitar la telilla marrón que hay debajo.
Despegar toda la carne pasando el cuchillo por debajo en ambos sentidos.
Comprobar y quitar las posibles piedrecitas que pudiesen tener adheridas que suelen criar a ambos lados de la lengua (no siempre ocurre).
Enjuagar bien bajo el grifo y volver a colocar la carne en sus conchas...


Y al igual que con los mejillones, si compran algunos de más, también como aperitivo como hicimos con los mejillones....eso sí, pimienta negra recién molida y un buen chorreón de limón que no les falte.
 
Unir el caldo de cocer los mejillones y la espina de la rosada y en él echar las almejas, una vez que comiencen a abrirse, retirarlas con una espumadera y reservarlas dentro de sus conchas.

En una cacerolita pequeña echar un poco del aceite (cuatro o cinco cucharadas soperas) y freir las cabezas y la piel de las gambas, durante unos diez minutos….que estén doraditas.

Agregar un cucharón del caldo sobre el refrito de las cáscaras y cabezas de las gambas, dejándolo cocer durante unos minutos.    El caldo pasarlo a la cacerola donde tenemos reservado el caldo   
colándolo bien.

Ya tenemos el caldo base. 

A continuación hacer el refrito:  Así debe quedar...


En una sartén echar el aceite y en él toda la verdura, pochándola al mismo tiempo a fuego lento durante diez o quince minutos.   Retirarla del fuego y añadir una cucharada pequeña de pimiento molido.

Pasar la verdura al vaso de la batidora y a máxima potencia dejarla de tal forma que quede lo más fino posible.

Colar el refrito sobre el caldo de los mariscos, rectificar de sal y llevar a ebullición.

Añadir las conchas finas cortada en trozos, a los pocos minutos añadir el pescado y las gambas dejándolo cocer dos o tres minutos.

Agregar las almejas y la carne de los mejillones.

Espolvorear el azafrán “machacándolo” con los dedos….. 

Fui generosa ya que tengo la suerte de que unos buenos amigos me lo regalan, su empresa, malagueña por cierto, se dedican exprofeso a la importación y exportación del “Oro rojo”… el azafrán. 



Apartar del fuego y dejarlo reposar unos minutos; servir muy caliente y si gustan con una ramita de hierbabuena….
 


Y de postre unas uvas moscatel de la Axarquia malagueña…..



el vino, cualquier vino malagueño le vendrá bien a ésta sopa ¿qué les voy a decir de los caldos de mi tierra?….



¿Qué éste plato tiene Sabor a Málaga?....Juzguen Vds. mismos.

Buen provecho, buen fin de semana….y si pueden disfruten de mi tierra, de su sol, de sus paisajes, de su luz y su alegría, de su cultura, de su gastronomía y del mar, siempre la mar…. Yo, éste fin de semana, largo fin de semana (el Lunes, Día de la Virgen de la Victoria, es festivo en Málaga), seguiré mirando el mar.

 
Dedico ésta entrada de hoy a todos los malagueños que siguen Mi cocina, especialmente a los pescaderos que me atienden en el Mercado de Huelin....

ESPAGHETTIS CON ATUN Y SALSA AL PESTO

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La palabra albahaca deriva del árabe hispánico “al-habaqa” que viene a significar: “penetrar el cerebro con suave olor”.    
Hay que recordar que nuestro idioma tiene más de 4000 palabras de origen árabe y concretamente albahaca era el nombre con el que se denominaba a las plantas aromáticas usadas tanto en la cocina como en la medicina.

Se cree originaria de India, donde se le considera símbolo de felicidad y amor, por lo que suele plantarse en los hogares e incluso en los templos, ya que también existe la creencia de que “protege” el alma, el espíritu….simboliza al Dios Hinduista Vishnu.

Con propiedades mágicas desde la antigüedad, fue usado por los egipcios hace más de 4000 años, incluso para embalsamar.

La albahaca (nombre científico: Ocimum basilicum) es uno de los condimentos más apreciados y antiguos que existen, siendo introducido en Europa hace más de 2000 años por los griegos.
Su aroma intenso ya gozaba de prestigio como condimento y hierba medicinal, consagrada a su Dios Marte; se conocía por el nombre de “hierba de los reyes”.

De hecho, a la albahaca también se le denomina “basílico”, del término griego basilikon o Basileus (rey) cuyo significado es real o regio.

Sin embargo fueron los romanos los que más la incorporan en sus costumbres que llega hasta nuestros días, siendo un ingrediente habitual en los platos más internacionales de su cocina, donde aún sigue reinando sobre el resto de las especias.

Aunque una vez más el mérito y la historia de su difusión, de su llegada a Europa, es igualmente regio, ya que se le atribuye su descubrimiento a Alejandro Magno.

Las variedades italianas se distingue por las hojas grandes, alargadas y más oscuras, mientras que las plantas que se cultivan en España, tienen las hojas muchísimo más pequeñas, redondeadas y de un color verde más claro.

Cada año llegan a Mi cocina....la malagueña en la mesa.



La "italiana" en mi patio...  




Tener macetas de albahaca, cuya costumbre de antaño yo también continúo con ése ritual malagueño y es que en los meses estivales, la albahaca, junto con el olor a jazmines, a dama de noche…. perfuma Mi cocina.

Paso mi mano por ellas, aspiro su maravilloso olor y me pregunto: ¿Me la como o no me la como?....

Por supueto que llegan a mi plato, adoro el pesto, no es que me guste: me encanta.   De hecho, aunque francamente me da hasta verguenza poner el enlace, fueron mis primeros platos, casi las primeras recetas "italianas" que se publicaron timidamente en Mi cocina virtual, era a principio del 2009....¡¡ como pasa el tiempo !! 


Y tortellinis al pesto de nueces. 

 

Y hoy, en Mi cocina….el clásico “pesto” de albahaca italiano, combinado con atún…..


¿Cómo lo hice?

Ingredientes para dos personas:

Dos cucharadas soperas de piñones, 3 dientes de ajo, dos ramilletes de albahaca (las hojas, desechar los tallos), media cucharadita de sal, una cucharada de queso rallado (suelo usar unas veces mozzarella, otras manchego….depende del gusto personal, aconsejo un buen queso de oveja), el contenido de una lata de atún en conserva (escurriendo bien el aceite) 100 ml. de aceite de oliva virgen extra (si lo uso a ojo, le voy añadiendo hasta conseguir la textura deseada).
Una cacerola con agua para cocer la pasta, salando al gusto (suelo añadirle un chorreoncito de aceite, así consigo que no se peguen).
Espaghetti (suelo usar al huevo).  La cantidad, la mido cerrando el puño (un puñado para cada comensal).

Los pasos a seguir:

Cocer la pasta siguiendo las instrucciones del fabricante, procurando que quede "al dente".

Mientras:

En una sartén sin aceite tostar ligeramente los piñones, dejarlos enfriar.
Lavar bien la albahaca, secar con papel de cocina.
En un mortero echar los piñones, los ajos picados (quitándoles la zona central, así no repiten), las hojas de albahaca y una pizca de sal, majándolos hasta obtener una pasta.
Poco a poco ir añadiendo el queso, removiendo todo los ingredientes e ir agregando el aceite despacio, hasta conseguir que la salsa tenga una consistencia cremosa.
Por último,  en un cuenco echar el atún, los espaghetis escurridos y el pesto, mezclando todo el conjunto.

Buen provecho…..

SOLOMILLO DE CERDO EN SALSA PEDRO XIMÉN (SOLERA, DULCE DE MALAGA)

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Al norte de la provincia de Málaga, en el interior como decimos los malagueños; se encuentra la Comarca de Antequera,  en ella su principal ciudad: Antequera, durante los muchos siglos de historia contemplan los famosos Dólmenes, colegiatas, iglesias, conventos, palacios, arcos, puertas, alcazaba…un lugar que brilla no sólo por sus grandes monumentos, sino también por su parajes tan espléndidos, como su fértil Vega o El Torcal, fantástico y sorprendente paisaje kárstico que nos traslada millones de años atrás en la historia del planeta.   

Y es allí, a 16 Kmts. escasos y a 60 kmts. de la capital malagueña, en un entorno idílico, sobre las llanuras de la Comarca se extiende el municipio de Mollina, cuyo único desnivel lo constituye la Sierra del mismo nombre.  

Los primeros pobladores de lo que hoy es el término municipal de Mollinase asentaron, en el Neolítico, en unas cuevas situadas en la Sierra de la Camorra, a sólo unos seis kilómetros del actual casco urbano.  Así lo atestiguan restos cerámicos y algunas pinturas rupestres.

De la época romana se conserva un Mausoleo en el Cortijo de la Capuchina, un molino de Aceite de gran capacidad -que demuestra la importancia del olivo en esta zona ya en tiempos antiguos- y que con el paso del tiempo dio lugar a que Mollina se convirtiera en la zona con mayor número de olivos de toda la comarca antequerana, hasta el punto de que durante un tiempo a este territorio se le denominó Pago de las Olivas

Mollina es un pueblo tranquilo y próspero, cuyo paisaje exhausto de las brusquedades de las grandes alturas y las profundas hondonadas que generan las interminables cadenas montañosas, se toman un respiro y se allanan en sus tierras propias para el cultivo de olivos, cereales y para las viñas.   Viñas que hoy por hoy, producen el 80 por ciento de los vinos de Denominación de Origen ‘Málaga’.

Unas tierras secas, ricas en esencias y matices, cultivadas con mimo durante todo el año por los mollinatos (Gentilicio de Mollina),  para convertirlas cada Septiembre en una fiesta donde los colores y olores de los buenos vinos malagueños son los protagonistas.

En éstos días, desde el 12 al 14 de éste mes de Septiembre, como cada año se celebra el final de la recolección de la uva con su Feria de la Vendimia, donde la ciudad se engalana para mostrar la gran riqueza vitivinícola de la zona.



Tuve la suerte hace unos días de que mis amigos de la empresa malagueña Marengo Sur (en éste enlace llegan a su web) vinieran hasta Mi cocina, y me regalaran un gran vino malagueño, 100% Pedro Ximén, envejecidos y criados en barricas de roble,  dulce oscuro, intenso, sedoso, suave, con un sabor concentrado…tradicional de Málaga y curiosamente de ésta Bodega  de Mollina.



Un vino que me sorprendió enormemente y que me trasladó nuevamente a mi niñez, a la cocina de mi madre; aquellos momentos que nos lo daba a probar para que se nos abriera el apetito y con el que ensalzaba aquellos platos de carne que merecían que se les regara con los vinos malagueños de gran calidad, a lo que las tierras malagueñas nos tenían acostumbrados desde épocas inmemoriales.       

Nuevamente y aunque es todo un clásico, tanto en mi cocina real, como en la virtual (mi marido me dice que ya he repetido ésta receta varias veces…..o muy parecida y he de reconocer que tiene toda la razón), he preparado ésta receta que es una de mis preferidas y probablemente de las más conocidas entre quienes suelen visitarnos: solomillo de cerdo con vino dulce de Málaga…..



¿Como lo hice?

Ingredientes para dos personas:

Un solomillo hermoso (si son pequeños dos), una cebolla blanca grande (tipo cebolleta, fresca), cuatro dientes de ajo, medio vaso (de los de agua) de vino dulce malagueño, medio vaso de aceite de oliva virgen extra (en ésta ocasión, también de Antequera que me hizo llegar Marengo Sur), tres hojas de laurel, diez o doce granos de pimienta negra (enteros), dos cucharadas soperas de piñones, dos cucharadas soperas de uvas pasas (malagueñas a ser posible), medio vaso de agua y sal.
Este es el delicioso aceite ...



Los pasos a seguir conseguir disfrutar de éste delicioso plato:



Quitar la grasa del solomillo y cortarlo en medallones, redondos y de corte recto.

Colocar los trozos de solomillo medallones entre dos hojas de papel de hornear y con un mazo o cuchillo de carne darles unos golpes a fin de que se aplanen al máximo.

Cortar la cebolla en trozos pequeños y los ajos en láminas.

En una sartén honda o cacerola plana, echar el aceite y pochar a fuego lento la cebolla junto con el ajo, salando previamente hasta que empiece a dorar.

Colocar encima los filetes de solomillo, las hojas de laurel y la pimienta negra, dejándolos freir durante unos diez minutos, aproximadamente, hasta que tanto los filetes como la verdura tome un color dorado.

Agregar el vino dulce, dejar que llegue a ebullición, esperar un minuto y añadir el agua.

Incorporar las pasas y los piñones dejando reducir la salsa al gusto.



Acompañar con unas sencillas patatas fritas….o a lo pobre. vistiéndolas de fiesta (pinchando AQUI encontrarán la receta)



Sencillamente una delicia…..todo el sabor a Málaga.


Este plato debo dedicárselo a dos personas importantes en mi vida.  Para mi hijo y su dulce Marta, con todo el cariño de “la mami”, como ellos me llaman.
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